CONFÍA EN TUS SUEÑOS
¿Tienes un deseo que te gustaría que se cumpliera? ¿Hay algo especial que quieres lograr en la vida? Sigue las recomendaciones de este reportaje y seguro que lo consigues.
Las personas necesitamos que nuestra vida sea una sucesión de experiencias que nos hagan avanzar. Cada meta es un paso. Cada deseo nos da el impulso necesario para seguir creciendo. Soñar es positivo, pero llega un momento en que se necesita pasar a la acción. Porque si nunca se realizan esos sueños, corremos el riesgo de dejar de soñar.
Los sueños cambian
De niños, soñamos con cosas que quizá ahora ya no deseamos de la misma forma. Si soñábamos con tener un caballo, ahora ya no lo queremos, o bien lo hemos cambiado por una moto o un coche, o cualquier cosa que se adapte mejor a nuestra condición de adultos. Los sueños cambian porque nosotros cambiamos y crecemos, pero no desaparecen, además lo importante es seguir siendo capaces de soñar a cualquier edad.
Es posible que nuestros sueños de la niñez fueran mucho más amplios de lo que lo son ahora, quizá abarcaban una mayor cantidad de posibilidades, dejando al azar detalles en los que ni siquiera reparábamos. Los niños suelen soñar según viven, con la ingenuidad y espontaneidad que les caracteriza. Pero cuando crecemos y nos convertimos en adultos, nuestra forma de ser y de vivir también ha madurado, por ello nuestros sueños también lo hacen. Ahora soñamos de diferente manera, sin tantos cabos sueltos. Somos capaces de soñar de forma más concreta y concisa, y por lo tanto más realista. Es como si adaptáramos nuestros sueños y deseos, a nuestra percepción adulta de la realidad. De niños, podíamos soñar con llegar a ser princesas, a vivir en una isla desierta, o a cruzar el mundo en un globo. Ahora, podemos soñar con viajar, con llevar una vida que nos satisfaga psicológica y emocionalmente, o incluso con tener mucho dinero, pero siempre lo haremos de forma que nos parezca que puede llegar a convertirse en una realidad. Pero esta forma adulta de desear cosas, no hace que alcancemos nuestros deseos más fácilmente, sino que a veces, conseguimos precisamente el resultado contrario.
Una traba: el miedo
Para ser felices, es importante soñar, pero al hacerlo, corremos el riesgo de permitir que nuestros sueños y deseos se enquisten, endureciéndose de tal forma que parece que ya no es posible que puedan llegar a ser reales alguna vez. Cuando un sueño o deseo se estanca, es porque nosotros nos hemos estancado también, pues nos hemos acostumbrado a no conseguirlo, de tal forma que se nos pasa la vida deseando que sea de una forma distinta. Deseamos tener cosas o alcanzar logros, pero por mucho que trabajamos por conseguirlos, parece que no vayan a llegar nunca.
El motivo pueden ser varias cosas, pero la más común es el miedo. Podemos tener miedo a conseguirlo, a no conseguirlo, e incluso a intentar conseguirlo. El temor puede variar también según el tipo de sueño que tengamos y según lo cerca que estemos de poder alcanzarlo.
El ser humano es un animal de costumbres y nos es muy fácil acostumbrarnos al hecho mismo de desear, por lo que somos capaces de alargar ese deseo por tiempo indefinido, sin permitir que llegue a hacerse realidad. El hecho de desear algo, es también una vía de escape de la realidad que vivimos. Tener un sueño o una meta, otorga cierta singularidad a nuestra vida, la hace especial de alguna manera, y sobre todo, la hace más nuestra, si mantenemos nuestros más íntimos deseos sin conseguirlos. Pero al mismo tiempo, esto nos aporta desazón y ansiedad, que se traduce en infelicidad. Y es que quizá, si sentimos temor a cumplir nuestros sueños, sea porque inconscientemente pensamos que no estamos preparados para recibirlos.
