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 CÓMO DISCUTIR BIEN Y CONVERTIR CONFLICTOS EN OPORTUNIDADES



Febrero 10, 2020, 05:51:24 am
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CÓMO DISCUTIR BIEN Y CONVERTIR CONFLICTOS EN OPORTUNIDADES
« en: Febrero 10, 2020, 05:51:24 am »
CÓMO DISCUTIR BIEN Y CONVERTIR CONFLICTOS EN OPORTUNIDADES
Pau F. Navarro

Siempre me han llamado mucho la atención las investigaciones del profesor John Gottman, pionero en el estudio de las causas de divorcio. Su principal trabajo consiste en haber grabado durante años a miles de parejas relacionándose entre sí para encontrar qué señales son capaces de predecir una separación inminente.
¿Y sabes cuál ha identificado como el mayor indicador de que una relación está a punto de terminar?
Cuando aparece la mueca de desprecio en uno o ambos miembros. Sí, esta:
Básicamente el Dr. Gottman concluye que una relación ya está sentenciada en el momento en que este gesto empieza a aparecer. ¿Pero cómo es posible que una pareja de enamorados llegue a mostrar esta señal de desprecio con el paso del tiempo?
La respuesta es discutiendo.
Pero no por el hecho de discutir. Sería utópico creer que podemos convivir con alguien sin que a veces nuestras opiniones sean distintas. Lo que realmente hace daño es cómo discutimos.
La idea más extendida es que las relaciones fracasan cuando las discusiones son frecuentes, pero no es así. No es la cantidad de conflictos, sino cómo nos comportamos durante los mismos.
Y es que a veces las emociones nos dominan y empezamos a usar un lenguaje acusatorio. Perdemos los nervios y decimos cosas sin pensar de las que luego nos arrepentimos.
Pero ya las hemos dicho.
Por eso es sumamente importante aprender a resolver conflictos sin hacernos daño. Quizás no sea posible llegar a un acuerdo en ese momento, pero por lo menos no comprometamos el futuro de una relación.
Los médicos tienen un dicho para eso, Primum non nocere, que literalmente significa Lo primero es no hacer daño.
En una discusión o conflicto de opiniones tu objetivo inicial debería ser el mismo: no empeorar la situación. Y luego intentar llegar a un acuerdo.
Hoy te traigo un artículo de invitado de la psicóloga y coach Miriam Martin, autora del blog Psicorumbo, donde te ayudará a encontrar el camino para discutir de forma sana y no comprometer el futuro de tus relaciones.
Sin más, ¡te dejo con Miriam!

¿QUÉ APRENDERÁS EN ESTE ARTÍCULO?

¿Cuándo fue la última vez que discutiste con alguien?
Hace unas semanas envié un correo a mis lectores haciéndoles esta misma pregunta y recibí decenas de correos de personas cuya rutina habitual era discutir con otras personas varias veces al día.
Estos emails estaban llenos de quejas y lamentaciones:
• “Estoy discutiendo todos los días por lo mismo con mi pareja”
• “Ya no sé qué hacer para que mi hijo me haga caso”
• “Acabo todo el día de mal humor por las discusiones en el trabajo”
• “Siento que pierdo el control cuando discuto con alguien”
• “No suelo discutir, me callo a menudo pero cuando exploto arraso con todo”
Creo que la conclusión es clara: no sabemos discutir.
Lejos de tomar las discusiones como algo natural, sacar provecho de ellas y convertirlas en oportunidades, nos enredamos con nosotros mismos y nuestras propias emociones, reflejamos nuestras frustraciones en los demás, nos cerramos como los mejillones, no escuchamos, contraatacamos y acabamos convirtiéndolas en fuentes de frustración, angustia y malestar.
Pero tranquilo, esto tiene solución y se puede aprender a discutir de una manera productiva.
Un ejemplo real: Ana y Raúl
Quiero contarte un caso muy interesante de una terapia de pareja que llevé hace unos meses (los nombres son ficticios).
Ana y Raúl llegaron a mi consulta al borde de la ruptura, no eran capaces de estar más de una hora juntos sin discutir.
Ana se quejaba de que Raúl gritaba a la primera de cambio y Raúl se quejaba de que Ana estaba continuamente reprochándole cosas del pasado.
Cuando llegaron estaban pensando en separase, estaban tan centrados en atacarse el uno al otro cada vez que había alguna contradicción entre ellos que llevaban años sin escucharse.
En cuanto había un desacuerdo Ana empezaba con su retahíla de que nunca se había sentido comprendida y Raúl empezaba a alzar el tono de voz diciendo que ya estaba otra vez con lo mismo, a lo que Ana reprochaba que ya estaba gritando como siempre y Raúl se desesperaba y gritaba más todavía.
No veían solución a su problema.
Sin embargo en el momento en el que se dieron cuenta de que nunca se habían escuchado el uno al otro (ni siquiera sabían por qué discutían, solo que Ana era una pesada y Raúl un gritón), y que el fin no era tener razón sino poder hablar con el otro, escucharse y llegar a un acuerdo común, se fueron de segunda luna de miel.
¿Qué nos pasa? ¿Por qué nos cuesta tanto salir de nosotros mismos y de nuestra propia visión del mundo?
Sabemos que hay miles de realidades diferentes, respetamos las diferentes religiones y culturas, y sin embargo nos cuesta mucho tolerar que las personas más cercanas tengan ideas distintas a las nuestras.
Voy a darte una mala noticia: las discusiones son inevitables.
Estar todo el día discutiendo es tan malo como no discutir nunca. Por supuesto entendiendo discutir como debatir acerca de diferentes opciones y opiniones, no como tirarse platos a la cabeza.
Somos seres sociales por naturaleza
Los seres humanos somos seres sociales por naturaleza.
¿Te imaginas un solo humano saliendo a cazar de su caverna? Lo más probable es que en vez de volver con algo para comer, acabara convertido en el rico aperitivo de algún depredador.
El hecho de organizarnos en grupos y de estar en relación los unos con los otros ha garantizado la supervivencia de la especie durante años.
Es cierto que ahora no necesitamos a los demás para sobrevivir pero sigue habiendo una necesidad primaria de afecto que satisfacemos relacionándonos con los demás.
Sin embargo, los seres humanos somos tan parecidos los unos a los otros como diferentes.
Cada persona ve el mundo a través de sus propias gafas. Si tú ves el mundo a través de unas gafas de color azul por mucho que otra persona se empeñe en hacerte ver que es verde, tú vas a seguir viéndolo azul. La única manera de que veas el mundo verde será cambiándote de gafas.
Además estás gafas están hechas de un material muy resistente:
•   Creencias (quizás el material más resistente que conozco)
•   Valores
•   Expectativas
•   Experiencias
Por lo tanto es normal que entre tantas personas que hay en el mundo con tantas gafas diferentes surjan conflictos.
Los conflictos no son malos, discutir no es malo ¡Qué aburrido sería el mundo si todos pensáramos igual! La diversidad es riqueza y los problemas solo aparecen cuando no somos capaces de entender que el mundo tiene tantas gafas como personas y nos encerramos detrás de las nuestras chocando contra nuestro propio ego.

