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 CAPÍTULO 155 - PEDIR EN LA RELACIÓN LO QUE EL OTRO NO ESTÁ DISPUESTO A DAR



Febrero 04, 2021, 05:39:24 am
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Desconectado Francisco de Sales

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CAPÍTULO 155 - PEDIR EN LA RELACIÓN LO QUE EL OTRO NO ESTÁ DISPUESTO A DAR
-CUANDO LA PAREJA ESTÁ DESCOMPENSADA-

Este es el capítulo 155 de un total de 200 –que se irán publicando-  que forman parte del libro RELACIONES DE PAREJA: TODO LO QUE NO NOS HAN ENSEÑADO Y CONVIENE SABER


¿Qué es lo que busca una mujer en la relación?
¿Y qué es lo que busca un hombre?
¿Coincide en algo?

Porque si no es lo mismo lo que ambos buscan, puede darse el caso de que uno esté muy satisfecho y el otro muy insatisfecho.

Por ejemplo, si él sólo desea una mujer que le dé hijos y los cuide, le tenga siempre preparada la comida y la ropa, acceda a tener relaciones sexuales cada vez que él lo desee, no le cause muchas molestias ni le impida hacer lo que le apetece cuando le apetece y, en cambio, ella no quiere tener hijos, ni dedicarse exclusivamente a hacer labores de hogar sino dedicarse a su crecimiento profesional aunque le ocupe el día entero, desea que él sea colaborador participativo en las tareas comunes de la pareja, y le apetece ser seducida cortésmente antes de tener sexo, esa pareja tiene pocas posibilidades –más bien ninguna- de seguir adelante por mucho tiempo.

El periodo de noviazgo está hecho para el descubrimiento. Es el tiempo de la sinceridad, de hablar, de preguntar, de exponer, de atreverse, de no callar, de indagar, ofrecer, pedir, conocer, proponer, plantear… no es sólo el tiempo de pasear en silencio cogidos de la mano, embelesados, flotando, sin palabras y con una mente en blanco sólo atenta al éxtasis; no es sólo tiempo de creer que una fuerza divina o cósmica ha alineado todos los planetas para ellos y les ha unido ineludiblemente porque ya estaban predestinados; no es momento de aplazar ninguna cosa para después de la unión, cuando ya tal vez sea tarde; no es tiempo de confiar en que el amor que suponen que hay entre ellos podrá resolver todos los conflictos y diferencias que surjan porque ¡eso es mentira! y, además, es una mentira destructiva de dolorosas consecuencias, ni es un tiempo para no contradecir al otro por no romper el encanto, la magia, o ese lazo rosa invisible que les une.

Es el tiempo hecho para el amor y para la realidad –es más cierto y más duradero el amor que se basa en la realidad que el que solamente es producto de la mitificación o la idealización-, tiempo para el acercamiento o para poner la palabra fin, tiempo de cimentar con firmeza o de reconocer los puntos dispares irreconciliables, o la grandísima distancia que se interpone entre las aspiraciones de ambos. Tiempo de hacerlo bien para que lo que está por venir les encuentre juntos y bien, o separados y con otra pareja, pero bien.

Se trata de estar bien en el futuro. Y es el tiempo de decidir la parte sentimental del futuro.

No hay prisa. Si no es este o esta, será otro u otra. Es mejor tener paciencia y esperar hasta que llegue el que sí va a complementar.

Generalmente no se es consciente de la responsabilidad que implica el tiempo de noviazgo, y se pasa más tiempo en la nube de la idealización que en la rigurosa realidad. La fantasía y la utopía no deberían participar en la selección. Es más un asunto del corazón, que debe exponer sus sentimientos sin manipularlos, y debe desplegar sus deseos o necesidades ante la mente consciente para que ésta trate de poner un poco de orden en su alteración y su alboroto sentimental, y, sin tratar de influenciar expresamente, le haga ver lo que su falta de ecuanimidad no le permite ver o le confirme el acierto de su intuición.

Los asuntos de la relación no son solamente asuntos del corazón, sino que también ha de participar, y con igual autoridad, la mente clara.

Y aunque el amor es un asunto del corazón, conviene escuchar la opinión de la mente: la cabeza tiene ojos para ver y el corazón, no.

Por eso es necesaria la comunicación en ese periodo, más que la suposición o el silencio, más que la ceguera y el espejismo, para averiguar qué es lo que el otro desea, y comprobar si se puede o se quiere dar, y viceversa.

Si ambos van por el mismo camino, y caminan al mismo tiempo y en la misma dirección, podrán llegar donde quieran juntos y bien.

Si no hay compatibilidad entre ellos, que haya aleluya y felicidad, y un adiós cordial y nada de lágrimas, porque el otro nunca va a dar lo que no está dispuesto a dar. Ese es el mejor momento para descubrirlo. Y si duele la desilusión, en caso de haber seguido adelante, más dura y dolorosa hubiera sido la caída. Por eso, en ese adiós de ese momento salen beneficiados ambos.

Sinceridad, diálogo, franqueza, honradez, preguntas, sacar los asuntos que realmente son importantes y ver los puntos de convergencia que hay entre ambos, amor –incluso para clausurar con amor la relación antes de que se consolide-, consultar, examinar, proponer, hablar… para eso es el tiempo de noviazgo.

Y si el otro aclara y confirma que no está dispuesto a colaborar u ofrecer lo que se le solicita, no se le puede pedir posteriormente que lo haga, así que no se le puede reclamar por ese motivo.

SUGERENCIAS PARA ESTE CASO:

- Interesa ser consecuente y valorarlo previamente, porque no se puede pretender pedir o exigir al otro lo que no está dispuesto a dar cuando ya lo había advertido con sus palabras o sus hechos.
- Durante el noviazgo es cuando hay que exponer planes y deseos y compromisos y límites.
- Si alguien se ha auto-engañado que no le responsabilice al otro por ello.
- La honradez es básica en la relación. Que ninguno engañe al otro. Que cada sí equivalga a un sí, que cada no sea un no rotundo.


Francisco de Sales



 

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