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 66 – EL AMOR



Julio 18, 2020, 05:48:53 am
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Desconectado Francisco de Sales

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66 – EL AMOR
« en: Julio 18, 2020, 05:48:53 am »

CAPÍTULO  66 – EL AMOR

Este es el capítulo 66 de un total de 82 -que se irán publicando- en los que se explicarán los conocimientos necesarios acerca de TODO LO QUE HAY QUE CONOCER PARA HACER BIEN UN PROCESO DE DESARROLLO PERSONAL Y ESPIRITUAL.


“El amor es la única necesidad no vital que tiene el ser humano”.

“El amor es un acto de egocentrismo exquisito. Cuando amamos a alguien estamos amando las ventajas de su compañía, y el cariño, placer o apoyo que nos aporta. Por eso es importante amar en libertad y con libertad,
 para no entorpecer el camino de la otra persona”.

“Lo complicado es amar al otro como el otro quiere que se le ame”.

“Antes de poder amar hay que experimentar lo que es sentir el amor”.

“El amor es esforzarse por ver cómo es el otro,
 y comprenderle y aceptarle tal y como es”.

“La felicidad que se vive deriva del amor que se da”.
(Isabel Allende)

“Es muy importante que sea el amor lo único que inspire tus actos”.
(Chamalú)

“Ámame cuando menos lo merezca porque es cuando más lo necesito”.
(Proverbio Chino)

“Amar y querer no son sinónimos, sino antónimos.
 El querer lo exige todo, el amar lo entrega todo”.

“Te quiero es te deseo. Posesivo.
 Te amo es te respeto.
 Te dejo ser tú”.

“Sólo porque alguien no te ame como tú quieres,
 no quiere decir que no te ame con todo su ser.”
(Gabriel García Márquez)





Quizás sea el amor el asunto sobre el que más se ha escrito jamás.
Quizás sea la palabra amor la que más definiciones ha sumado.
Quizás sea en su nombre en el que se han cometido más barbaridades, más sufrimientos, y más desamor.

Aún no hay forma de saber qué es el amor, y cuando se siente algo parecido a lo que se supone que es el amor, hay muchas dudas que se encargan de cuestionarlo. Se confunde amor con pasión, con deseo, con sexualidad, con necesidad, con enamoramiento, con autoengaño, con encoñamiento, con apego… en su imposibilidad de medida y concreción, cabe todo aquello que queramos llamar amor.

El amor mal entendido despierta la posesividad, y en ese caso se desea que la persona amada piense sólo en uno, y  que la persona amada no mire a otro, ni sea mirada.

En muchos casos de eso que se llama amor, lo único que hay es un egocentrismo refinado; el amar a alguien no siempre indica que se ama pura y desinteresadamente a alguien, sino a las ventajas de acompañamiento, afecto, placer, ayuda o apoyo que esa relación trae.

El que practica la vía del amor debe practicar en la vía del desapego, para no entorpecer la evolución de la otra persona. Al amar hay que saber muy bien que la otra persona no es un objeto en propiedad de nadie; hay que saber que la otra persona es libre, que está compartiendo con uno el amor de ese momento, pero que en cuanto no exista ese amor puede desaparecer, y no se ha de obligar, ni reclamar, si en algún momento ya no hay amor, puesto que este no puede producirse por voluntad ajena, sino que ha de crecer continuamente, libre y sin condiciones.
Amar no es un acto de realización mental.

El amor es indefinible, y debiera nacer por su propio deseo, ajeno a los intereses o necesidades, independiente de las situaciones o de las conveniencias, como un acto irracional natural, sincero, espontáneo, incontrolado, carente de lógica y de raciocinio.
El paso previo, el enamoramiento, es un estado delicado que hay que saber reconocer para no caer en un error. El enamoramiento se alimenta de ilusiones y de idealizaciones, de necesidad y deseo, por ello, en esa etapa no nos atrevemos a decir siempre toda la verdad, porque tenemos miedo a que el otro se desilusione; tememos no estar a la altura, y que se desmorone el estado ilusorio que estamos construyendo.
El amor se ha de basar en una absoluta libertad: tú eres tú, yo soy yo, y tú y yo somos algo juntos, pero sin haber renunciado a ninguna de las individualidades. Sólo en una relación sin posesividad y sin apegos puede existir la libertad de seguir amando sin más motivos que “porque sí”.

El amor es un estado natural, que se expresa sin condiciones, que se muestra en su autenticidad, que desafía normas y formas, que nace de una afinidad de almas… cuando deja de haber amor, se ha incumplido la condición de libertad, y han entrado los egos o la mente a imponer sus errores.

