Buscandome

Bienvenido(a), Visitante. Por favor, ingresa o regístrate.

Ingresar con nombre de usuario, contraseña y duración de la sesión

 


Traductor Google

 LOS 8 TIPOS DE RESISTENCIA AL CAMBIO QUE DEBES CONOCER



Julio 23, 2020, 05:43:37 am
Leído 508 veces

Desconectado buscador

  • Sr. Member
  • ****

  • 301
    Mensajes

  • Karma: 0

LOS 8 TIPOS DE RESISTENCIA AL CAMBIO QUE DEBES CONOCER
« en: Julio 23, 2020, 05:43:37 am »
LOS 8 TIPOS DE RESISTENCIA AL CAMBIO QUE DEBES CONOCER

Los diferentes tipos de resistencia al cambio son el resultado de nuestra tendencia a apegarnos a los hábitos y las costumbres, a todas esas cosas que conocemos y nos transmiten seguridad. El problema es que “el cambio es la única cosa inmutable” en nuestras vidas, como dijera Schopenhauer, de manera que si no lo aceptamos terminaremos poniendo en práctica comportamientos desadaptativos que a la larga podrían hacernos sufrir más o llevarnos a tomar malas decisiones.

EL ORIGEN DE LOS DIFERENTES TIPOS DE RESISTENCIA AL CAMBIO

Nuestro cerebro, para optimizar sus recursos, tiene la tendencia a ahorrar energía. Eso significa que suele preferir la estabilidad y lo familiar al caos y lo cambiante. En las situaciones conocidas sabe cómo reaccionar, por lo que simplemente activa los patrones de respuesta predeterminados. El cambio implica una alteración de ese sistema y significa tener que buscar respuestas alternativas. Por eso nos resistimos.
Esa resistencia, sin embargo, suele ser pasajera. Normalmente terminamos aceptando el cambio y asumiendo los nuevos retos que representa. Pero a veces que no es así. Hay veces que nos quedamos atrapados en el pasado, en los viejos patrones, y negamos el cambio. Ese comportamiento no es funcional porque negar algo no hará que desaparezca, sino que terminará amplificando nuestra frustración, tristeza o ansiedad.
Comprender de dónde proviene nuestra resistencia al cambio es fundamental para poder vencerla y responder de manera más adaptativa e inteligente. Así, podemos encontrar diferentes tipos de resistencia al cambio que probablemente exhibiremos en algún momento de nuestras vidas:

1.   Resistencia al riesgo. Cuando los cambios encierran un nivel de riesgo elevado que no estamos dispuestos a asumir, podemos desarrollar una gran resistencia. Ese tipo de cambio nos obliga a salir de nuestra zona de confort, haciendo que abandonemos la seguridad, por lo que suele generar una sensación de miedo intensa. Cambiar un trabajo estable como empleado para emprender un negocio por nuestra cuenta, por ejemplo, puede generar este tipo de resistencia debido al riesgo económico que implica.
2.   Resistencia por apego. Nos cuesta mucho aceptar los cambios en las interacciones y los apegos que hemos establecido. Por eso, cuando el cambio trae implícita una transformación de las dinámicas relacionales, puede desencadenar una gran resistencia. La posibilidad de que una persona cercana a quien queremos se mude a otro país, por ejemplo, suele generar una gran resistencia porque tendremos que asumir que los encuentros serán mucho más esporádicos y nos asusta que el lazo emocional pueda debilitarse.
3.   Resistencia cultural. Este tipo de resistencia al cambio tiene su origen en nuestras creencias, valores o incluso en los prejuicios y estereotipos compartidos culturalmente. Nuestra identidad – o al menos parte de ella – también descansa en la visión social que compartimos con un grupo de personas, por lo que si el cambio pone en entredicho esos valores, expectativas o creencias desarrollaremos una resistencia como medida defensiva para proteger esa parte de nuestra esencia. Esa es la razón por la cual se encuentra una resistencia tan grande cuando se intenta erradicar una tradición popular arraigada.
4.   Resistencia por intereses antagónicos. La resistencia al cambio no siempre es un proceso inconsciente, a veces es el resultado de un análisis lógico y sistemático de la situación. Si consideramos que un cambio afecta nuestros intereses, deseos u objetivos, es normal que reaccionemos oponiendo resistencia. Una bajada de salario, por ejemplo, genera una resistencia comprensible ya que va en contra de nuestros intereses.
5.   Resistencia por incomprensión. Muchas veces, sobre todo cuando el cambio nos toma por sorpresa, no logramos entender lo que está ocurriendo. De hecho, la mayoría de los cambios tienen «lagunas» que necesitamos llenar. Si no logramos llenar esos vacíos porque no le encontramos sentido al cambio, intentaremos refugiarnos en lo conocido, aquello que tiene sentido para nosotros. Este tipo de resistencia al cambio es común cuando una persona es abandonada por su pareja y esta no le brinda explicaciones que le permitan dar un sentido más o menos coherente a lo que ocurre.
6.   Resistencia por negación de la realidad. A veces los cambios traen consecuencias no deseadas que nos resultan difíciles de asumir. Si no contamos con los recursos psicológicos necesarios para afrontar esos cambios, podemos poner en marcha mecanismos de defensa desadaptativos, como la negación, que consiste en cerrar los ojos ante lo que ocurre negando el cambio. Este tipo de resistencia al cambio es común en los padres que se niegan a aceptar que sus hijos han crecido, de manera que continúan sobreprotegiéndolos y decidiendo por ellos como si fueran niños pequeños.
7.   Resistencia por incertidumbre. Casi todos los cambios traen aparejado cierto grado de incertidumbre. Si esa incertidumbre es demasiado elevada y no podemos gestionarla, puede generar una gran resistencia. Este tipo de resistencia es habitual en las personas que tienen un estilo de pensamiento más rígido y no cuentan con herramientas psicológicas para gestionar la incertidumbre. Mudarse a otro país sin tener antes un contrato de trabajo, por ejemplo, puede ser una posibilidad inaceptable para quienes no toleran la incertidumbre de los cambios.
8.   Resistencia por sobrecarga. Incluso las personas más flexibles y abiertas pueden experimentar una resistencia al cambio, sobre todo cuando estos terminan acumulándose. Todos tenemos un umbral de tolerancia a la incertidumbre, si experimentamos demasiados cambios, algunos de ellos importantes o vitales, en un corto periodo de tiempo, es comprensible que nos sintamos saturados psicológicamente y terminemos resistiéndonos a cualquier otro cambio que ocurra, por muy pequeño que sea o aunque sea positivo para nosotros.

