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 ENFADARSE ES MATARSE



Septiembre 30, 2016, 06:02:54 am
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Desconectado Francisco de Sales

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ENFADARSE ES MATARSE
« en: Septiembre 30, 2016, 06:02:54 am »
ENFADARSE ES MATARSE


En mi opinión, no es ninguna exageración el título.

Podría justificarlo diciendo que matar, según el diccionario, es “quitar la vida a un ser vivo”, y quitar la vida no es solamente que el cuerpo quede inerte, que los pulmones y el corazón dejen de funcionar, sino que “quitar la vida” –y en esto estaremos todos de acuerdo- es quitar o quitarse la posibilidad de estar viviendo plenamente, y el tiempo que uno pasa en un enfado –y peor aún el que se pasa odiando- no es un tiempo que se viva ,porque uno no está centrado en sí y en lo suyo, sino que está en un estado alterado de su propia conciencia y consciencia. Uno está -como bien se dice- “fuera de sí”.

Matar también es –y puedes comprobarlo en el diccionario- “producir a alguien un gran sufrimiento físico o moral”. Y esto es muy interesante, porque en general estamos muy equivocados cuando nos enfadamos –y más aún cuando odiamos-, ya que creemos que con nuestro enfado estamos perjudicando a quien nos ha causado el enfado –o el odio-, y no es cierto.

En ambos casos el verdaderamente perjudicado es quien está enfadado o quien odia, porque se provoca un estado de alteración y enojo, de intranquilidad e irritación, de frustración  y rabia, de descontrol y descentramiento. Prueba a recordar cómo te sientes, cómo te comportas, qué pasa por tu cabeza en esos momentos anormales, y trata de recordar cómo después, y en más de una ocasión, te arrepientes y no solamente por el otro sino por ti mismo. Recuerda cómo en alguna ocasión te has dado cuenta de la inutilidad de los enfados –o del odio-.

Esto lo explica muy claramente el ejemplo que se cuenta de quien se toma un veneno con la intención de que le haga efecto a su enemigo y sea el enemigo quien muera. Esto es igual de absurdo.

Ya que tienes el diccionario a mano, comprueba también esta otra acepción: “perder la vida involuntariamente”. En las líneas anteriores ya has podido comprobar que cuando estás enfadado –o cuando odias- no estás consciente de la vida –de tu vida-, así que la estás perdiendo, y la estás perdiendo involuntariamente porque no eres consciente de ello, porque no estás al mando de tu voluntad, porque el estado en que te encuentras no te permite el control de tus actos y proceder del modo adecuado.

EL TIEMPO DE ENFADO ES UN TIEMPO INÚTIL.

Cuando otro hace algo que no es de nuestro agrado, cuando nos sucede algo que no nos apetece, cuando ocurren cosas que nos molestan, es cuando uno tiene que darse cuenta de lo que está pasando y no dejar que la impulsividad se manifieste descontroladamente, sino que es el momento de usar la aceptación –sea lo que sea, ya ha sucedido-, la ecuanimidad –que nos permitirá valorar el hecho en su justa medida-, la comprensión –tal vez no estaba en la intención de la otra parte molestarnos-, y quién se siente enfadado o quién odia –y si es un asunto de nuestro ego herido en su orgullo, más vale que no le demos excesiva importancia-.

Yo no sé si es porque ya llevo andado un tramo del Camino o es porque tengo bastantes años, pero el caso es que ya no me enfado –y, por supuesto, no odio a nadie-.

He aprendido que las cosas son lo que son y no lo que yo quisiera que fueran.

He aprendido que lo importante no es lo que me pasa, sino lo que yo hago con eso que me pasa.

Valoro más mi estabilidad emocional, no descentrarme, y no llevarme un disgusto del que voy a ser yo el principal afectado, así que hago uso de lo que he relatado anteriormente, y si hace falta recurro a eso que se dice de contar hasta 100 –y muchas veces cuando llego al 5 ya me ha calmado-, valoro si realmente merece la pena esa reacción mía –pero no me dejo pisar ni que abusen de mí, para eso está la asertividad para defenderme-, y relativizo las cosas, las desdramatizo, las veo en la distancia y con serenidad.

No es muy fácil, porque en esos momentos precisamente lo complicado es mantener la calma, pero… yo ya he aprendido quién es el que al final se queda mal cuando se enfada –o cuando odia-.

Ahora es tu turno de decidir.

Te dejo con tus reflexiones…






 

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