Lo primero, pongámonos de acuerdo en los términos:
MILAGRO:
Se llama milagro, en la definición del Diccionario de la Lengua Española, a:
1 - Hecho no explicable por las leyes naturales y que se atribuye a intervención sobrenatural de origen divino.
2 - Suceso o cosa rara, extraordinaria y maravillosa.
3 - Para expresar que algo ha ocurrido cuando parecía imposible que ocurriese, o que no ha ocurrido cuando todo hacía creer que iba a suceder.
SOBRENATURAL:
Lo sobrenatural (del latín: super, supra "arriba" y natura, naturalis "naturaleza") es el término utilizado para definir algo que se tiene como por encima, que excede o está más allá de lo que se entiende como natural o que se cree existe fuera de las leyes de la naturaleza y el universo observable.
DIVINO:
La expresión “lo divino” es usada de manera variable en distintas confesiones y creencias, e incluso entre diferentes individuos dentro de una misma fe, para referirse a un poder transcendental, o a sus atributos y manifestaciones en el mundo, y aunque puede, no tiene por qué presuponer la existencia de diversos dioses o de un único Dios absoluto.
Asociamos “milagro” sólo a asuntos extraordinarios, como crear el Mundo o resucitar a un muerto –cosa esta última que ahora se consigue en algunos casos con un desfibrilador-.
Pero milagros hacemos todos los días todas las personas. Son milagros pequeños, pero no dejan de ser milagros.
“Para expresar que algo ha ocurrido cuando parecía imposible que ocurriese”, dice la definición. O sea, que si ahora mismo llamas por teléfono a un amigo y conciertas una cita para veros en algún sitio a una hora concreta, estás haciendo un milagro. Si ahora mismo perdonas a alguien a quien habías condenado, estarías haciendo un milagro. Si ahora mismo expresaras a alguien lo que sientes, eso que llevas años callándote, estarías haciendo un milagro.
“Suceso o cosa rara, extraordinaria y maravillosa”, dice la definición.
Cosas extraordinarias las vemos o vivimos a diario. Lo que pasa es que la costumbre y lo cotidiano las desvalorizan, y, a veces, es necesario que algo o alguien nos den un toque de atención para que observemos cómo es un milagro que un Ser Humano se desarrolle a partir de un espermatozoide y un óvulo, que el sol siga calentándonos, que los ojos nos permitan ver, que el corazón pueda latir sin tener que estar pendiente de él, o que un abrazo produzca un escalofrío.
Cuando permitimos manifestarse a la sensibilidad se obran milagros. Entonces, las cosas adquieren el rango de extraordinarias o maravillosas.
La vida adquiría la grandeza que realmente tiene si nos ocupáramos de convertir todos los momentos en momentos especiales, si creáramos pequeños milagros para los demás –sorpresas, cosas amorosas que les podemos decir, nuestra presencia, la manifestación física de nuestro amor…-, si pusiéramos una banda sonora continua a lo que hacemos, si usáramos los ojos del corazón…
Todos podemos hacer milagros.
Hagámoslos.
