La vergüenza y su papel en los trastornos psicológicos
By Ana Muñoz
La vergüenza es una emoción que implica considerarse a sí mismo de un modo negativo a través de los ojos de los demás y puede ser el desencadenante de diversos problemas psicológicos.
Cuando una persona siente vergüenza, piensa que hay algo malo en ella como persona; es decir, se centra en sí misma más que en su comportamiento y se siente expuesta, sin valor, defectuosa, impotente o fracasada.
La vergüenza puede darse a diversos niveles. En su nivel más leve estaría el azoramiento normal que puede sentir una persona ante una pequeña metedura de pata y que con frecuencia afrontamos riéndonos de nosotros mismos, como un tropezón al caminar. No suele causar problemas y se suele manejar bien. Sin embargo, cuando la vergüenza es intensa no se siente el más mínimo deseo de reír, sino que se experimenta como una emoción sumamente dolorosa que puede crear o contribuir a la aparición de diversos problemas emocionales cuando se mantiene a lo largo del tiempo y dañar el sentido del yo. Por ejemplo, en personas sometidas a humillaciones, rechazo o desprecio continuado.
La vergüenza puede estar asociada a problemas como fobia social, trastornos alimenticios, depresión, ira, violencia doméstica, agresión sexual, abuso de sustancias y numerosos problemas sociales e interpersonales. Suele ser una importante fuente de ira, tanto hacia los demás como hacia uno mismo (en forma de autodesprecio).
1. Vergüenza y autoestima
Cuando una persona ha sido ridiculizada y avergonzada en su infancia (por ejemplo, mediante críticas, abuso, maltrato, rechazo, insultos, desprecio, etc.) crece pensando que es inadecuada, inferior o defectuosa de alguna manera. Es decir, desarrolla una baja autoestima y una sensación de inadecuación que le puede hacer especialmente sensible a las situaciones en las que podría experimentar rechazo o humillación por parte de los demás. Es decir, puede tener una mayor predisposición a sentir vergüenza. Teme actuar de modos que otros puedan considerar inapropiados o percibe que los demás son críticos con ella o la rechazan. Es decir, una persona con una baja autoestima es especialmente sensible a los ataques a su autoestima, que les hacen sentir vergüenza en mayor medida que a los demás.
2. Las principales causas de la vergüenza
Una de las principales causas de vergüenza tiene que ver con las relaciones con otras personas. Las relaciones conflictivas pueden ser fuente de comportamientos de humillación, rechazo o desprecio que hieren la autoestima de las personas y les hace sentirse avergonzadas y defectuosas.
Las relaciones son tensas, conflictivas e inseguras. Las personas dicen sentirse humilladas, heridas y ofendidas. O pueden expresar sentimientos de estar excluidos o falta de pertenencia, soledad, rechazo, acoso, ser dejado de lado, ser ignorado, sentirse invisible. El rechazo puede generar dudas acerca de uno mismo y de la propia capacidad. Cuando una persona nunca oye ningún comentario agradable, sino tan solo quejas de su comportamiento, puede acabar dudando de sí misma y de su capacidad. Es decir, puede empezar a sentirse inadecuada como persona, con sentimientos de no valer lo suficiente, no estar a la altura, ser un fracaso como persona. Y todo esto es lo que se conoce como vergüenza.
Después de un tiempo así, pueden empezar a sentir depresión, miedo, falta de fuerzas, dolores musculares, ira, fatiga crónica... Pueden sentirse irritables y enfadados todo el tiempo, su personalidad ha ido cambiando poco a poco, sin apenas darse cuenta, hasta que dejan de ser la persona que eran.
3. La reacción ante la vergüenza
Una de las reacciones más frecuentes ante la vergüenza es la ira, que puede estar dirigida hacia los demás, en forma de agresiones, violencia, crítica, etc., o hacia uno mismo, en forma de autodesprecio y odio hacia uno mismo.
Además, se dan reacciones de retirada y evitación, tendiendo a aislarse de los demás para evitar experiencias que puedan producir vergüenza. No obstante, la vergüenza puede sentirse también estando solo. Por ejemplo, cuando una persona piensa que es inadecuada y defectuosa y que nadie podría quererla, está sintiendo vergüenza aunque esté sola en su casa mientras lo piensa. Aún así, es un sentimiento que está relacionado siempre con el modo cómo nos perciben o creemos que nos perciben los demás.
