AUTOESTIMA = QUERERTE COMPLETAMENTE
por Irtha López
Eres una persona INTROVERTIDA E INSEGURA… y la gente te dice que para ser más feliz y relacionarte mejor con los demás lo «único» que tienes que hacer es: ser más positiva y salir más.
¿Me equivoco?
PERO, a ti esto, por varios motivos, no te convence.
Sobre todo porque lo has intentado y bien, o no te sale, o no te sientes cómoda.
En el fondo tienes la sensación de que te estás traicionando a ti misma, y que no es así como vas a conseguir sentirte bien con quien tú eres.
Entonces, ¿qué puede ayudarte a confiar en ti y ser más feliz, de una forma que te resulte agradable, creíble, motivadora… si eres una introvertida insegura?
¿CUÁL ES EL PROBLEMA?
Para quererte, sentirte bien contigo misma, con los demás y con el mundo, y ser más feliz… no necesitas más pensamiento positivo: necesitas más auto-aceptación.
Pero aceptación de la buena: no solo de lo agradable, fácil, divertido, alegre… sino también de lo difícil, duro, molesto…
Vamos, de tus luces y tus sombras. De tus logros y tus meteduras de pata.
De tus “no me apetece”, “no quiero”, “no me gusta”, “no se me da bien”, “me da miedo”, “me pone histérica”, “no lo aguanto”, “qué mal lo he hecho madre mía”, o “es que más tonta no puedo ser”…
El problema es que muchos piensan que aceptación = resignación, y que resignación = FRACASO.
Por tanto » aceptación = fracaso.
Por eso vivimos una época de exaltación de lo positivo, y del optimismo… de negación de lo “negativo”, de ignorar el dolor y el miedo, la preocupación y el enfado, la tristeza y la culpa… que nos hace, a muchos, sentirnos peor con nosotras mismas.
¿POR QUÉ EL PENSAMIENTO POSITIVO NO TE HACE REALMENTE MÁS FELIZ?
Lo que tú necesitas para sentirte mejor contigo misma y ser más feliz no es estar alegre y pensar en positivo todo el tiempo, lo que necesitas es aprender a aceptar todo de ti.
Porque precisamente todo ese esfuerzo por ser positiva paradójicamente, refuerza la idea de que hay algo en ti que está mal, que no funciona y que tienes que tratar de “eliminar” u ocultar…
Haciendo que tu sensación de estar incompleta, o vacía, o ser inadecuada, se mantenga e incluso se haga más grande.
¿Y qué es todo eso que el pensamiento positivo te hace creer que está mal y que tienes que eliminar de tu vida (y de ti misma)?
Pues mucho de lo que tú piensas, sientes y haces… mucho de lo que tú eres.
Tu tristeza, tus enfados, tus miedos, tus dudas y preocupaciones, tu envidia, la desgana, la apatía, la culpa…
Por eso el pensamiento positivo te hace infeliz.
Tratar de ser más feliz “forzándote” a ser alegre y no tener miedo, ni dudas, ni sentirte triste o enfadada… te hace sentir peor contigo misma, porque se basa en la negación de quién tú eres: te manda el mensaje de que no puedes sentirte tranquila, a gusto y contenta con tu forma de ser, a menos que dejes de sentir esas cosas “inadecuadas”.
¿POR QUÉ LA ACEPTACIÓN SÍ TE PUEDE AYUDAR A SER REALMENTE MÁS FELIZ?
La aceptación es la solución perfecta a tu falta de amor propio y a tu infelicidad.
¿Por qué?
Teniendo en cuenta que GRAN PARTE de tu malestar contigo misma (y tu incomodidad en las relaciones sociales) está causado por la creencia de que está mal pensar-sentir-actuar de la forma en la que lo haces (básicamente, que está mal ser como eres), aceptarte completamente es el primer paso para ganar confianza y sentirte más a gusto cuando te relacionas con los demás.
Es decir, realmente lo que a ti te hace sentir mal (y te limita a la hora de desenvolverte con más soltura en el ámbito social, familiar, laboral o personal) no es lo que piensas, sientes o haces… sino que crees que eso que piensas, sientes o haces, ESTÁ MAL.
Que está mal como tú eres.
Por ejemplo: lo que te hace sentir mal no es la tristeza que sientes al ver que querías gustar a alguien a quien parece que no le has caído muy bien (que también).
Sino que la mayor parte de tu malestar se debe a que crees (o te han hecho creer) que no deberías sentirte triste por eso.
Igual que no deberías sentir envidia que sientes por el compañero al que elogian, o culpa por no haber sido más paciente con tu padre, o rabia por sentirte culpable…
O preocupación por no llegar a fin de mes.
O ansiedad por hacer bien el trabajo por el que te pagan o te van a pagar.
O vergüenza al verte muy diferente a la mayoría de personas con las que te relacionas, sobre todo cuando están en grupo.
O torpe al no saber expresar con claridad la maraña de pensamientos, sentimientos e imágenes que inunda tu mente cuando te mencionan ciertos temas.
O tonta y aburrida cuando escoges quedarte en casa en lugar de ir a algún evento gratuito, multitudinario y “de moda” en tu ciudad…
Hoy en día parece que una no debería sentir nada de eso.
Que todos “deberíamos” sentirnos perfectamente en paz con todo lo que hacemos, sin afectarnos ni un ápice lo que sea que ocurra en nuestra vida…
Sentirnos seguras, tranquilas, confiadas, motivadas, valientes, alegres… SIEMPRE, o cuanto antes.
Así que vas tratando de enterrar todo eso que sientes, o maquillarlo con pensamiento positivo.
