¿SEGUIMOS JUNTOS O NOS SEPARAMOS?
El origen de la pareja influye fuertemente en su destino (Cómo influye el flechazo inicial)
Cuando nos sentimos atraídos por alguien y nos enamoramos, vemos en el otro, reflejadas las virtudes que quisiéramos tuviera y terminamos convencidos de que realmente las tiene. Curiosamente aquellos elementos atractivos en principio en la relación de pareja, se convierten en motivo de conflicto posteriormente. “Si me gustaste por coqueta, en una situación de conflicto te conviertes en una …”
“Así pues, los rasgos más fascinantes y maravillosos de la pareja, terminan convirtiéndose en las cosas más horribles y espantosas” (Scarf, citado en Jung 1996)”.
LAS NECESIDADES NO RESUELTAS DE LA PERSONALIDAD
Dice un dicho popular, que “nunca falta un roto para un descosido”. Y así, las necesidades inconscientes de ambos miembros de la pareja van a unirse cual piezas de rompecabezas, a pesar de las aparentes diferencias en ambos.
De ahí se desprenden categorías contradictorias o complementarias de parejas. Al respecto de forma genérica, se han identificado diferentes tipos, entre las cuales se destacan: la pareja salvadora, la complementaria, la dispareja, la maternal o paternal, la infantil o adolescente, la ideal, etc.
A manera de ejemplo en el caso de la pareja salvadora, es aquella, en donde alguno de los miembros siente desde el principio de la relación, una desventaja en el otro y es justo esa desventaja, la que “el otro”, quiere reparar. Por ejemplo; te conocí medio irresponsable y por querer salvarte o apoyarte, me propuse demostrarte que “sí puedes hacer las cosas”. Luego entonces, uno de los miembros se cree el salvavidas del otro y se meten en una cadena eterna de codependencia, en donde uno trata inconscientemente de hacerle el favor al otro, para ayudarlo y el otro medio se deja ayudar sin resolver el conflicto.
EL COMPROMISO INICIAL (ALGUNOS COMPONENTES DEL COMPROMISO)
Todo buen principio, tiene la probabilidad de tener un buen fin. Sin embargo, cuando se convierte en el factor más importante, los preparativos para la boda, que el conocimiento personal, un poco del otro y de las familias de origen, la cosa podría ser muy diferente. Lo accesorio se convierte en lo importante, aunque el análisis de los miembros de la pareja podría evitar muchos conflictos seguros hacia delante.
En ocasiones un simple o intrascendente desacuerdo con el otro, hace pensar en la posibilidad de disolver el vínculo. De hecho existen parejas psicológicamente divorciadas y que aún no lo saben. Este es uno de los más fuertes indicadores. Difícilmente, la pareja analiza los motivos inconscientes que podrían fortalecer o debilitar el compromiso de crecer y vivir juntos.
Existen diferentes formas de presión personal o social para establecer un compromiso: el haber invertido una cierta cantidad de tiempo en la relación, el hecho de que ambas familias conocen y en ocasiones aceptan socialmente al otro, certificándolo como un buen candidato a incorporarse a la familia, otro puede ser la presión ejercida veladamente por la familia para que los futuros consortes formalicen su situación, otro más es el sentimiento de agrado que los futuros cónyuges podrían tener para comprometerse en la relación (Avelarde, 2001) . En este último punto, resulta frecuente en las parejas desavenidas y que solicitan apoyo terapéutico el encontrar que desde el inicio era más fuerte el deseo de alguno de los dos el casarse, estableciendo una relación desigual o desbalanceada de compromiso desde el principio, con las consecuencias que ello conlleva.
CAUSANTES DEL DIVORCIO
La disolución de un matrimonio, no se da en el momento de la firma del acta administrativa, sino se gesta, desde las etapas más tempranas del compromiso de la pareja. Las cosas no se descomponen de la noche a la mañana, sufren un deterioro paulatino e inconsciente que va desgastando la relación, inclusive antes de iniciar. A este desgaste inicial sin soluciones le denomino “divorcio psicológico”.
