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 CAPÍTULO 24 - NO PERMITIR EL CRECIMIENTO DE TU PAREJA



Septiembre 15, 2020, 06:10:58 am
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Desconectado Francisco de Sales

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CAPÍTULO 24 - NO PERMITIR EL CRECIMIENTO DE TU PAREJA
« en: Septiembre 15, 2020, 06:10:58 am »
CAPÍTULO 24 - NO PERMITIR EL CRECIMIENTO DE TU PAREJA
- LO QUE NO ES APROPIADO -

Este es el capítulo 24 de un total de 200 –que se irán publicando-  que forman parte del libro RELACIONES DE PAREJA: TODO LO QUE NO NOS HAN ENSEÑADO Y CONVIENE SABER.


Tengo una hipótesis –que es solamente una hipótesis y nada más, y que no intento defender a capa y espada-, en la que pienso que, teóricamente -repito: teóricamente-, las posibilidades de que una relación vaya realmente bien es del 1%.

Y no más.

Baso esa idea en lo que es más o menos habitual en una relación. Ellos se conocen cuando tienen entre 16 y 20 años. Voy a seguir con este supuesto, que no es más que un ejemplo, extremándolo un poco para que se vea más claro.

A esa edad, a ella le llama la atención un chico que tenga coche –y más aún si el coche tiene unos altavoces grandes y ruidosos-, que sea simpático, por lo menos un poco atractivo –para presumir ante las amigas-, que baile más o menos bien, y que sea bueno en el sexo.

A él le llama la atención una chica guapa y con buen tipo –para poder presumir delante de los amigos-, que le siga la marcha, que le diga que sí a todo, y que sea buena en el sexo.

En los 2 o 3 años siguientes puede que se conformen simplemente con eso. Pero a partir de entonces, quizás ella prefiera que el chico siente cabeza y no sea tan fiestero, tenga un trabajo fijo, cambie de coche por otro menos ruidoso y más seguro, y sea formal y responsable de cara a formalizar una relación más “clásica” en la que sea posible tener un hogar común y… también hijos.

A él, para entonces, tal vez lo que le interese de verdad sea otra chica nueva porque ésta la tiene muy vista y ha empezado a pedirle unos compromisos que en ese momento de su vida aún no le interesan.

A los 30 –si para entonces siguen juntos-, puede que a él le interese poder salir algunos fines de semana por la noche con sus amigos de antes –y tal vez aprovechar para ver si sale algún ligue de una noche-, y dedicar los domingos por la mañana a dormir y la tarde a ir al fútbol con los amigos. Ella está más interesada en una vida hogareña, en que él la acompañe a pasear a los niños, o cuando va a casa de sus padres a comer los domingos; le interesa todo lo relacionado con criar a los hijos, y un poco los programas rosas de la televisión.

A los 40 –si para entonces siguen juntos-, él sigue con los mismos intereses de los 30 –a los que habrá añadido el baloncesto, el tenis, las carreras de motos y la fórmula 1-, se comprará una moto, si puede, y querrá salir con sus amigos moteros. Ella, bastante desilusionada, seguirá adelante, pendiente de los hijos y del hogar; tal vez se plantee un poco más en serio su vida y pretenda cambiar algo; es posible que comience a tener conversaciones con gente interesada en asuntos esotéricos, y hay muchas posibilidades de que se plantee un proceso de Desarrollo Personal. Entiende que ha llegado a la mitad de su vida y en un balance sensato y ecuánime reconoce que su vida hasta ese momento tiene cosas interesantes y cosas menos interesantes, pero no está cumpliendo sus expectativas.

A los 50 –si para entonces siguen juntos-, quizás él siga con los mismos intereses de los 30 y los 40. Ella, puede que entonces desee estar con un hombre con espíritu de aventura que le haga recuperar el tiempo que considera perdido, y que la lleve a conocer el mundo.

A los 60 –si para entonces siguen juntos-, quizás él desee pasar el tiempo con los amigos en el parque, haciendo marquetería o viendo la televisión, y a ella le apetezca retirarse a vivir a una casa en el campo, criar gallinas y plantar verduras.

Recuerde que lo que ha leído es solamente un ejemplo exagerado. Por supuesto que no siempre sucede esto. Pero suceden cosas muy parecidas.

A lo largo de tantos años de convivencia, es lógico que cada uno tenga una evolución distinta. Lo extraño es que uno siga el mismo rumbo que el otro.

Si ambos siguen manteniendo fortalecido el vínculo que les unió al principio, cuando el amor era constante y estaba candente, y siguen siendo miembros activos de la relación, aunque cada uno de ellos tenga los lógicos intereses personales además de los intereses comunes, la relación sigue teniendo posibilidades de mantenerse y con éxito.

Es muy bueno alentar al otro miembro para que materialice sus deseos, para que cumpla sus sueños, para que se realice como persona; es bueno no criticar los sueños de la pareja, no menospreciar sus intereses, no poner obstáculos para que los cumpla, no decir que sus cosas importantes son tonterías con las que sólo pierde el tiempo, no denigrar como idioteces sus logros, y es bueno respetar, fortalecer, tolerar, admirar, comprender, alentar, dar ánimos…

Es mejor permitir el crecimiento personal de tu pareja. No hay que olvidar que el otro miembro es una persona, que no es de nuestra propiedad, que tiene sus propios intereses en la vida al margen de los intereses en la pareja, que ha venido a la vida a evolucionar y a ser feliz, y que si mejora como persona –y ya visto desde un punto de vista un poco egoísta- uno se verá beneficiado de sus avances.

Se dice que la pareja son tres: él, ella y lo que les une a ambos. Es conveniente que eso que integra “lo que les une a ambos” crezca. Y si uno se siente limitado en su legítimo derecho al crecimiento como persona –insisto: siempre y cuando eso no afecte a la relación con su pareja- va a empezar a sentir, consciente o inconscientemente, que esa relación le está limitando, o le está impidiendo ser él mismo, y esa sensación o esa realidad se acabará convirtiendo en un grano de arena. Esta vez, un grano más grande de lo habitual.

Cuando se formaliza una relación, eso no implica algo del estilo de “tú y yo y nada más”. La vida personal de cada uno ha de seguir, y la relación es solamente un paso más y no el fin de ningún camino.

Francisco de Sales



 

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