7 VERDADES DE LA VIDA DIFÍCILES DE ACEPTAR PERO EXTREMADAMENTE LIBERADORAS
Desarrollo Personal
La vida es sencilla, somos nosotros quienes nos empeñamos en complicarla. Uno de nuestros mayores problemas consiste en que nos resistimos a vivir el presente, de manera que siempre estamos a caballo entre el pasado y el futuro. Cuando nos ocurren cosas buenas, no las disfrutamos plenamente porque seguimos preocupados por el futuro y cuando nos ocurren cosas negativas tenemos la tendencia a negarlas, como si así pudiésemos lograr que desaparecieran.
Estar ausentes y negar la realidad empeora aún más los problemas y a menudo nos impide lidiar con la adversidad de una manera eficaz ya que no somos suficientemente objetivos. Practicar la aceptación radical es un paso enorme hacia nuestro bienestar. Y podemos comenzar precisamente con algunas verdades de la vida difíciles de aceptar, pero que cuando finalmente comprendemos, tendrán un efecto liberador.
1. Las personas se van
Cada persona tiene su propio camino, a veces tenemos la suerte de coincidir durante mucho tiempo, otras veces ese tiempo no nos parece suficiente. Aunque nos duela asumirlo, lo cierto es que las personas entrarán y saldrán constantemente de nuestra vida, y nosotros haremos lo mismo.
Es triste, sobre todo cuando tenemos una conexión especial con alguien, pero “dejar ir” es uno de los aprendizajes más complejos que debemos afrontar en la vida. A veces las personas regresan, otras veces se van para siempre, lo importante es aprovechar los momentos maravillosos que podemos pasar a su lado. Cuando existe un vínculo emocional muy fuerte, el tiempo nunca será suficiente, pero tener la certeza de que disfrutamos al máximo de esa relación es un enorme bálsamo para curar la ausencia.
2. Aprende a cuidarte, nadie más lo puede hacer por ti
Necesitamos la ayuda de los demás, sobre todo en los momentos difíciles, pero lo cierto es que cuando se producen heridas emocionales, solo nosotros podremos sanarlas. Las personas que nos acompañan pueden darnos ánimo y reconfortarnos, pero somos nosotros quienes tendremos que encontrar la fuerza para seguir adelante.
Eso significa que debemos prestarnos más atención y no descuidar a ese niño que habita en nuestro interior. Una excelente estrategia consiste en practicar la meditación delante del espejo. Durante los primeros minutos no pasará nada pero si persistes, poco a poco empezarás a mirar a esa persona en el espejo de una manera diferente.
3. Si quieres algo, tienes que dar algo a cambio
Vivimos en la época de las gratificaciones instantáneas, pero lo cierto es que las cosas que merecen la pena siempre han requerido una dosis de riesgo y sacrificio. Y eso no ha cambiado. Si quieres realmente algo, si tienes un sueño, tendrás que luchar por conseguirlo. A menudo eso significará que tendrás que renunciar a algo.
Toda decisión implica seguir un camino y desechar el resto, lo cual significa que tendrás que renunciar a otras cosas. Pretender tenerlo todo es una actitud infantil y poco realista que conduce a la frustración. Por tanto, solo nos resta decidir si ese sacrificio merece la pena, decidir qué estamos dispuestos a entregar para obtener algo.
4. No puedes huir del dolor
La vida encierra todos los extremos: amor y odio, salud y enfermedad, ganancia y pérdida. No podemos vivir en una burbuja, pretendiendo ponernos a salvo del dolor, el sufrimiento y la decepción porque eso implica que no estamos viviendo.
De cierta forma, las emociones dolorosas nos depuran y nos hacen más humanos, nos devuelven nuestra mortalidad y en muchas ocasiones incluso nos permiten desarrollar una perspectiva más equilibrada de la vida. Por supuesto, nadie quiere sufrir, pero dado que la adversidad terminará tocando a nuestra puerta, lo más sensato es asumir lo ocurrido e intentar recomponer los pedazos rotos lo más pronto posible.
5. Los lazos que te reconfortan son los mismos que te atan
A lo largo de la vida mantenemos relaciones muy especiales, establecemos lazos que nos reconfortan y nos hacen sentir seguros. Puede tratarse de nuestros padres, pareja, amigos... Saber que están ahí nos brinda una agradable sensación de tranquilidad. Sin embargo, los mismos lazos que nos reconfortan, nos atan. Es una realidad difícil de aceptar.
El apego es una de las principales causas del sufrimiento y puede convertirse en una barrera para desarrollar al máximo nuestro potencial. De hecho, cuando los lazos emocionales dejan de ser reconfortantes y aprietan demasiado, se convierten en un problema. Debemos encontrar un equilibrio, de manera que desarrollemos vínculos maduros donde nadie se sienta propietario del otro y cada quien tenga la mayor libertad posible para ser, y tomar sus decisiones.
6. La seguridad es una ilusión
Pasamos gran parte de la vida buscando la seguridad, intentando atesorarla como si fuera algo que podemos guardar bajo llave a buen recaudo. Pensar en términos de seguridad y estabilidad nos reconforta y nos permite aliviar la incertidumbre por el futuro. Sin embargo, si bien es cierto que necesitamos cierto grado de estabilidad y seguridad, no es menos cierto que la mayoría de las cosas que damos por seguras pueden esfumarse en muy poco tiempo.
Comprender que la seguridad es una ilusión, más o menos intensa en dependencia de cada persona, es extremadamente liberador porque nos permitirá dejar de aferrarnos a las cosas y las personas, para aprender a disfrutarlas de verdad. Ser conscientes de que lo que tenemos hoy, puede no estar mañana, nos permite valorarlo mucho más y, sobre todo, sentirnos más satisfechos y felices aquí y ahora.
7. La vida no es justa, ni injusta
La vida es solo la vida, es un continuo fluir donde todo está en cambio permanente. La vida no es justa o injusta, esas son etiquetas que colocamos según nuestras expectativas, según lo que creemos merecer o no. Por tanto, es completamente inútil pensar que la vida no nos ha recompensado como debería porque eso solo generará una profunda sensación de insatisfacción y hasta puede crear las bases de una indefensión aprendida.
La vida es preciosa, con periodos mejores y peores, debemos estar preparados para disfrutar los buenos tiempos y afrontar las épocas difíciles. Hacer juicios de valor no añadirá nada constructivo a la situación.