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 ¿SOY CONSCIENTE DE QUE HOY ESTOY CONSTRUYENDO MI FUTURO?



Noviembre 04, 2015, 06:34:21 am
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Desconectado Francisco de Sales

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¿SOY CONSCIENTE DE QUE HOY ESTOY CONSTRUYENDO MI FUTURO?
« en: Noviembre 04, 2015, 06:34:21 am »
¿SOY CONSCIENTE DE QUE HOY ESTOY CONSTRUYENDO MI FUTURO?


“El futuro tiene muchos nombres. Para los débiles es lo inalcanzable. Para los temerosos, lo desconocido. Para los valientes es la oportunidad”.
(Víctor Hugo)


En mi opinión, no existe eso a lo que se llama futuro. Para mí, son presentes que aún no han llegado. Pero discutir o aclarar eso no es el motivo de este escrito, por tanto voy a llamar futuro a eso que todos llaman futuro –lo que está por venir- y con ese acuerdo o desacuerdo inicial, sigo.

Se acepta comúnmente que “el destino ya está escrito”, que uno no puede intervenir en su futuro, que “lo que tenga que ser, será”, y otras ideas similares.

Y unos lo aceptan tranquilos, aunque el destino se augure ingrato y no tengan ninguna razón para quedarse tranquilos, porque eso les resulta mucho más cómodo. Se basan en ese dicho oriental -que se puede interpretar al gusto de cada cual- que dice, más o menos, “Si el problema tiene solución, ¿para qué te preocupas?, y si el problema no tiene solución, ¿para qué te preocupas?

“Si ya está decidido… yo no puedo intervenir, y haga lo que haga nada va a cambiar”. Esta es, básicamente, la excusa que utilizan.

Otros lo aceptan con resignación, porque –la verdad- les resulta más fácil reconocer que “es inevitable” –convirtiéndose en víctimas rendidas- y de ese modo también se evitan tener que afrontar la construcción de su futuro.

Aparentemente, no parece que quedarse en la vida “a sufrir lo que el destino tenga previsto” sea lo adecuado. ¿Dónde queda entonces el libre albedrío?, ¿Dónde la capacidad de decisión y la voluntad?, ¿Sólo somos juguetitos en manos del destino?

Vivir bien la vida es una responsabilidad personal, y construir una vida digna y buena es una obligación.

El futuro se construye cada día y lo construye uno mismo. Se elabora a partir de las cosas que se hacen y las que se omiten en cada momento. Es la suma de todos los momentos y todas las decisiones.

Cada instante lleva implícito la oportunidad de diseñar un futuro que esté de acuerdo con el plan que cada uno debiera tener establecido. Y tendremos los próximos presentes buenos o malos que hayamos decidido.

Es cierto que algunas personas y circunstancias colaboran para que pueda ser distinto, pero siempre prevalece la sensatez de cada uno para permitir que esas personas con sus actos afecten, o no, tanto al presente como al futuro. A pesar de lo que pase en la vida, uno siempre puede decidir cómo permite que eso le afecte. Así que tampoco se les puede echar la culpa a los otros.

Decía Víktor Frankl que “Si no está en tus manos cambiar una situación que te produce dolor, siempre podrás escoger la actitud con la que afrontes ese sufrimiento”.

Si uno tiene claro el presente que quiere y sigue su línea defendiéndola ante quienes quieran desviarla, si su voluntad es firme y decidida, y si se ha tomado la molestia de pensar en sí mismo, de pensar en lo que es bueno para sí mismo, de pensar en lo que realmente quiere, de pensar en lo que no está dispuesto a permitir bajo ningún concepto, puede trazar un futuro distinto del que está previsto que suceda si uno no hace nada para evitarlo o modificarlo. Acepto que existe una “propuesta de futuro o de destino”, pero me cuesta aceptar que sea, en todo y del todo, inamovible y determinista.

Y se consigue modificarlo parándose un día, sin prisa, ante el espejo, mirando a quien aparece reflejado, y, sin distraerse con el pelo que está fuera de su sitio o la arruga nueva que no se había visto antes, se le mira fijamente a los ojos, se vence como sea -aunque haya que agarrarse o amarrarse- el impulso impaciente de salir corriendo –como seguramente ya se habrá hecho alguna vez- y uno se enfrenta a sus miedos, a su vagancia, a su inconsciencia, y a su estupidez, y afronta la responsabilidad de hacer una persona feliz o satisfecha a esa persona que tiene frente a sí.

Y, en la medida de lo posible, uno se sale de la creencia sumisa a una predeterminación irrevocable del porvenir que hay que aceptar y padecer sea el que sea, deja de sentirse víctima de los hados, deja de llamar destino a todo aquello que siente que limita el poder personal, y aparta con cariño la resignación y la deja disponible para otra cosa.

Si se desea un futuro distinto hay que construirlo. Si no se piensa en un futuro al gusto, nunca se tendrá. Porque el futuro, si no lo escribe uno mismo, no se queda como una página en blanco sino que acaba siendo un memorándum donde aparecen reflejados todos los errores cometidos y todos los motivos de arrepentimiento que uno va a tener el día que reconozca, con dolor y ya sin remedio, todo aquello que tenía que haber hecho y no hizo.

Hoy estoy construyendo el futuro (mis próximos presentes). Y lo hago con cada uno de estos instantes que voy viviendo. Y lo voy haciendo en función de la contribución que haga a él, así que tendré que averiguar o intuir primero en qué quiero que consista y ,después, hacerlo.

Es interesante que en el futuro aparezca reflejado el sentido de mi vida, cosa que también habrá que averiguar o intuir, porque la plenitud de la vida, el resultado del balance final, y que el futuro sea agradable y satisfactorio, va a depender de que se haya dado un sentido a la vida, a los actos, al paso por el Mundo, y a la relación con otros humanos.

Pero eso es algo que cada uno tiene que hacer por sí mismo y sin seguir a rajatabla fórmulas de otros que sólo sirven para otros.

Sé consciente: de hoy depende mañana.


Te dejo con tus reflexiones…




 

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