El amor es el acto más sublime, más puro y más sincero que se puede realizar, y cualquier acción que impida su expresión, será el peor atentado que uno pueda hacer contra sí mismo.


VISTO DE OTRO MODO
El amor es algo al margen de un punto de referencia.
Parece como si hubiera que amar a algo o a alguien para que el amor exista, y eso no es cierto.
El amor es interno, propio, natural, fluye por medio de ti, no se fabrica, es un estado del alma… vive sin necesidad de algo o alguien a quien ser ofrendado. Si no hubiera a quien amar, el amor seguiría estando en uno.
Uno no ama, sino que es el amor quien ama.
Y así caemos en el error de amar a las “posesiones”: amo a mi hijo, a mi madre, a mi esposo… parece que sólo lo amo porque son míos, o que los tengo que amar porque son míos.
Te quiero, te necesito, no puedo vivir sin ti… no es amor. Son apegos a las personas, necesidad dependiente de las personas. Es como decir: cubres mis necesidades, y te necesito para que las sigas cubriendo.
Es egoísmo sin más.

VISTO DE OTRO MODO
Si nunca has conocido el amor, cuando alguien diga algo sobre el amor, oirás la palabra, pero no captarás su significado.
El significado está en ti y sólo tú se lo puede aportar. Si has amado, sabes lo que es amar. Si no has amado, por mucho que teorices sobre ello, o mucho que escuches las experiencias de otras personas, no sabrás lo que es amar.
El amor toma su verdadera identidad cuando lo vives en primera persona; mientras, no es más que otra palabra del diccionario. El significado experimental no lo tiene la palabra amor en sí, sino que tú se lo aportas. A partir de tu experiencia la palabra adquiere otro sentido: tu sentido.
Mientras, vivirás en la teoría, o en el significado literal de la palabra, y eso no te aportará nada.




DESDE UN PUNTO DE VISTA MÁS ESPIRITUAL
Has oído hablar del Amor Cósmico, del Amor Universal, del Amor Crístico… y te has hecho una idea de un amor supra-natural, extremado, solamente al alcance de los místicos del siglo XVI o de ciertas personas excepcionales como la Madre Teresa de Calcuta.
El amor no tiene dimensión.
El amor pequeño puede ser grande y el poco buen amor puede ser suficiente, porque la calidad del amor está en la voluntad de ese amor.
Saber amar se ha convertido en un don del que no todos disponen.
Hemos matado de frío al amor espontáneo, nos censuramos las caricias, acallamos a las palabras cariñosas, hemos proscrito la capacidad de abrazar sin censura… nos estamos perdiendo el gozo de disfrutar de ese regalo que Dios nos ha entregado llamado amor.



REFLEXIONES PETULANTES
No pretendo diseccionar más el amor, ni disertar peregrina o poéticamente, ni ponerme a definir el amor matrimonial, el amor erróneo, el amor infantil, el amor opresivo, etc…
Me importa solamente el amor sencillo, el que brota naturalmente, sin intereses ni condicionamientos; el amor que no tiene por qué ser ruidoso, espectacular, ni exhibir una banda sonora y una coreografía. Me importa el amor inocente, el que se manifiesta campechanamente, sin hacer ruido, sólo en la mirada o en los gestos de cariño y cuidado, hacia uno mismo y hacia los otros. Me gusta el amor mesurado pero absoluto, el amor que brota de las almas sinceras, el que no exige reconocimiento ni contraprestación, el que gratifica tanto al que lo da como al que lo recibe. Amo el amor humano, puro, intenso y tierno, ese que no se dice con la boca sino con el corazón.



POR SI NO LO SABES
Si hay algo en lo que todos somos tacaños es en dar amor, algo de lo que tenemos un volumen ilimitado, pero que lo racionamos como si fuese agua en el desierto.
Hay una ley maravillosa que certifica que mientras más amor damos, más tenemos, y más recibimos. Pero actuamos como si no creyésemos en ello.
Y si hay un acto enriquecedor y nutritivo para el alma, es, sin duda, ser generoso en dar amor y receptivo para recibirlo.


RESUMIENDO

El amor es el motor del mundo. El amor es un impulso primario, primigenio, natural, vivo. Negarse al amor, a darlo generosamente o a recibirlo con los brazos abiertos, es una aberración, un atentado contra el placer, una negativa vergonzosa, una negación de Dios. ¿Amar? ¡Ama todo lo que puedas o más!


Francisco de Sales





« Última modificación: Julio 18, 2020, 06:12:55 am por francisco de sales »

 

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