¿TIENES CLARO QUÉ ES LA EMPATÍA?
En mi opinión, no siempre somos capaces de entender realmente qué es la empatía y de aplicarla correctamente. Nos gusta decir que somos empáticos con la gente que sufre, con quien está mal, con los confundidos y los desesperados, pero tal vez no lo estemos haciendo bien.
La definición de empatía dice que es el “sentimiento de identificación con algo o alguien” y que es la “capacidad de identificarse con alguien y compartir sus sentimientos”.
La definición de identificar es “hacer que dos o más cosas en realidad distintas aparezcan y se consideren como una misma” y “llegar a tener las mismas creencias, propósitos, deseos, etc. que otra persona”. O sea que es casi-casi ser el otro. Pero ser el otro es imposible.
La posible equivocación en la comprensión de la empatía es que en realidad se trata de comprender cómo la otra persona siente y se siente, pero siendo ella misma y desde su punto de vivencia y de sus circunstancias, y no es cómo se sentiría uno mismo si estuviese en el lugar del otro. Ahí radica la gran diferencia. Eso es lo que uno tiene que revisar antes de afirmar que tiene o siente empatía.
No es “yo en tu lugar estaría tan mal como tú”, no es pensarlo o imaginarlo: es sentirlo. Es entrar en su vida, en ese momento, en su mente y su dolor y su desesperación; es empaparse de las circunstancias que le han llevado hasta ese punto, y padecer las mismas noches de impotencia y cada una de sus experiencias dolorosas anteriores y su no saber qué hacer y hundirse.
No es pensar como el otro: es sentir desde el otro. Desde su lugar, no observarlo desde fuera y suponer cómo se sentiría uno en su caso.
Tú eres diferente a cualquier otra persona del mundo: eres único así como también los otros son únicos. Por eso ninguna persona reacciona igual que otra ante una misma situación o un mismo conflicto. Cada uno tiene sus propios miedos o fortalezas; cada uno actúa en función de su educación y autoconfianza.
La empatía no debería quedarse en “te comprendo” y sería bueno que llegara hasta “¿qué puedo hacer por ti?”, aunque muchas veces lo único que podemos y debemos hacer por el otro es estar a su lado, coger su mano, pasarle un pañuelo, mirarle a los ojos y trasmitirle “estoy aquí, cuenta conmigo” si es que eso es cierto y se va a cumplir después. No siempre es conveniente restarle importancia a lo que le pasa con un “no te preocupes, esto no es nada” –porque sí es algo y no se ha de minusvalorar lo que pasa o lo que siente que le pasa-, ni mentir con un “todo se va arreglar” –porque tal vez no se pueda arreglar nunca y se le están dando falsas esperanzas que después se convertirán en más frustraciones”, ni siempre es consolador para el otro decirle que “otros están peor que tú” –en ese momento no le importan los otros, le importa exclusivamente lo que le pasa a él-.
Así que conviene tener en cuenta que hay que tener la sensibilidad afinada para poder sentir lo que el otro siente, escuchar MUY BIEN para comprender perfectamente qué es lo que le pasa, ser respetuoso y tolerante y nada extremista o radical si se emite alguna opinión, y saber valorar también la comunicación no verbal; si se dice algo, hablar con cuidado y consideración y no olvidar nunca que la otra persona es como es y no como uno quisiera que fuera, así que va a ver, pensar y actuar según sus propios criterios y normas.
Hay una frase que resume y explica todo lo anterior bien: “Empatía es ser capaz de sumergirse en el mundo emocional del otro… sin ahogarse en él”.
Te dejo con tus reflexiones…