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 CÓMO DUELE LA VERDAD A VECES



Julio 01, 2015, 04:07:57 pm
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Desconectado Francisco de Sales

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CÓMO DUELE LA VERDAD A VECES
« en: Julio 01, 2015, 04:07:57 pm »
CÓMO DUELE LA VERDAD A VECES



“La sinceridad no es suficiente -solía decir el Maestro- lo que hace falta es honradez.”
“¿Y cuál es la diferencia?” –le preguntaron-.
“La honradez consiste en estar constantemente abierto a la realidad –dijo el Maestro- mientras que la sinceridad, en muchas ocasiones, no es otra cosa que creerse la propia propaganda”.


En mi opinión, en muchas ocasiones, la razón principal de que no nos enfrentemos abiertamente a los asuntos que tenemos pendientes de revisión, o de solución, es el miedo al dolor que nos pueden producir algunas verdades.

Sobre todo, por la certeza irrefutable de que la verdad es la verdad. Guste o no guste. Queramos o no queramos. Aunque nos duela.

Porque en más de una ocasión en que la honradez no nos ha permitido la mentira del autoengaño hemos podido verificar que es así: sólo la verdad es la verdad.

Y que por mucho que nos hayamos empeñado en disfrazarla, en evitarla, en llamar a las cosas de otro modo, en encontrar una justificación que pudiera complacer a alguien que no quiere aceptar –cuando no le interesa…- que la verdad es la verdad, ésta acaba imponiéndose, y por mucho que uno se obstine en negarla hay un momento en que la mentira no puede seguir sustentándose por más tiempo, se rompe y cae, y de sus ruinas emerge la realidad que nos hace ver y reconocer cuál es la autenticidad.

Por eso, a veces, o en muchas ocasiones, aplazamos todo lo que es posible el hecho de aceptar y reconocer algunas verdades, a base de relegarlas al olvido o de ponerlas las últimas en la fila de los asuntos pendientes de resolver.

Por ejemplo, la realidad dura o vacía que hay en la relación con una persona detrás de la aparente cordialidad que ambos muestran, la aparente e incierta indolencia que esconde un miedo profundo a enfrentarse a una verdad que esconde dolor entre sus pliegues, el aplazamiento continuado de hacer algo que se siente en el interior como necesario –pero que requiere el trámite previo de aceptar su realidad-, el cinismo con el que calificamos algunos asuntos cuando en realidad nos sentimos culpables y no queremos aceptarlo, etc.

Hay algunas verdades que no coinciden con lo que nosotros quisiéramos o con lo que nos interesa; hay verdades que duelen menos cuando reposan en el olvido; hay muchas ocasiones en que usamos el autoengaño como un  bálsamo o un estado de ficción que es menos incómodo que la verdad, como una cobarde autoprotección, y nos aliamos con la amnesia para rebajar de este modo la sensación tan desagradable que nos aportan algunas verdades.

Y no me refiero, por supuesto, a las verdades cautivadoras y satisfactorias que nos encantan, sino a esos asuntos que todos vamos escondiendo o aplazando a la espera –inocente o inútil- de que se arreglen por sí mismas.

En ocasiones tratamos de entregarle al olvido nuestros asuntos incómodos, esos a los que no queremos enfrentarnos, pero el olvido tiene la nobleza de no aceptarlos y devolverlos con una nota: ASUNTO SIN RESOLVER.

Leí algo que, más o menos, decía: “¿Cuánto tiempo se necesita para resolver un problema? Ni un instante más de lo que tardes en aceptarlo y comprenderlo”.

Es el primer y gran paso: Aceptar.

En realidad, primero hay que reconocer, después hay que admitir, y luego aceptar. Pero los dos primeros pasos no son útiles sin la ayuda del tercero.

Aceptar los errores, las circunstancias, la inexperiencia, la cobardía, el no saber… o aceptar que aquél era otro momento, que la situación nos desbordó, que se nos quedaba grande la vida, que no supimos resolverlo del modo adecuado, que nuestro orgullo nos traicionó… cada uno tiene su asunto y cada uno es quien tiene que aceptar qué es eso que sucedió en su pasado cuyos efectos aún arrastra y trata de esconder u olvidar en vez de aliarse con el amor –no son necesarios el valor ni otras armas- y reconocer, admitir, y aceptar, lo que pasó o lo que tenía que haber pasado y no pasó.

También podría escribir que todos tenemos algo de lo que arrepentirnos, y sería cierto. El arrepentimiento, para terminar de ser útil, requiere una acción posterior y necesaria: enmendar o tratar de enmendar, en los casos que  sea posible, aquello que hoy es causa de ese arrepentimiento.

Reflexiona… reconoce… si no hubieras sido tan duro en aquella ocasión ahora las cosas serían de otro modo… si hubieras estado más pendiente de ella no se hubiera sentido así…si no hubieras contado aquella mentira hoy las cosas serían distintas… si hubieras admitido entonces… si hubieras sido más sincera… si tu orgullo no gobernara tu vida tan a menudo… si te hubieras atrevido a…

La verdad está donde nos encontramos hoy.

La verdad está aquí y no en la utopía.

Y ahora –mejor que más tarde- es el momento de abrazarla, de aliarnos con ella por nuestro propio bien y bienestar.

Reconocer la verdad, aunque eso nos obligue a pasar por un trance doloroso, es lo mejor que podemos hacer por nosotros mismos y por nuestro presente y nuestro futuro.

Reconocerla, admitirla, y aceptarla no implican la necesidad de un castigo. Es lo que hay o es lo que pasó. Se acepta y ya está. Sin reproches, sin mala cara, sin sanción, sin desprecio. Y se puede lograr, sí. Sólo hace falta un poquito de comprensión y un poquito de amor propio.

Somos eternos aprendices. A lo largo de la vida podemos aprender muchas cosas pero nunca aprenderemos todo. Hay que contar con ello y aceptarlo también.

Somos niños que nos caemos y nos tenemos que volver a levantar. Y con el mismo cariño que cuidamos a los niños nos tenemos que cuidar nosotros también.

Una sonrisa, una palmadita en la espalda, una palabra de ánimo, un beso… y otra vez en marcha y hacia adelante.


Te dejo con tus reflexiones…









Julio 06, 2015, 06:35:13 am
Respuesta #1

Desconectado Adriana*

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Re: CÓMO DUELE LA VERDAD A VECES
« Respuesta #1 en: Julio 06, 2015, 06:35:13 am »
Excelente. . . Ya lo estoy difundiendo  ;)   . ¡Abrazo!

Julio 18, 2015, 07:38:05 am
Respuesta #2

Desconectado Monica Ponce

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Re: CÓMO DUELE LA VERDAD A VECES
« Respuesta #2 en: Julio 18, 2015, 07:38:05 am »
Hola !!
Creo yo que para aceptar la verdad tenemos que tocar fondo, llega un momento en nuestra vida en que ya no se puede aceptar tal o cual situación, ya no opera el autoengaño y es cuando vemos las cosas tal como son, así, fríamente y aunque eso en muchas de las ocasiones nos causa un dolor intenso sientes dentro de tu ser que llegaste al límite, que ya no vas a dar más y es en ese momento, que empieza uno a aceptar la realidad de las cosas, como son, sin engaños ni excusas, existe eso así como es y nada más.
Cuando estas en ese punto, cuando aceptas la realidad, así tal cual, empieza, creo, un proceso, el proceso de recuperarte y cambiar y por ende de resolver la situación de una u otra forma.

Saludos,  ;)

 

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