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 LO QUE PIENSO DE MÍ



Diciembre 12, 2015, 05:51:37 am
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Desconectado Francisco de Sales

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LO QUE PIENSO DE MÍ
« en: Diciembre 12, 2015, 05:51:37 am »
LO QUE PIENSO DE MÍ



En mi opinión, no somos imparciales cuando valoramos el concepto que tenemos de nosotros mismos. (Excepto, por supuesto, los ególatras, egotistas, egocéntricos, egoístas…)

La tendencia habitual es la de rebajar la tasación que sería equitativa, porque no nos han explicado bien cómo se hace del modo adecuado –y valoramos igual un “defecto” que veinte virtudes-, y porque no hay claridad en algunos conceptos.


HUMILDAD

La verdadera humildad no consiste sólo en no querer ser o aparentar más de lo que uno es; es reconocer quién es uno y aceptar ser cuanto uno sea. Es también, por tanto, aceptar ser más de lo que uno parece ser.

Hay que tener cuidado con la falsa humildad. Menospreciarse, depreciarse,  infravalorarse, o despreciarse, no hacen justicia a la realidad de uno. No es más humilde el que menos se aprecia o el que menos vale.

Y cuidado con esto: ser el más humilde puede ser un asunto de ego, porque es pretender “ser más” de lo que sea.


ORGULLO

El orgullo no es siempre malo.

El orgullo natural es muy sano, y no tiene que ver con el engreimiento, la jactancia, la presunción, la pedantería, la vanagloria, la altivez, la altanería o la arrogancia… sino que es la satisfacción personal que uno siente por lo que es o por lo que hace.

Y es adecuado sentirse a gusto, y orgulloso, por los dones propios o los méritos logrados. No hacerlo así y despreciarlos, además de ser una injusticia, es un asunto de una humildad o modestia mal ejecutada.


LOS COMPLEJOS

Los complejos tienden a desvirtuar y falsear la realidad en un sentido negativo.

Las personas acomplejadas no reconocen ni muestran su auténtica valía y valoración. La falta de confianza en ellos mismos les hace evaluarse con injusta medida y, al tener su propia opinión o autoestima en contra, el concepto que tienen de sí mismos es de menor valía que la realidad.

Al partir de un concepto negativo propio, y con ese modo suyo de minusvalorarse, es lógico que el autoconcepto sea pobre.


EL PROPIO DESCONOCIMIENTO

El conocimiento de uno en su totalidad o en su mayoría es determinante a la hora de crearse un autoconcepto objetivo.

En general, la tendencia de las personas es a notar antes y darles más valor –aunque sea un valor negativo- a las cosas que menos le gustan de sí mismas, por lo que, en general, afloran antes y con más intensidad las negativas, relegando a un segundo o tercer plano las adecuadas o buenas.

Si uno se conociera más, y se valorase justamente, apreciaría detalles que son pequeños pero valen más que los grandes.

Por ejemplo, uno es honrado por su naturaleza y decisión, pero no lo aprecia. “Es lo normal”, puede decir. Y sí, es lo normal y es habitual, pero no todas las personas son honradas, así que el hecho de que mucha gente sea honrada no quiere decir que eso no sea un mérito y algo a apreciar especialmente. Si uno tiene la norma de ser honrado eso ha de ser valorado.

Cuando se le pide a una persona que escriba treinta cualidades suyas se convierte en una tarea imposible. Si se le pidiera eso mismo a una persona que nos conozca bien –que escribiera treinta cualidades nuestras-, lo podría hacer sin gran dificultad.


LA MALA COSTUMBRE DE NO VALORAR LO QUE UNO ES O LO QUE UNO HACE

Es común la mala costumbre de no valorar en uno lo que uno es o lo que uno hace, las cosas buenas, y menospreciar las cualidades (porque nos parecen “normales”), utilizando una vara de medir que no es igual que la que usamos con los otros.

Si exceptuamos a las personas que critican a los demás despiadada e injustamente y sólo por el hecho de reprochar con desprecio pero sin razones ciertas, el resto de personas tendemos a ser más comprensivos con los otros que con nosotros mismos. Lo que es una deslealtad.

Somos capaces de ver o de argumentar razones por las que el otro falla en algún aspecto, o no actúa de un modo correcto, y vemos y valoramos con más generosidad en los otros las mismas cosas que nosotros hacemos.


CONFUNDIRSE CON EL ASUNTO DEL EGO

Se llega a pensar que hablar bien de uno mismo es un asunto de ego y se llega a rechazar como “malo” todo lo que tenga que ver con el ego. Un error.

El ego es lo que mueve el mundo –hay mucho de ego en haber descubierto todo lo que nos ha traído hasta la situación actual de tener tantos adelantos técnicos, por ejemplo-, y una parte del ego es la que se encarga de que sigamos adelante y pretendamos seguir mejorando. Y eso no es malo.

Lo que sí tiene su parte de “malo” son todas las derivaciones de ego que se relacionan al principio.


Una vez revisados y resueltos los puntos anteriores, y algún otro que se le ocurrirá a cada uno,  sería muy conveniente hacer un nuevo inventario de uno mismo, ponerse la nota justa, y sentirse muy orgulloso de las bondades y cualidades positivas, y sonreírse a sí mismo –con una sonrisa de satisfacción- la próxima vez que uno se mire al espejo.


Te dejo con tus reflexiones…




 

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