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 LO DESAGRADABLE DESPIERTA LA CONSCIENCIA



Noviembre 05, 2020, 06:18:40 am
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Desconectado Francisco de Sales

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LO DESAGRADABLE DESPIERTA LA CONSCIENCIA
« en: Noviembre 05, 2020, 06:18:40 am »
LO DESAGRADABLE DESPIERTA LA CONSCIENCIA

En mi opinión, hemos llegado a aceptar que hay, básicamente, dos cosas que podemos hacer con el sufrimiento. Una de ellas es positiva, porque incluye extraer una lección de las experiencias –que sólo aprenden los que quieren aprenderla- y otra que es inútil porque sólo aporta cosas desagradables.

Con respecto a las que aportan enseñanza, nos dicen que nos alegremos cuando ocurren –pero resulta casi imposible salvo que seas masoquista- porque nos van a ayudar a crecer. Dicen que logran que salga a la luz algo que ya estaba pero se mantenía en el inconsciente. Algo que nos estaba doliendo o preocupando, sin saber el origen y por tanto sin poder resolverlo.

La recomendación, cuando se presentan esas situaciones ingratas, es poner toda la consciencia alerta en ese momento que se está viviendo, sin negar nada de lo que aparezca, sin rechazar ningún dolor, sólo tratando de ver cómo y dónde y porqué reaccionamos de ese modo,  qué se está removiendo, qué o quién dentro de nosotros nos hace creer que esa experiencia no es buena y qué o quién nos quiere sacar corriendo de ella, cuando lo recomendable es permanecer, atentos, sin aportar nada y sin pretender acortarla. Sólo observarse en las emociones y en nuestra reacción.

La reacción es la respuesta que alguien aplica ante un determinado estímulo. Esto quiere decir que para cada estímulo tenemos una respuesta automática preparada que salta sin que nosotros intervengamos conscientemente. Puede ser una respuesta que se fraguó hace mucho tiempo y no esté actualizada y por eso puede que no sea la adecuada en ese momento. Por eso no son buenas las reacciones, porque no suelen estar actualizadas y porque no son decisiones tomadas conscientemente y adecuadas para cada situación concreta.

Si reaccionamos siempre igual ante las emociones ingratas las convertiremos en los sentimientos que después nos pueden proporcionar sufrimiento. Si no profundizamos en porqué nos producen esa sensación de disconformidad, no responderemos del modo que es adecuado. Aplicaremos la vieja fórmula, igual siempre y para todo, cuando lo adecuado es recibir le emoción, experimentarla, tratar con ella desde nuestra situación personal y evolutiva de este momento y saber con la mayor claridad posible su significado.

Las emociones son para vivirlas. Es mejor no rechazarlas sin contactar con ellas. Somos Humanos, somos sensibles, y las emociones tienen que tener, sin duda, un sentido en nuestra vida. Las agradables son más fáciles de  afrontar. Las desagradables, causan miedo o rechazo. Nos queremos poner a salvo de ellas huyendo y con ello nos perdemos lo que nos quieren enseñar o recordar.

Aunque soy muy racional y necesito que las cosas tengan una lógica o un sentido razonado y comprensible, no he tenido más remedio que rendirme ante las situaciones dolorosas que se van presentando en mi vida. No tengo más remedio que aceptar, a mi pesar, que aparecieron en el momento preciso, cuando sí estaba preparado para ellas aunque las rechazara y pensara que me sobrepasaban y no iba a poder con ellas.

Tras el debacle inicial que me provocaban, cuando dejaba de oponerme se creaba un ambiente propicio para que saliera a la luz lo que cada emoción esconde. Y todas van directamente a donde tienen que ir en ese momento de la vida. Debo reconocer que cuando ya he resuelto bien cada una de esas situaciones no he tenido más remedio que añadir la aclaración de “aparentemente” y llamarlas “aparentemente dolorosas”. Enriquecedoramente dolorosas. Aparentan ser ingratas, duras, indeseadas, pero es nuestra oposición a vivirlas quien les adjudica esas calificaciones. Suceden, así que es mejor recibirlas con los brazos abiertos y una sonrisa. “¿Qué me tienes que enseñar?” Esta es una pregunta que acompañada de una sonrisa nos puede hacer más fácil el tránsito por la experiencia. Y es mejor abrirles la puerta y acogerlas y escucharlas desde la intención de aprender porque queremos aprender y que no se conviertan en una guerra donde partimos como perdedores.

Defiendo mucho eso de que no hay que oponerse a lo inevitable y que es mejor colaborar. Y no nadar contra corriente porque es mejor dejarse mecer tranquilamente por las aguas.

Al final no queda más remedio que aceptar que lo que vale y enseña es experimentar las cosas y no teorizar sobre la cosas. Tenemos mucha información que vive en lo etéreo de la mente y que sólo pasa a formar parte integrada de nosotros cuando las vivimos. ¿Para qué oponerse entonces a eso que aparenta ser desagradable? Mejor abrirse a la experiencia, con la atención vigilante y sin prejuicios. Y preguntarle/preguntarnos cada vez que sea necesario “¿qué me tienes que enseñar?”

Si uno tiene fe en su Dios o confianza en la vida o la idea de que vivir requiere atravesar unas situaciones para aprender de ellas y evolucionar, las situaciones desagradables son el mejor momento de demostrarlo.

Será bueno para ti que ahora lo entiendas de otro modo y aceptes que, dado que se van a presentar, es mejor afrontarlas con afán de aprender que con la rabia o el dolor encendidos y el sufrimiento como aliado.

Te dejo con tus reflexiones…


 

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