Fingir que ya lo has logrado
A pesar del miedo y de la fuerza de la costumbre, podemos conseguir nuestros deseos y para hacer que nuestros sueños del futuro, se hagan realidad en el presente, una buena forma es fingir que estamos preparados para ellos. La palabra “fingir” tiene para todos nosotros una connotación negativa, pues su significado es aparentar lo que no es. Sin embargo, fingir no es engañar, sino simular algo que no es real, pero es posible simular también algo bueno, lo que convierte al hecho de fingir, en una conducta positiva. No se trata de creernos más de lo que somos, ni de ser arrogantes, tampoco de vivir como si fuéramos ricos, gastando un dinero que no tenemos. Se trata más bien de fingir que sabemos que aquellas cosas que queremos conseguir, o los logros que pretendemos alcanzar, son ya nuestros solo por el hecho de desearlos. Se trata pues de tener fe, sí, pero fingiendo que estamos preparados para cumplir nuestros sueños. Como dice Neale Donald Walsch en su libro Conversaciones con Dios, hay tres pasos para conseguir lo que deseamos: Concebir, crear, y experimentar.
Primero, concebir
Según el diccionario de la Real Academia, concebir significa formarse una idea o concepto de algo. Y es esto lo que tenemos que hacer para lograr nuestros deseos, concebirlos en la mente como algo ya conseguido. Por ello, hemos de actuar en la misma concordancia que nuestros deseos. No podemos desear un coche nuevo si ni siquiera hemos decidido la marca o el tipo de coche que nos gustaría, es decir, si no tenemos una idea preconcebida de cómo queremos que sea. Si forjamos mentalmente la idea o concepto de nuestro deseo, el universo recibe nuestra petición y nos la devuelve en forma real. Por ello, es importante ser capaz de visualizarlo, de imaginarlo, de construir una idea clara, utilizando la imaginación a nuestro favor. La imaginación es una herramienta muy poderosa que todos tenemos y que muy pocas veces utilizamos para nuestro bien. Sin embargo, solemos utilizar la imaginación casi siempre en nuestra contra, pensando lo que no queremos que ocurra, impulsados por el temor y la ansiedad de lo que no deseamos, pero si ponemos la misma fuerza y empeño en imaginar lo que queremos, concebiremos nuestro sueño como una realidad.
Segundo, Crear
El pensamiento es creador, pero también lo son las palabras y las obras. Pensar en nuestro deseo, hablar de él, actuar como si supiéramos con seguridad que pronto lo habremos conseguido, nos ayuda a vivir de acuerdo a lo que deseamos. Nadie puede negar el gran poder que tienen las palabras y mucho menos las nuestras, pues inciden directamente sobre nuestro pensamiento y sobre nuestras obras. Según hablemos, así actuamos, puesto que siempre estamos intentando ser coherentes con lo que decimos, salvo excepciones. Por ello, si decimos que queremos un coche nuevo, el mensaje que enviamos al universo es que nos otorgue lo que le estamos pidiendo, es decir: “querer un coche nuevo”. Esto significa que seguiremos queriendo el coche y nuestro deseo estará cumpliéndose, no podemos negarlo. Por ello, lo importante a la hora de crear es saber que también hemos de hablar como si no tuviéramos ninguna duda de que se va a cumplir. Es mejor decir, “un coche nuevo está llegando a mi vida” o “pronto tendré un coche nuevo”, pero si utilizamos la frases que comiencen con: “quiero…”, estaremos pidiendo que deseamos continuar queriendo, y lamentablemente, casi todas las frases que decimos sobre nuestros deseos suelen ser así: “Quiero una casa más grande, deseo viajar, me gustaría tener más dinero, etc.”, en lugar de hablar como si diéramos por hecho que pronto será así.
Tampoco las quejas ayudan mucho a crear un sueño. Quejarnos continuamente del coche viejo no ayudará a que venga el nuevo, sino todo lo contrario, porque al quejarnos, la petición que recibe el universo es la de malestar y eso es lo que nos devuelve, más malestar aún. Una palabra o pensamiento expresado continuamente se convierte en algo realizado en el exterior, es decir, en una realidad.
