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 68 – LAS CRISIS PERSONALES, ESPIRITUALES Y EXISTENCIALES



Julio 20, 2020, 05:54:35 am
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Desconectado Francisco de Sales

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68 – LAS CRISIS PERSONALES, ESPIRITUALES Y EXISTENCIALES
« en: Julio 20, 2020, 05:54:35 am »
CAPÍTULO  68 – LAS CRISIS PERSONALES, ESPIRITUALES Y EXISTENCIALES

Este es el capítulo 68 de un total de 82 -que se irán publicando- en los que se explicarán los conocimientos necesarios acerca de TODO LO QUE HAY QUE CONOCER PARA HACER BIEN UN PROCESO DE DESARROLLO PERSONAL Y ESPIRITUAL.


“En esta vida hay que morir varias veces para después renacer.
Y las crisis, aunque atemorizan,
nos sirven para cancelar una época e inaugurar otra”.
(Eugenio Trias)

“La mejor manera que he encontrado para salir de mis crisis
 es ayudar a otros a que salgan de las suyas”.
(Tony de Mello)

En los momentos de crisis,
sólo la imaginación es más importante que el conocimiento”.
(Albert Einstein)

“En las grandes crisis, el corazón se rompe o se curte.”
(Honoré de Balzac)

"No pretendamos que las cosas cambien, si siempre hacemos lo mismo. La crisis es la mejor bendición que puede sucederle a personas y países, porque la crisis trae progresos. La creatividad nace de la angustia como el día nace de la noche oscura. Es en la crisis que nace la inventiva, los descubrimientos y las grandes estrategias. Quien supera la crisis se supera a sí mismo sin quedar "superado". Quien atribuye a la crisis sus fracasos y penurias violenta su propio talento y respeta más a los problemas que a las soluciones. La verdadera crisis es la crisis de la incompetencia. El inconveniente de las personas y los países es la pereza para encontrar las salidas y soluciones. Sin crisis no hay desafíos, sin desafíos la vida es una rutina, una lenta agonía. Sin crisis no hay méritos. Es en la crisis donde aflora lo mejor de cada uno, porque sin crisis todo viento es caricia. Hablar de crisis es promoverla, y callar en la crisis es exaltar el conformismo. En vez de esto, trabajemos duro. Acabemos de una vez con la única crisis amenazadora, que es la tragedia de no querer luchar por superarla".
 (Albert Einstein)

“Las crisis son esas creadoras incomprendidas”.

“Las crisis se producen cuando lo viejo no acaba de morir
y cuando lo nuevo no acaba de nacer”.
(Bertolt Bretch)

“Sólo porque tocaste fondo no quiere decir que tengas que quedarte allí”.




Tememos encontrarnos en una crisis.
Sabemos lo que implican y, además, sólo somos capaces de ver la parte desagradable que conlleva, que puede ser grande y dolorosa.

Cada vez que alguien escribe sobre las crisis, obligatoriamente acaba recurriendo a hacer referencia al ideograma chino que representa la crisis. Se compone de dos dibujos. Uno de ellos se puede interpretar como riesgo o peligro, y el otro es oportunidad.
La interpretación resumida sería: cambio. Hay un riesgo pero hay una oportunidad. Lo que suceda a partir de entonces, sin duda, provocará un cambio.

No creo que las crisis aparezcan por casualidad.
Creo que se tienen que reunir expresamente una acumulación de situaciones que acabarán confluyendo en la crisis.
Se van fraguando poco a poco. Una decepción. Una tristeza. Un dolor. Una rabia. Todo suma. Y un día explota.
Así que es necesario e imprescindible –aunque no apetezca- aprovechar esa oportunidad especial en que ya se ha hecho inevitable su presencia y hay que afrontarla.

UNA CRISIS ES UN ESTADO TEMPORAL DE TRASTORNO Y DESORGANIZACIÓN, PERO NADIE SE QUEDA IMPASIBLE ANTE UNA CRISIS, Y NADIE SE QUEDA DESPUÉS DE ELLA IGUAL QUE ESTABA ANTES.

Una crisis va a aparecer en la vida de una persona cuando un determinado suceso altera su equilibrio personal, tanto en sentido favorable como adverso.
El desencadenante puede ser el inicio es una enfermedad, un accidente, la muerte de un ser querido, una separación, el desempleo, en fin, una mala experiencia.
Según la Astrología puede ser una oposición o malos aspectos en la carta natal entre Saturno y Saturno, o Saturno y los planetas transpersonales (Urano, Neptuno y Plutón). Y la realidad suele coincidir con esto.
Según la tradición, hay una a los siete años de matrimonio, también están la crisis de los veintiocho y la de los cuarenta años, crisis de identidad, crisis existencial, de la pubertad, de la tercera edad, etc.
Las crisis, por lo general, nos ponen frente a situaciones que hemos ido aplazando.
Parece como si concurrieran en un momento concreto todas las circunstancias para que lo que se sujetaba con alfileres salte violentamente, se haga ver de un modo inevitable, y sea tan notable y tan claro que no se pueda seguir negando.
De todas las crisis aprendemos algo.
Siempre.
Aunque muchas veces nos parece, con razón, que el precio que hemos pagado por la lección ha sido muy alto.