¿QUÉ ES EL EGO?

El ego es la imagen que a lo largo de tu vida has creado de ti mismo y de lo que es correcto.
Cuando alguien lo confronta se disparan las señales de alerta en tu organismo, tu supervivencia psicológica se ve amenazada y se disparan algunas respuestas para garantizar esta supervivencia ¡Contra atacar!
Ese es el momento en el que te vuelves totalmente emocional, tu mente se nubla, y se te olvida el objetivo inicial de la discusión siendo suplantado por un objetivo que a ti en ese momento te parece supremo: llevar razón.
Muestra de esto es la cantidad de discusiones que se establecen de manera cotidiana por temas de política, fútbol o religión.
A ti no te influye en nada si esa persona es de derechas de izquierdas, del Barça, del Madrid, cree en Dios, en Buda o es ateo, sin embargo se dispara tu ira y tu necesidad de hacerle entender a esa persona que tiene que ver el mundo bajo tus gafas.
Es normal que te enfades de vez en cuando ¡Todos nos enfadamos! La ira es una emoción natural, primaria. Tiene su función de autoprotección, regulación interna y comunicación social, la ira es necesaria.
Sin embargo el problema entra en juego cuando esa ira nubla tu capacidad de razonar y solo te deja interpretar la realidad bajo su prisma.
Que tengas todo el derecho del mundo a enfadarte no significa que cada vez que te enfades tenga razón.

3 PAUTAS PARA FRENAR LA NECESIDAD DE HABLAR Y ATACAR

Voy a hablarte sobre tres estrategias que pueden serte muy útiles para salir de esa nube emocional y poder comunicarte de una manera que va a aumentar muchísimo la probabilidad de obtener mejores resultados en tus discusiones.

1# Reduce tu nivel de activación
Cuando tu nivel de activación es muy alto va a ser imposible que pienses con claridad, así que te recomiendo que antes de hablar y decir cualquier cosa de la que puedas arrepentirte utilices alguna técnica de control de la activación para disipar un poco la nube emocional.

2# Antes de hablar pregúntate Para qué
Antes de decir cualquier cosa pregúntate a ti mismo ¿Para qué voy a decir esto? ¿Va ayudarme al objetivo que pretendo conseguir?
Si no encuentras una respuesta convincente a esa pregunta o si eso que vas a decir no va a ayudarte a conseguir el objetivo que pretendes lograr es mejor que te mantengas en silencio hasta que pienses otra frase más adecuada que pueda tener cabida dentro de una discusión constructiva.
Es importante que te preguntes Para qué en vez de Por qué. Ya que de esta manera eliminarás de tu mente el repertorio de respuestas tipo “Porque me apetece”, “Porque se lo está buscando”, “Porque estoy enfadado”, etc.

3# Presta atención a tus sensaciones corporales
Normalmente estamos más acostumbrados a prestar atención a lo que ocurre a nuestro alrededor que a lo que está pasando dentro de nosotros mismos. Sin embargo para aprender a conocernos y a auto-regularnos en importante que prestemos atención a aquello que está ocurriendo por debajo de nuestra piel.
Para frenar esa necesidad de hablar compulsivamente y de contra-atacar es importante que observes tus manifestaciones emocionales a nivel físico.
¿Empiezas a sentir algunas sensaciones desagradables? ¿Tu corazón se acelera? ¿Tus músculos comienzan a tensarse?
El estar pendiente de ello va a hacer que aprendas a detectar cuando tus emociones comienzan a dominarte y que puedas ponerle remedio.



 

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