4. La vergüenza: una emoción oculta
Contar a una persona de confianza una determinada experiencia y decirle que has sentido vergüenza es un buen modo de hacer que ese sentimiento disminuya. Pero lo cierto es que no suele hacerse muy a menudo.
Por lo general, la gente tiende a hablar de sus emociones. Cuando cuentan a otros una vivencia o experiencia suelen decirle que se sintieron enfadados, tristes, felices, etc. Pero esto no siempre sucede con la vergüenza, pues se trata de una emoción que la gente prefiere guardarse para sí misma.
La vergüenza juega un papel importante en la regulación de otras emociones como ira, miedo, culpa o amor. Si nos avergonzamos de sentir determinadas emociones, la probabilidad de expresarlas será más baja. Por ejemplo, si te avergüenza sentir ira, no expresarás esa emoción o negarás su existencia. Así, cuando una persona se avergüenza de sus emociones, tiende a suprimirlas, de manera que puede llegar a estar totalmente bloqueada, sin apenas atreverse a sentir y mucho menos a expresar lo que siente. Si hace esto durante mucho tiempo, puede llegar un momento en que ni siquiera sepa lo que siente. La vergüenza lleva a las personas a ejercer un autocontrol intenso y gran autocastigo u odio hacia uno mismo cuando ese autocontrol fracasa.
Un estudio mostró que las emociones que las personas prefieren no expresar y guardarse para sí mismas son los celos, el odio, la envidia y la vergüenza. El 54% de las mujeres y el 53% de los hombres se guardarían la vergüenza para sí mismos.
5. La humillación y sus efectos
Como decía antes, una de las principales fuentes de vergüenza está en las relaciones con los demás en las que se dan conductas de humillación.
En muchas relaciones, como pueden ser las relaciones en el lugar de trabajo, la vergüenza y la humillación parecen ser parte del juego de poder. Existen numerosas formas de humillación, como pueden ser la traición, quitar poder a alguien, infantilización, intimidación, etiquetado, estigmatización, invalidación, rechazo, objetivación, ignorar a alguien, acusación, burla, extender rumores, etc. Por ejemplo, decirle a alguien que sus ideas son absurdas durante una reunión de trabajo supone una descalificación pública que suele resultar sumamente dolorosa.
Las organizaciones recurren también a la humillación como un modo de mantener el control social. Por ejemplo, las personas que critican a una organización pueden ser víctimas de humillaciones y aislamiento para hacer que se callen. O bien, se crean chivos expiatorios a quien transferir la culpa cuando la autoimagen de todo el grupo se ve amenazada
5. El efecto de la vergüenza en la salud física y mental
Las personas que han sido víctimas de la vergüenza a través de la humillación, el ridículo o el insulto tienen una peor salud que el resto de las personas. La humillación suele ser una causa frecuente de depresión, junto a la pérdida de algo importante. Por ejemplo, la pérdida de un trabajo (y del estatus social que conlleva) puede hacer que una persona se sienta avergonzada.
En un estudio realizado con 40.000 personas, la depresión y el síndrome de fatiga crónicaaumentaban conforme aumentaban los sentimientos de vergüenza. De las personas que no habían sido avergonzadas/humilladas de ninguna manera, solo el 5% tuvieron depresión o fatiga crónica durante el año anterior. Por el contrario, el porcentaje para los que habían sido humillados era de 37% para la depresión y 31% para la fatiga crónica.
Dado que la vergüenza tiende a ocultarse, es más difícil de descubrir e incluso una persona puede no ser consciente de que la causa principal de su sufrimiento es el sentimiento de vergüenza.
Cuando en el tratamiento de algún trastorno psicológico no se tiene en cuenta la vergüenza y el autodesprecio que pueden estar escondiéndose debajo, el tratamiento no resulta del todo eficaz. Por eso, algunos autores han tratado de buscar signos que indiquen la existencia de vergüenza. Por ejemplo, la falta de contacto ocular, los movimientos lentos, el nerviosismo y las autoacusaciones se han considerado signos de la existencia de vergüenza. Aunque otras emociones, como tristeza o ira, puedan estar presentes, la vergüenza no reconocida puede ser el problema central subyacente.
6. Vergüenza y agresión sexual
Entre los hombres es más común que entre las mujeres la vergüenza relacionada con la sensación de ser inadecuado sexualmente, que puede llevar a la agresión sexual o la violencia contra la mujer. Son hombres que se han sentido rechazados, torpes sexualmente o humillados y reaccionan con ira que expresan contra las mujeres en general.