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 EL QUE NO ES AGRADECIDO NO ES BIEN NACIDO



Diciembre 18, 2015, 09:39:15 am
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Desconectado Francisco de Sales

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EL QUE NO ES AGRADECIDO NO ES BIEN NACIDO
« en: Diciembre 18, 2015, 09:39:15 am »
EL QUE NO ES AGRADECIDO NO ES BIEN NACIDO



En mi opinión, la mayoría de la gente –y deseo que tú seas una excepción- no es muy considerada con este asunto de ser agradecido y agradecer a quien se lo merece o a quien le corresponde.

Siempre he sido agradecido. Uso muy a menudo la palabra “gracias”. Soy de las personas que, cuando soy bien atendido por un empleado o un funcionario, digo “es usted muy amable”, y llego a informar –cuando es cierto- “he sido muy bien atendido por usted”, o “es usted un buen profesional”, incluso solicito hablar con su jefe para decirle: “Cuide a su empleado que es muy buen profesional, no lo deje escapar”. La gente, siempre, lo agradece con una sonrisa o con otro “gracias”.

Hace mucho tiempo necesité los servicios de una funcionaria que fue tan explícita, tan amable, me lo solucionó todo tan bien y me lo puso tan fácil, que al día siguiente le mandé por fax una carta de agradecimiento. Años después volví a necesitar de sus servicios. Yo no recordaba su nombre ni su cara, pero ella sí recordaba mi nombre. Cuando lo leyó en el impreso que le entregaba, me dijo: “espere un momento, por favor”, y se fue a su mesa. De la primera página de su dietario cogió un folio, doblado en cuatro partes, y regresó con él. “Usted me envió esta carta”, me dijo mientras me la entregaba. “Así es”, dije cuando lo comprobé. “No sabe usted la de veces que la he leído para recordarme que mi trabajo es útil y alguien lo aprecia y agradece, porque durante todo el día sólo recibo quejas y atiendo a gente que viene y me trata con malos modos y malas caras”.

Y una cosa más: cada vez que viajo a un país cuyo idioma desconozco lo primero que aprendo a decir es, siempre, “gracias”.



Ahora, piensa en esto: ¡Cuántas veces una persona, conocida o desconocida, nos ha hecho un favor, nos ha entregado algo a cambio de nada, nos ha regalado su atención, nos ha enseñado algo… y no se lo hemos agradecido!

¡Cuántas veces hemos deducido que porque una persona cobre por su servicio ya no es necesario darle las gracias porque “lo que está haciendo es su trabajo y ya le damos dinero a cambio”!

Y en numerosas casos un trabajador agradece más una sonrisa y una palabra agradable de reconocimiento que una moneda de propina.

A veces, nuestra madre, nuestro hermano, un compañero, una amiga, o un desconocido, hacen por nosotros algo que es impagable, porque nos han ofrecido parte de su tiempo -¡que es su valiosísima vida!- a cambio de nada. Y qué menos que tratar de compensar su altruismo con una palabra de agradecimiento, con una sonrisa que lo diga todo, con una mirada profunda desde nuestro corazón hasta su corazón, con un temblor emocionado, dedicándole el gesto de unir las manos como cuando se hace oración…

¡Qué menos que hacerles saber de la gratitud que se ha provocado en nosotros gracias a ellos!

Su gesto, su acción, lo que nos ha entregado, es un beneficio para nosotros. Y hay una reacción no escrita en que la generosidad innata del Ser Humano “obliga” a, en justicia, ofrecer algo a cambio de algo. Y un “gracias” dicho desde el corazón puede ser suficiente.

La gratitud consigue entablar una relación –aunque sea brevísima- con el benefactor, y deja la puerta abierta a que en un próximo encuentro, en una próxima relación, ya haya una empatía entre ambos porque han compartido una transacción no basada en el mercantilismo sino en la humanidad. Hay una relación de Ser Humano a Ser Humano. Trasciende lo que se podría llamar “deuda moral”, que sería –contado rápidamente y sin profundizar- un intercambio de favores con un cierto interés o compromiso, pero que carece de la generosidad que se da en los casos en que es el altruismo quien moviliza el acto.

Los resultados de la gratitud no necesitan de una explicación ajena como la que trato de expresar. Cada persona se ha visto implicada en una situación en que ha sido benefactor o beneficiado, y sabe cómo se siente cuando dentro de sí una fuerza le impulsa a agradecer algo y no sabe cómo hacerlo, cómo todo le parece poco, cómo una sensación o sentimiento descontrolados de agradecimiento le invaden hasta provocar la emoción que invita a una lágrima, hasta no poder evitar repetir una y otra vez el reconocimiento, y sentir en su interior un indescifrable estremecimiento de gratitud.

Cuando uno recibe la gratitud de otra persona –algo que vaya más allá de un “gracias” impersonal, por supuesto- siente también unos temblores indescifrables con origen en el alma, siente una emoción que le embaraza de escalofríos, de lágrimas a punto de explotar, y es consciente de que algo que le trasciende, algo que se podría situar en lo divino, se manifiesta en él. Se siente bien. Especialmente bien. En una situación que le gustaría que se repitiera a menudo. Uno no lo sabe, pero se siente más Uno Mismo que nunca.

A la vista de tanto beneficio mutuo… y si no eres bien agradecido… ¿te apetece serlo a partir de ahora?


Te dejo con tus reflexiones…


 

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