DESDE UN PUNTO DE VISTA MÁS ESPIRITUAL

Las crisis espirituales son de otro modo.
El desarrollo espiritual abre la conciencia a nuevos campos, despierta potencialidades dormidas.
Los seres humanos, en este momento de la historia, nos abandonamos a vivir, nos preocupamos de lo inmediato, nos consideramos más o menos religiosos aunque sólo verbalmente y, a veces, nos cuestionamos las grandes preguntas.
Las crisis son experiencias positivas, naturales y necesarias.
Hacen emerger situaciones y elementos que tienen que ser descubiertos o revisados.
En el caso espiritual, se trata de abrir el canal entre el yo minúsculo y cotidiano, y el YO SUPERIOR.
Tras la crisis casi siempre renace un individuo más amoroso y armonioso.


LA CRISIS EXISTENCIAL

La crisis existencial es una experiencia vital que sucede en algún periodo de la vida. Se caracteriza por una necesidad interna fuerte y angustiosa con hondos cuestionamientos personales. Plantea una revisión profunda de todo: desde las motivaciones que nos mueven hasta las creencias en todas las cosas de la vida, desde el pasado y qué es lo que hago yo aquí  hasta el sentido existencial de la vida.
Es, sin duda, un momento trascendental. Tal vez el más trascendental de la vida, por eso conviene escuchar la queja de esa voz interna –que podemos llamar intuición- que parece saber más que nosotros de lo que nos conviene, y por ello sabe que es necesaria una revolución que acabe con todos los conformismos que estamos soportando.
Ya no debemos seguir engañándonos.
Hay que hacer reformas y hay que ponerse a ello.
Sin duda, el futuro depende de atender o no a esa llamada.

Se suele presentar camuflada entre preguntas “¿cuál es el sentido de mi vida?”, “¿por qué no soy feliz?”, “¿qué hago en el mundo?”, “¿para qué vivo?”, “¿qué va a pasar cuando llegue la muerte?”, “¿qué he hecho con mi vida hasta ahora?”.
Uno se siente más perdido que nunca y se ve incapaz de dar las respuestas adecuadas a asuntos tan importantes, lo que aumenta la inquietud y nubla la vista de que se vaya a encontrar la solución.
La angustia y la desesperación se hacen dueños de uno y no se sabe por dónde seguir.

Esa toma clara de conciencia acerca de asuntos que sabíamos que estaban ahí pero no se les dedicaba la atención suficiente ahora se presentan con tal rotundidad que es imposible desoírlas.
Hay una reclamación de un Proyecto Vital o un buen Plan de Vida, porque ya es muy evidente que uno no quiere seguir como está.
Esta vez no se busca una teoría que consuele sino un proyecto real.
Se impone la ayuda de un psicólogo o un muy buen terapeuta transpersonal.



LAS CRISIS Y SU SENTIDO

Uno, en este mundo, tiene que seguir en lo cotidiano y al mismo tiempo conocer o intuir otros momentos en los que sienta que está contentando a su espiritualidad o su trascendencia, y las crisis nos llevan a ellos. Sentimos o intuimos que tiene que haber algo distinto y lo que se nos va presentando nos provoca una sensación extraña, por su desconocimiento, pero al mismo tiempo es prometedora porque nos sugiere que va a ser algo mejor.

Las crisis producen una desarmonía entre el ser esencial y el existencial. Nos hemos pasado casi todos los años de nuestra vida en la materia, en lo cotidiano, y es muy reciente la revelación de la sugerencia de la espiritualidad y lo que realmente somos detrás de lo que aparentamos. Es como comenzar otra vida o pasar a otro mundo.
La pujanza de lo espiritual, o simplemente de lo psicológico y lo humano, por encima de lo habitual, ya crea un estado de no tranquilidad y un deseo de no mantenerse en la rutina.
A partir del despertar de la crisis ya resulta imposible seguir negando esa inquietud, y no queda más remedio que empezar a dar los primeros pasos en la dirección de la reunificación.


RESUMIENDO

Agradezcamos a las crisis su presencia. Son despertadores de conciencias dormidas. Están a nuestro favor. No dudes de que las llamamos de algún modo porque son imprescindibles. Ante una de ellas, hay que poner atención, mucha atención, y mucha voluntad para resolverlas. Nunca negarlas, nunca evitarlas. Son sinceras y nos enfrentan a lo que llevamos tiempo esquivando o aplazando. Son portadoras de soluciones y de buenas esperanzas.


Francisco de Sales




 

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