Algunos indicadores de “divorcio psicológico”, y que deberíamos tomar en consideración son: indicios de infidelidad o hechos consumados anteriores a la relación actual, las diferencias en el terreno de los sexual (disfunción, frecuencia incompatibles, el nivel del grado de satisfacción con la pareja, etc.), enfrentarse a los problemas económicos cotidianos relacionados con la distribución del ingreso, la percepción o ilusión de escapar de la vida actual o la posibilidad de rehacer una nueva vida, sin haber solucionado problemas personales anteriores, la diferencia entre los valores sociales de la pareja, tales como; la educación, los ideales o proyectos de vida, etc.
Un punto y aparte es el tema de la comunicación entre los miembros de la pareja. Pareciera que mujeres y hombres habláramos idiomas diferentes para comunicarnos. Por un lado, nuestras diferencias de género, hacen que las mujeres sean más, emocionales y los hombres más lógicos en su comunicación. Por otro lado, se presentan pares o tipos opuestos en la comunicación, como lo señala Ubando (1996). Producto de ello, existen parejas en donde uno de los miembros es introvertido y el otro extrovertido en su comunicación (introversión-extraversión). Otros resultan objetivos, mientras que el otro es más soñador (Sensación-Intuición). Y en ocasiones uno se comunica con la lógica y el otro con las emociones (Pensamiento-Sentimiento).
Para complicar un poco más el análisis de la comunicación en la pareja, se hace referencia a lo simple del esquema básico de la comunicación: Emisor, mensaje y receptor. Sin embargo, para consuelo de todos se abren caminos alternativos de comunicación analizando la forma como podemos enriquecer el encuentro con el otro, mediante el uso de la programación neurolingüística.
¿POR QUÉ Y PARA QUÉ SEGUIMOS JUNTOS?
Generalmente cuando una pareja está en la disyuntiva de saber sí vale la pena seguir juntos, dentro de la terapia es importante conocer ¿por qué? y ¿para qué? continuar con una relación de pareja. Si la pareja ha llegado a este punto es probable que la esencia del convivir se haya desviado o simplemente nunca la hayan considerado.
Crecer, junto con el ser amado, respetar las diferencias, continuar con una relación de compromiso, evolucionar hacia el mismo objetivo, simplemente no existe. Ello por supuesto no niega ni elimina la presencia del conflicto en la relación, el cuál es inevitable. Sin embargo, estos son parte de los obstáculos por los que vale la pena “penar” o luchar por la relación de pareja.
Por otro lado, en ocasiones, la convivencia con el otro, mete a la pareja en un círculo vicioso en donde convivir, se vuelve costumbre o dependencia.
El convivir juntos en la habitación y separados en lo emocional es otro indicador del divorcio psicológico, en donde lo intrascendente de lo cotidiano, se vuelve el tema de conversación. En los casos más graves, vivir bajo el mismo techo separados en diferentes habitaciones, pero juntos aún en lo emocional, deja más abierta la posibilidad de buscar fuera de la relación una tercera persona.
La codependencia, la costumbre o la separación física o emocional con el otro, puede durar toda la vida.
¿NOS SEPARAMOS?
En las parejas desavenidas, los sentimientos hacia el otro van en proporción a los motivos que les llevaron a separarse. Cuando el evento ha sido de mucho desgaste, la separación puede ser un elemento liberador. Sin embargo, cuando ambos miembros suponen estar más o menos bien y se presenta algún evento desencadenante de la separación, el hecho resulta más traumático y doloroso, por lo inesperado del acontecimiento.
El apoyo terapéutico en estos casos puede ser de gran ayuda, pues implica entre la revisión de la historia personal del paciente y el análisis de los motivos de separación, hacer conscientes aquellos elementos disparadores del divorcio.
La firma del acta administrativa, es de hecho una fase más del divorcio. Sin embargo, el hecho empezó con el divorcio psicológico, manifiesto a través de los indicadores antes mencionados.
Durante la fase posterior al hecho legal-administrativo, el estado psicológico del paciente, pasa por varias etapas, reunidas en una sola, a la cual se le denomina “duelo”.
