CÓMO CONSOLAR A ALGUIEN QUE HA PERDIDO A UN SER QUERIDO
Cuando un familiar, amigo o vecino ha perdido a un ser querido, nos gustaría trasmitirle nuestra cercanía y nuestra solidaridad en esos difíciles momentos, pero no sabemos cómo comunicarle estos sentimientos. También desearíamos poder consolar a esta persona y decirle algo que mitigase al menos una minúscula parte del inmenso sufrimiento que soporta a consecuencia del fallecimiento. Sin embargo, generalmente, nos quedamos paralizados por la angustia y solamente podemos balbucear el socorrido e inexpresivo «te acompaño en el sentimiento», en un intento por salir del paso.
Sin olvidar que el duelo es una experiencia personal e intransferible y cada persona lo vive de forma muy particular, me atrevo a sugerir algunos ‘consejos’ que pueden ser útiles para ayudar al familiar, amigo o vecino que está sufriendo por la muerte de alguien muy cercano.
QUÉ DECIRLE A UN AMIGO QUE ACABA DE PERDER A UN SER QUERIDO
# 1.- Escuchar más que hablar
En los primeros momentos, tras el fallecimiento, la mejor actitud es la de «silencio empático», como lo ha denominado algún autor. Es decir, no buscar explicaciones a la muerte o a la forma de producirse, sino transmitir algo importante: «estoy aquí contigo». Cuando nos empeñamos en intentar justificar lo injustificable como es la muerte de un niño, o de un joven o de un abuelo, en muchas ocasiones estamos tapando nuestra propia angustia y nuestras dificultades para aceptar el hecho luctuoso. Hay que ser oído más que boca, para soportar el sufrimiento del otro sin derrumbamos.
# 2.- La importancia del contacto físico
Todavía recuerdo el abrazo cariñoso y silencioso que recibí de un buen amigo tras la muerte de mi padre. No pronunciamos palabra, pero su presencia física fue suficiente para encontrar paz en mi espíritu angustiado.
Es la misma experiencia que se tiene cuando un bebé llora: se le abraza, se le besa y deja de llorar.
# 3.- No echar mano de los tópicos
Cuando uno está en plena angustia, expresiones como «no te preocupes», «ya saldrás adelante», «tienes que ser fuerte», «esto pasa pronto» u otras parecidas solo provocan un sentimiento de lejanía en la persona que está sufriendo la pérdida, porque siente que no se comprende su dolor. Hay que acompañar a la persona que ha perdido a un ser querido desde nuestro propio sufrimiento. No podemos poner ‘paños calientes’ en una herida que está abierta y sangrando.
# 4.- No intentar animar
No es reconfortante recordar al superviviente todo lo bueno que aún le queda: hijos, salud, hacienda, «toda la vida por delante», etc. En esos momentos poco importa lo que se tiene, pues el sufrimiento se centra en lo que se ha perdido. Este tipo de intervenciones, más que ayudar, provocan malestar pues el superviviente percibe que no es comprendido en su dolor.
# 5.- Ofrecer una ayuda concreta
Las propuestas generales y ambiguas, como «me llamas cuando quieras», «ya sabes dónde estoy si me necesitas», etc., sirven para muy poco. Por el contrario, sería más eficaz decir algo concreto: «ya lo he dispuesto todo y, si quieres, te vienes este fin de semana a casa con nosotros», por ejemplo.
# 6.- Empatizar, pero sin ser invadido por la angustia del otro
Debemos «ser el paño de lágrimas», pero sin que la angustia del otro nos atenace e invada de tal manera que nos incapacite para mantener un mínimo equilibrio que nos permita una adecuada ayuda a la otra persona.
# 7.- Disponibilidad
La «escucha en el duelo» no tiene ni día ni hora determinada; no se programa ese encuentro, sino que el amigo o familiar tiene que estar disponible las veinticuatro horas del día y todos los días, al menos en las fechas próximas a la muerte, para recoger los miedos, las angustias, las culpas y temores del superviviente.
# 8.- Es más sano ‘recordar en paz’ que olvidar
Incluso cuando la relación con el difunto haya sido tumultuosa, no es bueno intentar poner un tupido velo sobre esa experiencia negativa, sino que debemos esforzarnos por repasar de forma auténtica las biografías cruzadas, con las sombras pero también con las luces, que siempre podemos redescubrir. El mirar conjuntamente el álbum familiar puede servir como instrumento para reencontrarse con el verdadero vínculo con el finado.
# 9.- La importancia del «nosotros»
Aunque, como ya hemos dicho, cada persona tiene una forma específica de manifestar su duelo y tiene su tiempo para elaborar una muerte, lo que es evidente es que un clima de solidaridad y de amor será un catalizador positivo para curar la herida de la pérdida.
# 10.- Pedir ayuda
El duelo es un proceso normal, pero a veces se complica: se alarga en el tiempo (meses y meses) o bien aparecen conductas patológicas: adicción a la bebida, ideación suicida, una depresión clínica o el contrapunto de una fase maníaca. En cualquiera de estas situaciones hay que pedir ayuda a un profesional, un psicólogo o un psiquiatra.
Estas diez ‘sugerencias’ para consolar a alguien que acaba de perder a un ser querido se cierran en dos: 1) debemos procurar dar una respuesta auténtica y personal, dejando que hable más nuestro corazón que nuestra mente y 2) en la «escucha en el duelo» debemos pensar (escuchar) más al otro que a nosotros mismos.
ALEJANDRO ROCAMORA BONILLA
Psiquiatra. Profesor en Centro de Humanización de la Salud. Exprofesor de Psicopatología en la Facultad de Psicología de la Universidad de Comillas