Tercero, Experimentar
A la hora de experimentar, intervienen varios factores que hemos tener muy en cuenta, las emociones y sensaciones, los sentimientos, e incluso nuestras reacciones. Todo esto existe en cualquier tipo de experiencia. Por ello y desde nuestra visión más realista, es bastante difícil experimentar un sueño que aún no hemos conseguido. Esto es porque siempre pensamos, hablamos, e incluso decidimos las cosas, según las experiencias que hemos tenido. El pasado nos influye de forma notable a la hora de desear algo, sin embargo, esto es un error. Que no hayamos tenido éxito con nuestros sueños hasta ahora, no significa que no vayamos a tenerlo a partir de ahora. Esta es una ley que tendemos a olvidar, pero es sumamente importante que la recordemos. Y cada vez que pensamos o decimos que queremos algo, estamos tomando la decisión de quererlo, pero no la de tenerlo. La experiencia nos ha de servir de aprendizaje pero no de base para tomar una decisión. Sin apenas darnos cuenta, tomamos cientos de decisiones al día, sin llegar a ser conscientes de la importancia de cada una de ellas. Decidir según la experiencia que hemos tenido, o incluso según las experiencias de otros, significa continuar sin el coche nuevo porque hasta ahora, hemos tenido uno viejo. Decidir según lo que queremos experimentar, es muy diferente, significa decidir qué hechos queremos provocar. Así, si decidimos cumplir un sueño, esta decisión provoca que se haga realidad y se convierta en una experiencia, porque así lo hemos decidido. Esto es vivir con conciencia. Es ser la causa de nuestras experiencias y no el efecto. Si deseamos algo nuevo, no podemos seguir basándonos en algo viejo.
Completar el círculo
Podemos invertir el proceso para hacer realidad nuestros deseos más fácilmente, empezando por el final, pues prácticamente los tres pasos forman un círculo: Experimentar, crear, concebir, experimentar, crear, concebir, etc. En realidad no podemos saber donde empieza ni donde acaba. Cuando experimentamos algo, es muy fácil concebirlo, pero no podemos experimentarlo sin haberlo concebido mentalmente antes, es decir, sin tener una idea clara sobre ello. Fingir es la mejor manera de experimentar y de concebir a un mismo tiempo. Es también la mejor forma de crear, utilizando las emociones y sensaciones necesarias para vivir la experiencia antes de que ocurra.
El actor Ed Harris dijo en una entrevista en una escuela de actores, que un actor siempre debe mostrar seguridad, pero cuando le preguntaron qué podían hacer si no se sentían seguros, respondió: Si no se tiene seguridad, hay que fingirla.
Con nuestros sueños, podemos ser como actores que fingen lo que aún no han logrado, porque esto nos hace sentir y experimentar las cosas como si ya fueran una realidad. Si queremos ser diferentes a como somos, hemos de empezar por fingir que ya lo somos, hasta llegar a convertirnos en lo que estamos simulando ser. Eso sí, debemos hacerlo sabiendo que no nos estamos engañando a nosotros mismos ni a los demás, sino que estamos intentando atraer nuestros deseos a través de la experiencia, sin esperar a que la vida nos dé esa experiencia, sino experimentando por adelantado lo que será haber alcanzado nuestros sueños, y preparándonos para ellos. Así, al invertir el proceso, nuestra experiencia tendrá coherencia con nuestro pensamiento, palabra y obra, dando un giro a nuestra vida y a la forma que tenemos de experimentarla.
Sobre todo, deja de preocuparte
Es difícil no preocuparse por algo que va mal cuando la situación está en un límite en el que sentimos que tenemos que hacer algo para cambiarla. Sin embargo, si realmente queremos que cambie, no lo vamos a conseguir preocupándonos. Preocuparse no es ocuparse. Cuantas más vueltas le demos, cuanta más importancia le otorguemos al hecho de que aún no hemos alcanzado nuestros sueños, más lejos estará poder hacerlos realidad. Porque estaremos reforzando la idea de que no los tenemos, con el pensamiento recurrente de que aún nos faltan, con las palabras y la actitud del deseo, en lugar de fingir que sabemos que pronto los tendremos.
