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 CAPÍTULO 15 - CUANDO SE ACEPTA HASTA LO INACEPTABLE



Septiembre 06, 2020, 03:04:53 am
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Desconectado Francisco de Sales

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CAPÍTULO 15 - CUANDO SE ACEPTA HASTA LO INACEPTABLE
« en: Septiembre 06, 2020, 03:04:53 am »
CAPÍTULO 15 - CUANDO SE ACEPTA HASTA LO INACEPTABLE
- LO QUE DEBIERA SER INTOLERABLE -

Este es el capítulo 15 de un total de 200 –que se irán publicando-  que forman parte del libro RELACIONES DE PAREJA: TODO LO QUE NO NOS HAN ENSEÑADO Y CONVIENE SABER.



Hasta hace muy poco tiempo, en la mayor parte del mundo –y aún sigue vigente en bastantes países- a los hombres, durante su etapa de crecimiento y aprendizaje de la vida, se les inculcaban todos sus derechos mientras que a las mujeres se les enseñaban todas sus obligaciones.

Esta injusticia, basada en una educación bastante machista, o en un tradicionalismo sin actualizar a los nuevos tiempos actuales, ha condenado al fracaso a miles de parejas

Más o menos, aunque tal vez exagerando un poco, a los hombres se les resumía su función en la pareja haciéndoles ver que consiste en: aportar un salario, satisfacer las propias necesidades sexuales cuando lo desee, fecundar a la mujer, y satisfacer todos sus propios deseos y caprichos.

A la mujer, en cambio, más o menos, y aunque tal vez exagerando pero no mucho, se les hacía ver que: tiene que satisfacer a su pareja en todo cuanto él pudiera desear, teniendo que llegar incluso a adivinar sus deseos antes de que él los imagine; satisfacerle sexualmente cuando a él le apetezca y aunque ella no lo desee en ese momento, y, además, poniendo buena cara; hacerse cargo del hogar y de todas las tareas que conlleva: cuidarlo y mantenerlo en orden, hacer las compras, cocinar, etc.; dar a luz hijos, criarlos, educarlos, resolver cuantos conflictos aparezcan, tanto con los hijos como con la pareja, y trabajar hasta desfallecer sin esperar recompensa; preferiblemente tener un trabajo externo –añadido al del hogar y sin contar con ayuda de la pareja- para aportar más economía; conciliar las relaciones difíciles entre diferentes miembros de ambas familias, tener la solución perfecta para todos los conflictos, no perder la sonrisa en ningún momento, aportar inagotablemente optimismo o esperanza, levantar su ánimo aun cuando no tenga ánimo para levantarlo, llorar a escondidas, disimular su desilusión, aliarse con el conformismo y la insatisfacción, etc.

Aun aceptando todo lo descrito –que es un breve resumen de la realidad-, y que ya es más que bastante, todavía hay quienes además tienen que soportar una pareja malhumorada, malhumorada a menudo y muda cuando le interesa, inútil o vaga, discrepante y casi rival, nada colaboradora o machista, irresponsable y hasta inservible, o con algún otro inconveniente más.

Con esta desalentadora reseña de la descripción de lo que llega a suceder, muchas mujeres se dan por vencidas antes de iniciar una guerra, y llegan a aceptar lo inaceptable.

Afortunadamente, la mujer ha tenido la valentía de emanciparse y soltarse del yugo al que ha estado esclavizada durante siglos –y aún sigue estándolo en algunos países-, y ha comenzado a luchar con firmeza por unos derechos que le corresponden, pero se ha encontrado con la oposición, frontal y encarnizada, de algunos hombres que no aceptan abandonar el trono autoritario porque saben que cuando lo abandonen van a ser iguales, o inferiores, a las mujeres. Y se ven aterrados ante tal posibilidad.

Lo que me parece justo es que ambos se reconozcan en el esfuerzo mutuo, y el uno aprecie de la otra su emancipación y la defensa de sus derechos, y la otra reconozca en el uno su esfuerzo por colaborar en la buena marcha de la relación.

Pero… hay que cosas que son intolerables y por tanto no se deben tolerar. Hay asuntos en los que hay que ser irreductibles. Hay situaciones que son innegociables. Hay líneas que nadie debe atravesar. Cada persona debe conocer su caso, y debe saber hasta cuánto está dispuesta a aceptar, sin olvidar que hay cosas que son inaceptables, porque están por encima o más allá de lo que una está dispuesta a tolerar sin ver con ello resentida su identidad o su integridad.

La conversación es imprescindible, la negociación es recomendable, la comprensión es sensatez, pero… la ética personal, la moral, los principios, la dignidad, tienen, o debieran tener, prioridad ante cualquier otro asunto.

Quien no se siente a gusto consigo mismo, y orgulloso de sí mismo, no se puede sentir a gusto con su vida.


Francisco de Sales



 

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