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 ANTES DE EMPEZAR EL CAMINO – 2ª PARTE



Febrero 14, 2016, 07:26:25 am
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Desconectado Francisco de Sales

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ANTES DE EMPEZAR EL CAMINO – 2ª PARTE
« en: Febrero 14, 2016, 07:26:25 am »
LO QUE CONVIENE SABER ANTES DE EMPEZAR EL CAMINO DEL DESARROLLO PERSONAL - 2ª parte


ADMITIR Y ACEPTAR (Comprender)

De nada sirve negar lo evidente: ni lo bueno ni lo malo. Si se descubre algo, y ese algo es cierto, hay que admitirlo.

Lo que no quiere decir que haya que conformarse con ello.

De momento, solamente hay que reconocerlo.

Sólo a partir de aceptar lo que hay se puede comenzar a modificar eso que hay.

Cuando se acepte es conveniente hacerlo sin condiciones, sin negaciones, sin maquillaje, sin justificaciones. Es lo que hay.

A uno le han tocado vivir -o han sido por su “culpa”, depende de cómo lo quiera entender cada uno - una serie de circunstancias personales, en una época concreta, con unos condicionamientos, y eso imprime carácter y deja marca.

Esto también hay que admitirlo.

Si uno hubiera nacido en una familia distinta, con otro sexo, en diferente país o siglo, con otras circunstancias, sería distinto. Por supuesto.

Pero uno es quien es y está donde está –de momento- y eso hay que admitirlo y aceptarlo.



PERDONAR – PERDONARSE

Yo no soy partidario de “perdonar” en el uso habitual que se le da a la palabra (“Perdonar: olvidar (una persona) la falta que ha cometido otra persona contra ella o contra otros y no guardarle rencor ni castigarla por ello”), porque es muy discutible que las penas de ese castigo sean merecidas, porque es uno y no el otro quien puede permitir  que las ofensas le hieran o no, y me parece que si uno comprende, a sí mismo o al otro, es innecesario el perdón.

Con el reconocimiento del hecho, sea el que sea, si se descubre que no había mala intención, ya no es necesario entrar en juicios ni sentencias.

Por otra parte, si es que hubiera algo que perdonar, no perdonarlo sería un grave error.

Creo que casi todo –he escrito “casi todo”, no “todo”- es digno de ser perdonado. Entendiendo por perdón la comprensión incondicional que borra lo sucedido sin dejar ningún tipo de residuos.

Incluso en los casos en que se ha actuado con maldad y perversidad, si se hurga en las motivaciones de quien lo hizo, en su educación y en las circunstancias que le han tocado vivir, es posible que se llegara a encontrar una justificación razonable. Razonable para quien lo ha hecho.

En algunas ocasiones uno no es responsable directo de las cosas que hace mal.

Y eso hay que entenderlo, aceptarlo, y “perdonarlo”.



HACER LIMPIEZA DE ENEMIGOS

¿Qué hay dentro de ti que pueda ser tu enemigo o pueda boicotear todo tu trabajo?

Es muy conveniente conocer los enemigos internos.

Y sería muy conveniente llegar a pactos y alianzas con ellos –también sería buena idea eliminarlos-, explicarles con el corazón cómo se siente uno, cuál es la intención actual, y hablarles de la necesidad de contar con ellos como aliados, y pedirles que no se dediquen a entorpecer, a destruir, a poner trabas y zancadillas.

Es mejor que no haya enemigos en esta tarea.


10º
PONERSE SIEMPRE A SALVO

Sólo uno mismo tiene la responsabilidad de su propia vida. Responsabilidad ante sí mismo y ante quien se la dio.

Y tiene la responsabilidad de no herirse, de tratarse con comprensión y amor, de no permitir que las circunstancias de la vida le condenen a una desgracia continua, de mantenerse íntegro y digno a pesar de que no siempre haya sido acertado en sus acciones y a pesar de haber cometido errores, o de haber fallado a otras personas.

Uno siempre tiene que sobrevivir a los conflictos interiores. Tiene que procurar quedar indemne. Por el propio bien.

Y es mejor hacerlo de un modo digno, donde no se vea afectada la Autoestima. Preservándose, con mucho cuidado y con una delicadeza maternal, de los naufragios en los que uno se va a ver envuelto.

Uno ha de salir lo más indemne posible, porque sólo de ese modo puede seguir en el Camino. Se camina mejor sin heridas.

Ponerse siempre a salvo es un ejercicio a favor de uno mismo, para poder resolver, y para no estancarse en culpabilizar o reprochar.

Uno ha de ser, siempre, su más ferviente y magnánimo defensor.

Y uno ha de negarse, siempre, a permanecer en una relación de confrontación consigo mismo.


11º
VALORAR LAS COSAS BUENAS

En general somos bastante injustos con nosotros mismos. Cuando hacemos un inventario de cómo nos vemos –y es igual que se haga de un modo consciente o que sea el inconsciente quien se encargue-, el saldo tiene tendencia a ser negativo.