LAS 3 REACCIONES ANTE EL CAMBIO: LUCHA, PARÁLISIS O ADAPTACIÓN

Aunque la resistencia al cambio puede tener diferentes orígenes y explicaciones, nuestro repertorio de respuestas ante una transformación que nos afecta directamente suele ser muy limitado: luchamos contra el cambio, nos paralizamos o nos adaptamos.

1. Resistencia activa al cambio
Ante un cambio que no nos agrada, lo más habitual es que se active nuestra respuesta de lucha o huida. Podemos luchar de manera activa contra esas transformaciones para intentar revertirlas o al menos atenuar su impacto. En ese caso nuestro objetivo es socavar las bases del cambio para intentar anularlo.
No obstante, también podemos asumir una actitud activa escapando del escenario del cambio. Eso implicaría mantener en la medida de lo posible nuestros hábitos, formas de pensamiento o relaciones buscando un nuevo escenario que recree lo que ya conocemos. En práctica, huimos del lugar o la relación que nos ha generado inseguridad e inestabilidad para buscar otro sitio o relación donde nos sintamos más cómodos.

2. Resistencia al cambio pasiva
Cuando se produce una resistencia pasiva no nos involucramos en el cambio de ninguna manera. De hecho, asumimos una actitud pasiva, nos mantenemos en silencio, no expresamos lo que pensamos o sentimos, no actuamos. Esa pasividad es la manera de demostrar nuestra inconformidad con el cambio y, de cierta forma, una resistencia encubierta para dinamitarlo.
Esta respuesta responde fundamentalmente a una situación de parálisis. Cuando nos enfrentamos a una situación que nos asusta, no siempre se desata una respuesta de lucha o huida, en algunas ocasiones nos quedamos paralizados. Es como si quisiéramos escondernos y mantenernos a buen recaudo hasta que el cambio pase.

3. Adaptación al cambio
Los cambios pueden acarrear riesgos o incluso representar amenazas reales. Pero en muchas ocasiones no está en nuestras manos revertirlos, de manera que la mejor respuesta suele ser adaptarnos a las circunstancias.
Esa adaptación no significa “sufrir el cambio” sino, en primer lugar, intentar minimizar su impacto psicológico de manera que nos haga menos daño. Y en segundo lugar, intentar encontrar un lado positivo del cual podamos sacar provecho. A fin de cuentas, “cuando no somos capaces ya de cambiar una situación, nos enfrentamos al reto de cambiar nosotros mismos”, como dijera Viktor Frankl.


 

TinyPortal 1.6.5 © 2005-2020