Para ver si así consigues sentirte de aquella manera, o al menos parecerlo…
Pero…
La humedad de la pared no se va con pintura, igual que la baja autoestima no se va con pensamiento positivo… (y la introversión no “se va” fingiendo ser extravertida)
No sé decirte qué es mejor o peor para una (persona) introvertida e insegura: que consiga ser más feliz (y tener más autoestima, confianza, amor propio…) forzándose a pensar en positivo, aparentar seguridad en sí misma y tener una alta energía… o no conseguirlo.
Si lo consigue, es posible que termine siendo una persona ansioso-depresiva, y que viva toda una vida a medias: medio llena (de aprobación externa), medio vacía (de su propia aprobación por no vivir lo que es realmente importante para ella), medio alegre (por ganarse el reconocimiento y la aprobación de los demás), medio triste (por no aceptarse a sí misma y todo lo que es).
Y que pase su vida pensando que es feliz… porque ante cualquier cosa que le “descoloca”, lo único que tiene que hacer es intentar con fuerza olvidarse de ello, aunque en el fondo siga sintiendo cierto vacío o insatisfacción vital…
Aunque se sienta cansada por tratar de ser lo que no es y vivir una vida que realmente no le satisface… porque aparentemente le está yendo bien y todo el mundo la ve y piensa: ¡qué buena persona, qué amable, qué simpática, qué alegre, qué feliz…!
Y ella termina creyendo que esa es la mejor y la única forma de ser feliz: tratar de estar alegre siempre, aunque no se sienta así.
Sin embargo, también puede ocurrir que no lo consiga. Que no consiga ser feliz de esta manera. Que se sienta aún más incapaz de llegar a sentir plenitud y bienestar en su vida.
Y que, después de intentar ser feliz de esta manera, «tan positiva», vuelva al punto de partida: sentirse mal consigo misma, triste e insatisfecha con el mundo que le ha tocado vivir.
¿Por qué?
Porque quien ha tenido humedades en las paredes sabe que por muy bonito que uno pinte encima, o por mucho papel de colores que le pegue para que no se vea la humedad, esta sigue estando ahí, y termina saliendo de nuevo a la superficie.
Si una no quiere que esto pase, debe emplear tiempo y energía en limpiar a fondo la pared: levantar la pintura, lijar, aplicar un producto aislante… y ya luego, pintarla bonita.
Claro está: esto lleva tiempo y no siempre es agradable.
Lo mismo pasa con la autoestima, la seguridad en una misma y la confianza o el amor propio, la felicidad y el bienestar: no pueden fingirse.
No puedes ponerte una máscara de felicidad, maquillarte la seguridad, pintarte la autoestima en la cara…
No puedes fingirla y pretender que todo el dolor y el sufrimiento que hay debajo no existen…
A ver, poder, puedes. Pero realmente no te ayuda mucho a sentirte mejor.
Para tener una autoestima auténtica, duradera hay que limpiar. Limpiar bien. Limpiar a fondo. Dedicar tiempo y energía… Preparar la pared para que la humedad (perdón, la inseguridad) no vuelva a surgir.
O surja más tarde. O con menor intensidad.
Como una herida: lavarla bien a menudo es doloroso, pero es mucho más sano que tapar directamente la herida.
Quizás una vez tapada, no la veas, pero el dolor seguirá ahí… durante más tiempo que si la curaras bien; e incluso se irá haciendo peor, a medida que pasa el tiempo.
Pero si la sanas, si miras eso que te resulta desagradable y te duele, quizás ahora sufras más, pero en el futuro, no te afectará tanto.
Quedará una cicatriz, seguirá siendo visible a veces, pero no te afectará tanto como haberla dejado sin curar.
Por tanto, tú, introvertida insegura, que buscas tener más autoestima y confianza en ti misma, no la busques:
• Fingiendo o forzándote a ser una persona muy segura de ti misma
• Fingiendo o rozándote a ser extravertida
Porque corres el riesgo de vivir una “buena” vida a ojos de los demás, pero una vida insatisfactoria para ti.
¿CÓMO PUEDES ACEPTARTE Y CONSTRUIR UNA AUTOESTIMA SANA… SI ERES UNA INTROVERTIDA INSEGURA?
Una persona introvertida insegura, como puede ser tu caso, que buscas aumentar tu confianza en sí misma y tu sensación de bienestar, te recomiendo:
• No dejes de ser introvertida para ser una persona segura y feliz: no lo necesitas, tu forma introvertida de ser no es un error… ni siquiera tu inseguridad lo es
• Para sentirte completa y a gusto contigo misma lo que tienes que hacer es, en primer lugar, entender por qué no te aceptas a ti misma
• En segundo lugar, acepta que te hayas vuelto insegura (es mucho más fácil cuando has entendido por qué lo eres, por qué anhelas la perfección y la aprobación de los demás)
• Y, por último, emprende acciones destinadas a sentirte cada vez más a gusto con quien tú eres, cómo piensas, hablas, te relacionas, sientes y actúas… y menos incómoda con tus debilidades, carencias, errores, fallos, meteduras de pata.
Es decir: conócete, compréndete y acéptate tal y como eres, introvertida e insegura.
Sólo así recuperarás la confianza, la energía y el amor propio necesarios para cambiar lo que quieras cambiar en tu forma de relacionarte con el mundo… si es que realmente quieres cambiarlo (o aún ha cambiado de forma natural al transformar tu forma de verte a ti misma).
Y si no me crees, piensa en el alivio que sientes cuando alguien te dice que no le ha gustado lo que has dicho o hecho, pero que lo comprende… en lugar de decirte que “no deberías” haber actuado así.
¿No te sientes mejor, dentro de lo que cabe, y te dan más ganas de tener en cuenta al otro y tratar de no repetir lo ocurrido, cuando te tratan con empatía?