En el duelo la primera fase es la “negación”, la cual consiste en no creer la consumación del evento (divorcio), sobretodo, porque no se encuentran razones que expliquen cómo la inversión positiva emocional con la pareja haya finalizado. En ocasiones se confunde con un mal sueño o una pesadilla, con la ilusión de que las cosas son temporales y van a mejorar.
Posteriormente, se presenta un estado de “frustración” acompañado de sentimientos o acciones agresivas hacia el otro, o hacia uno mismo, o hacia quién perceptualmente propicio la disolución del vínculo. Este estado sentimental, en ocasiones va acompañado de la pérdida del sentido espiritual o la “fe”, del propio sistema de creencias.
En seguida, el paciente pasa por la “sustitución”, en esta etapa es capaz de ir adquiriendo nuevas habilidades sociales y ello le prepara para la fase de “aceptación o resolución del conflicto”, en esta última etapa, el paciente es capaz de re-interpretar el pasado y puede adaptarse a vivir una nueva realidad de su situación de pareja. En ocasiones se plantea de una forma más sana el darse la posibilidad de establecer una nueva relación.
LA VISIÓN HACIA EL FUTURO
Cuando un paciente ha superado la etapa del duelo, es capaz de aceptar la propia responsabilidad en el conflicto de forma sana, pues como en todo compuesto químico, es un elemento de la fórmula con el otro, y es capaz de entenderlo.
Lo más importante, es el considerar el acontecimiento como una conducta que trajo sus consecuencias y aprendizajes. A pesar de todo, brinda la posibilidad de evolucionar y crecer. De revertir y aprovechar las consecuencias para crecer y adaptarse al cambio de vida.
Aprender del pasado, es la estrategia para construir nuevas redes sociales (hacer nuevos amigos), o recuperar las más cercanas (amigos anteriores), o plantear la posibilidad de re-organizar nuevamente el entorno familiar. El proceso de recuperación incluye; plantearse nuevos proyectos de vida.
SUGERENCIAS PARA EL CAMBIO
“El amor no consiste en mirarse el uno al otro,sino en mirar los dos hacia la misma dirección”. (Antoine de Saint Exupéry, autor del principito)
A manera de estrategias para el cambio, vale la pena tomar en cuenta lo siguiente:
• Para reconstruir nuevamente una relación de pareja, “el borrón y cuenta nueva, nunca funciona”, es cómo esperar un arreglo mágico de las cosas, sin haber hecho nada.
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• Mejorar y entender las diferentes formas de comunicación: entre géneros, de idiomas (Ubando, 1996) y las analizadas porla Programación Neurolingüistica(PNL), brindan la posibilidad de ser más concretos y específicos para transmitir una idea y crecer en pareja a pesar de las diferencias.
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• Analizar la forma cómo se originó una pareja, da cuenta de la probabilidad de su posible futuro. “El origen influye fuertemente en el destino”.
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• Tomar en serio el compromiso inicial de la pareja, puede fortalecer los lazos de unión entre los futuros consortes.
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• Nunca, nunca, pero nunca, suponer que la relación de pareja está bien, solo por el hecho de que “yo me siento bien en la relación”.
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• Resolver los problemas cotidianos, es una gran tabla de salvación, pues cuando se acumulan, de montoncito en montoncito, se crea una enorme montaña de conflictos.
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EN LO INEVITABLE
• En el peor de los casos, cuando la disolución del vínculo está decidida y es inevitable, más vale llegar a un buen arreglo que a un mal pleito. Es conveniente pensar con la cabeza y no dejar que las resuelva el corazón o una conducta visceral.
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• Cuando los pleitos se alargan, además de perder los consortes, los hijos son los más perjudicados y los abogados los únicos beneficiados.
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• Recuerda que tu hijo aprende lo que ve. Una máxima de los abogados es: “hijos de padres divorciados, divorciados serán en la edad adulta”.
PALABRAS FINALES
“El matrimonio es como un pequeño jardín que tienes que cuidar constantemente. Hay que estar encima de él. Es la única forma de crecer, evolucionar y seguir juntos” (Bruce Willis –actor-, citado en Castells 1999)
“Sufrir no es tu destino, es tu decisión”.
“Lo que hace más importante a tu rosa, es el tiempo que le dedicas cada día”.
Psic. Juan Antonio Barrera Méndez