Vive en el presente
Esa seguridad que es tan importante fingir para adquirir dentro de nosotros mismos, es la clave para alcanzar los sueños. Y esa seguridad es la fe en que pronto va a ocurrir lo que deseamos. Pero tener fe no tiene por qué ser un trabajo, un esfuerzo continuo, sino que puede ser algo mucho más llevadero que hagamos sin apenas darnos cuenta. Para conseguirlo, es necesario que nos despreocupemos, que vivamos atendiendo solo al momento que vivimos e intentando hacer las cosas lo mejor posibles, dando el máximo de nosotros mismos en cada cosa que hagamos. Esto nos lleva a tener la seguridad de que los hechos en la vida se suceden por sí mismos y lo que deseamos, también se sucederá, pues estamos viviendo de acuerdo a esa idea, la de que es posible conseguirlo. Además, al preocuparnos, nos imbuimos en negatividad y ansiedad, y esto impide directamente la posibilidad de hacer realidad nuestros sueños. Sin embargo, si vivimos despreocupados con la alegría de saber que todo ocurrirá, más tarde o más temprano, la energía positiva que nos invade, ayudará a nuestra causa y mientras tanto, seremos infinitamente más felices.
Pasos para transformar en realidad un deseo:
. Despreocúpate: Ocúpate de hacer las cosas lo mejor posible, viviendo el momento mientras das lo mejor de ti mismo. No es lógico estar preocupado por algo que deseas.
. No des importancia a tus miedos: Si los miedos persisten, deja que fluyan. No pienses en ellos porque si lo haces, sólo conseguirás agrandarlos. Sin embargo, si no cuentas con ellos a la hora de decidir, lograrás disminuirlos.
. Mantente feliz: Si no quieres que tu sueño huya de ti, esfuérzate en recibirlo siempre con alegría. Si estás preocupado o con algún malestar, estás evitando que las cosas buenas te ocurran.
. Finge que ya lo tienes: Esfuérzate en vivir y actuar como si supieras que lo que deseas, está llegando a ti. Ten un comportamiento coherente con tus deseos. Es importante vivir de acuerdo a lo que quieres atraer.
. Agradece: El agradecimiento debe ser siempre por adelantado. Tienes muchas cosas que agradecer a la vida, hasta las que aún no has conseguido. Si lo haces así, será como decirle al universo que le agradeces de antemano lo que sin duda te va a dar.
. Decide por ti mismo: Acuérdate de decidir siempre desde ti, en cada momento. Las experiencias ajenas o incluso las propias, no siempre deben contar a la hora de tomar una decisión, si quieres cambiar las cosas, sé la causa de tus experiencias y no el efecto.
. No estanques tus sueños: Permite que tus sueños se muevan, crezcan o cambien. Lo importante es tenerlos, pero no hay que empeñarse en conservarlos siempre de la misma forma. Si tú cambias, tus sueños también lo hacen.
. No dejes de soñar: Sueña siempre que te sientas capaz. Los sueños son el motor de tu vida. Te ayudan a avanzar y evolucionar, luego son una parte muy importante de ti mismo.
. Ten fe: Tener fe no debe resultar un esfuerzo, sino que más bien es dejarse llevar, sabiendo que lo que deseas va a llegar pronto.
. Sé paciente: La paciencia es la madre de la ciencia. Sin ella, no das lugar a que tus sueños se realicen. Piensa que las cosas ocurren cuando tú estás preparado.
. Aprende del viaje: Como dice el poema de Kavafis, Ítaca, lo importante no es solo el destino sino también el viaje. Aprende de lo que te encuentres en el camino, porque esos encuentros solo se presentarán una vez y es importante que los aproveches.
(Mar Cantero Sánchez)
Escritora y Coach