A base de ir descontándole
sorpresas a la vida,
y pelando sus corazas,
uno llega al momento blanco
de la inauguración del deseado mundo.
A base de tropiezos y accidentes,
y desenmascarar sus artimañas,
de confrontar luz y noche,
lamentos y alegrías,
uno se encuentra con la ecuanimidad.
A base de ir viviendo cada día,
sin ganas o mansamente,
con garras o adormilado,
uno se acerca a la paz
y a veces la encuentra.
A base de experiencias,
sesudas o insensatas,
sin querer u obligado,
uno vive,
uno llora,
uno ama.