Medimos con distinta vara las cosas que están bien y las cosas que calificamos como malas.

Las cosas que son de nuestro gusto, nos parece que son normales, que no tienen mérito, y por eso las valoramos poco e injustamente.

Las cosas que no nos gustan las exageramos y las valoramos muy por encima de su tasación correcta.

De una cosa pequeña, casi insignificante, podemos llegar a hacer un mundo.

Perdonamos a los otros, y sin pestañear, las mismas cosas con las que somos absolutamente rigurosos cuando nos suceden a nosotros.

La justicia descompensada y nada arbitraria que usamos contra nosotros es un auto-atentado casi imperdonable.

Hay que averiguar si uno tiene buena materia prima o buenos cimientos sobre los que construir.

Para ello se requiere de una justicia insobornable que sea capaz de sacar a la luz no sólo las faltas y defectos –que lo hará muy fácilmente-, sino reconociendo también las bondades, las cualidades, las posibilidades, la humanidad, la capacidad de amar, y otros dones y virtudes.


12º
EVITAR REPROCHES HACIA EL PASADO

El pasado es solamente eso: pasado.

Del pasado es bueno extraer los buenos recuerdos, para acudir a ellos cada vez que lo deseemos, pero no es conveniente acudir a ellos con una nostalgia inconsolable o con el sentimiento apenado de que fue muy bueno mientras que nuestro presente no es satisfactorio.

Y lo que no es conveniente hacer es regresar al pasado con la intención de encontrar situaciones que reprocharnos. No está bien convertirse en el propio verdugo.

Uno ya no es el yo del pasado, aunque otro “uno mismo” –pero en otro tiempo y siendo distinto del que es ahora- fue quien actuó entonces.

El hecho histórico o cronológico que sucedió en el pasado es inamovible, pero el adjetivo con el que calificamos lo que sucedió, que es quien nos pone en alerta sobre si aquel momento estuvo a nuestro gusto o no, sí puede ser modificado.

Pero no modificado mentalmente porque sea provechoso hacerlo así, sino porque uno ha comprendido ahora que la importancia que se le dio entonces al hecho no corresponde con la valoración neutral que podamos hacer hoy.

En los momentos en que suceden las cosas que acabamos calificando como “malas” uno tiene una visión pesimista de la realidad. Lo ve todo de un modo funesto y desde un duro auto-reproche, y por eso la valoración de aquel momento es más penosa o dramática de lo que realmente corresponde.

Y es mejor seguir construyendo que seguir destruyendo.


13º
A LA LARGA, TODO SON VENTAJAS

Adelanto que el Camino no es fácil.

Va a ser a veces duro y a veces lento.

Se van a encontrar más pegas y dificultades de las que se puedan sospechar ahora.

Pero, a pesar de ello, es recomendable y necesario hacerlo.

Es el único método eficaz.

Y a la larga, cueste lo que cueste, se comprobará que compensa, que ha merecido todo el esfuerzo, los momentos de dudas, la falta de luz, que se sintiera la meta más lejos cada día, y que a cada alegría por un paso dado le siguiera la sensación de que también había otro paso hacia atrás.


14º
CÓMO SE AVANZA EN EL CAMINO

La experiencia dice que los primeros pasos son lentos.

Es por la falta de experiencia en esto, por el miedo ante lo porvenir, por la toma de conciencia de la responsabilidad –que pesa mucho-, o por el deseo de querer hacerlo bien.

Sí se puede decir que, aunque la meta del Camino está en la muerte, y no antes, sí es cierto que se van viendo resultados pronto, pero, más o menos, va así:

En las primeras semanas parece ir muy lento. Y no sólo eso, sino que a medida que se empieza a conocer cosas, y a darse cuenta de más cosas, se ve que queda por aprender mucho más de lo que pudiera imaginar, y entonces uno se acordará de Descartes: “Sólo sé que no sé nada”.

Así que… tranquilidad ante la falta de resultados inmediatos. Serenidad. Paciencia.

Es muy importante que no se entrometa el agobiante ego metiendo prisa.

Se necesitan tiempo, calma, paz, silencio, quietud, equilibrio… hay todo un trabajo de reconciliación con el pasado, y tenemos mucho pasado.

No hay que aligerarse en construir una base que soporte toda una nueva persona. Para que pueda resistir lo que venga, ha de ser sólida y hay que dejar que el cemento fragüe y los pilares se asienten.

Curiosamente, mientras antes desaparezca la urgencia más rápido se avanzará.

Y si al principio va lento -muy lento para nuestro gusto y nuestra prisa por verlo todo ya resuelto-, de pronto las cosas empiezan a coger velocidad, y si se habían tardado tres meses en hacer el primer kilómetro, en los siguientes tres meses se harán cien.


15º
ADELANTE

Ya sólo queda ponerse en marcha. Buen Camino.

« Última modificación: Agosto 26, 2021, 11:38:05 am por francisco de sales »

 

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