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 EL YO OBSERVADOR



Agosto 07, 2020, 06:12:31 am
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EL YO OBSERVADOR
« en: Agosto 07, 2020, 06:12:31 am »
EL YO OBSERVADOR


El conocimiento intelectual de que la vida tiene un significado más trascendente, no basta. Se debe vivir la experiencia. La ciencia mística se preocupa de este aspecto y para ello utiliza varias técnicas que tienen como finalidad acrecentar al yo observador.
El yo observador produce un cambio en la motivación de la conciencia, porque al conocer la motivación propia, existe la posibilidad de cambio, el cual permite el desarrollo de la percepción intuitiva. El yo objeto pierde primacía, la persona adquiere flexibilidad, eficacia y autonomía.
Uno de los métodos que usa la tradición mística para acrecentar el yo observador, son las parábolas que lo intensifican y que paulatinamente preparan el camino para desarrollar la percepción. Según los sufíes “dan un nutrimento” para nuestro desarrollo, porque al retratar un patrón específico de pensamiento o comportamiento, la persona puede reconocerlo en una situación semejante, si previamente lo incluyó en su subconsciente.
La psicoterapia occidental moderna no considera al yo observador como centro de toda experiencia, lo considera en la periferia. Esta situación se debe a que se funda en la estructura teórica de la psicología y del psicoanálisis, que es imperfecta porque carece de ese centro. Esto les produce confusión e impide el adelanto en la materia. La ciencia mística puede hacer una contribución, al mostrar este aspecto con todas las implicancias trascendentes que él contiene.
La pregunta ¿quién soy? es difícil de contestar para la psicoterapia occidental porque el yo no está en el centro de la experiencia humana. La médula del sentido de la existencia personal – el “yo” – está localizado en la consciencia misma, no en su contenido.
Existe en la psicopatología – entre el yo como objeto y el yo de subjetividad pura – una confusión que involucra a la vida diaria, pero esto no es reconocido en la psicología occidental. El yo pensador, emotivo, funcional, son expresiones del yo objeto, apoyan al yo objeto y a la consciencia organizada para servirlo.
El contenido de la consciencia son imágenes, impulsos, pensamientos, sensaciones. Somos testigos. Nos damos cuenta de que existen. El cuerpo, la auto-imagen y el auto-concepto son ideaciones que observamos. Las teorías psicológicas occidentales hablan y piensan en términos de objetos, los elementos de la vida mental son manipulables al igual que los componentes del mundo físico.

El yo observador, no es un objeto como todo lo demás. Al suspender todo el contenido, mediante técnicas especiales, la consciencia está allí. Al yo observador lo tenemos que experimentar directamente, no podemos observarlo. No tiene dimensiones, cualidades ni límites.
Ramana Maharshi mediante su disciplina ¿Quién soy yo? demostró que el yo observador no es un objeto, no es el cuerpo, ni el sentimiento ni la acción. Está apartado del contenido de la consciencia porque constituye el terreno mismo de nuestra experiencia. No puede afectarlo el mundo. La pregunta “Quién soy yo” tiene respuesta fuera del ámbito de nuestra habitual forma de pensar.
En occidente se considera que el observador y lo observado son fenoménicamente iguales. En el misticismo, en cambio, son diferentes. Distinguen claramente entre el alma testigo y todos los fenómenos de la naturaleza.
La literatura psiquiátrica y psicológica considera al yo observador como el “ego observador”, pero no ha investigado su especial naturaleza y su importancia en la comprensión del yo.
La metafísica, la psicología yoga y la budista hacen la diferencia entre el observador y el contenido. Usan técnicas de meditación para potenciar al yo observador, porque para contestar esa pregunta se debe desarrollar una especial forma de percepción.
Hay otras meditaciones, como la vipassana – meditación de los budistas theravada – como el zazen – meditación de los budistas zen – que ponen el acento en la observación continua de los contenidos de la mente. Estos contenidos no deben controlarse ni juzgarse. La observación del contenido de la mente es, afortunadamente, una técnica usada por casi todas las psicoterapias modernas.
La función del yo observador es consciencia. La consciencia no es el yo, ni la evaluación ni la crítica. El yo observador no es el contenido de la mente, trasciende todo el contenido. Tampoco es un objeto porque trasciende el mundo sensible. Como está fuera de los sentidos y del intelecto, debemos considerarlo un conocimiento diferente. Es un conocimiento directo o intuitivo.
En occidente se trata de explicar la función observadora de forma equivocada, porque está basada en la consciencia objeto. La ubicación periférica del yo observador se debe probablemente a su naturaleza única que aún no resuena en el paradigma materialista occidental.
En la ciencia mística – con procedimientos propios de su enseñanza – se persigue que los móviles del yo objeto y su correspondiente forma de consciencia puedan aquietarse y dejar de dominar a la percepción. Esto permite que la persona capte las corrientes más sutiles que reflejan y permean la realidad. Así puede experimentar su continuidad e identidad con esa realidad mayor a la que llaman Tao, Parabrahman, Verdad, Dios, Absoluto.
La relación entre el yo observador y la consciencia es recíproca. Al aumentar la potencia del yo observador, se reduce la intensidad de los pensamientos obsesivos, de los afectos, y de los patrones automáticos de respuesta. Así se tiene la oportunidad de modificarlos y controlarlos para tener un mayor dominio sobre ellos. Además, al observar las defensas y los aspectos relacionados con el yo objeto, resulta una mayor libertad de acción, una mayor autonomía y se amplía el campo de la comprensión.
Hay otros procesos mentales que son “supuestos” de nuestra cultura relacionados con el “altruísmo”, el “autosacrificio”, etc., compartidos por los psicoterapeutas occidentales. La ciencia mística conoce la “sinceridad de intención” que sanciona socialmente la codicia, el utilitarismo que tienen muchas veces en su trasfondo esos supuestos. La tradición mística puede ampliar la comprensión y perspectiva de los psicoterapeutas occidentales.
La pregunta es :Qué otro móvil podría haber que no se reduzca al propio interés? La respuesta es: servir a los requerimientos de la tarea inmediata.
Hacer lo que se necesita, en vez de lo que uno prefiera, es una elección que abarca todas las situaciones. La experiencia se puede describir como rendirse a la tarea, pero es una rendición en la que la persona es activa y guíada al mismo tiempo.
El budismo Zen se enfoca en el ahora y abandona el interés propio, en aras a responder a la necesidad inmediata. La forma de consciencia se modifica con el cambio de comportamiento orientado a la tarea. Con el cambio de conciencia se nos aparecen diferentes dimensiones mientras otras se desvanecen. Es más accesible a la percepción de la realidad fundamental, porque el servicio es funcional y no moral.
Dedicarse a la tarea requiere una combinación del yo objeto y la forma receptiva de la conciencia, en equilibrio con el yo observador. El yo observador impide el dominio de cualquiera de los dos y se produce un óptimo desprendimiento que reduce la ansiedad que genera el yo objeto.
Posiblemente, los psicoterapeutas no puedan llevar la evolución de sus pacientes a término, pero sus respuestas pueden ser más adecuadas con esta perspectiva de la ciencia mística que crea un conocimiento más amplio del yo y del mundo.
El terapeuta debe desarrollar su propio yo observador para transmitirlo a su paciente. Los maestros místicos, a su vez, pueden transmitirlo debido a lo que “han llegado a ser”.


https://alcione.cl/el-yo-observador-1-parte/2/


 

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