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 LA COMPASIÓN EN LA TERAPIA COGNITIVO CONDUCTUAL - 1ª parte



Marzo 30, 2021, 05:31:41 am
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LA COMPASIÓN EN LA TERAPIA COGNITIVO CONDUCTUAL - 1ª parte
« en: Marzo 30, 2021, 05:31:41 am »
LA COMPASIÓN EN LA TERAPIA COGNITIVO CONDUCTUAL
Dr. José Antonio García Higuera

La compasión es un comportamiento dirigido a eliminar el sufrimiento y a producir bienestar en quien sufre. Es fundamental para lograr la calma y el bienestar y potencia nuestras relaciones sociales. La autocompasión se refiere a cómo nos comportamos con nosotros mismos cuando las cosas no nos salen bien y tiene un efecto terapéutico en la  vergüenza y la autocrítica. Puede ser necesario construir y desarrollar la compasión y esta página da pistas de cómo hacerlo.
La compasión tiene connotaciones negativas en español, porque parece implicar menosprecio hacia quien sufre. Muchos nos plantearíamos que no queremos que sientan compasión hacia nosotros. Podríamos emplear otros términos diferentes, como cariño, amor, etc. pero estos tienen otras acepciones más amplias que desvirtuarían lo que queremos decir. Si somos capaces de entender que la compasión es totalmente contraria a que el otro se sienta menospreciado, podremos comprender a qué tipo de emoción y comportamiento se refiere este artículo.
La compasión juega un papel fundamental en la activación de nuestro sistema neurológico del bienestar. Su importancia terapéutica hay que encuadrarla en el hecho de que es un proceso que ayuda a superar las consecuencias negativas de la autocrítica destructiva y de la vergüenza en las relaciones sociales y que genera emociones positivas que son muy importantes para sentirnos felices.

DEFINICIÓN DE LA COMPASIÓN

La compasión es un comportamiento dirigido a eliminar el sufrimiento y a producir bienestar en quien sufre. En ella se pueden considerar diferentes facetas:

•   Un componente emocional que, ante la presencia de un estímulo, y nos provoca un impulso a actuar. En este sentido la compasión es una emoción que  surge ante la percepción del sufrimiento ajeno y nos provoca un impulso dirigido a paliar el sufrimiento que percibimos. La conducta compasiva genera fuertes reacciones emocionales asociadas al sistema neurológico del bienestar.
•   Un componente conductual que incluye el compromiso y la decisión de realizar acciones dirigidas a eliminar el sufrimiento.
•   Un componente cognitivo que incluye varias facetas:
o   La atención al sufrimiento ajeno.
o   La evaluación de ese sufrimiento.
o   La evaluación nuestras capacidades concretas para intervenir eficazmente y poder paliarlo en ese momento.
o   
Todos los componentes se combinan y relacionan en la acción compasiva. Así, paliar el sufrimiento de alguien nos provoca sentimientos asociados con nuestro bienestar; percibir el sufrimiento ajeno nos puede generar la emoción que nos impulsa a ayudarle, etc.

UN CAMINO HACIA LA COMPASIÓN: LA EMPATÍA Y LA SIMPATÍA

La compasión es algo más que la empatía, que es la capacidad de entender la conducta y los sentimientos de los demás. La empatía consiste en una reacción cognitiva, se trata de entender intelectualmente el sufrimiento del otro. La compasión se diferencia de ella porque no solamente entendemos el sufrimiento que percibimos, sino que nos despierta un impulso de realizar una acción dirigida a neutralizar o hacerlo desaparecer. También es algo más que la simpatía, porque esta es una reacción que nos lleva a sentir la emoción que está sintiendo el otro. Así, cuando percibimos el sufrimiento de alguien, podemos sufrir con él; pero la compasión conlleva, además, el impulso hacia la actuación para eliminar o disminuir el sufrimiento. La autoestima aumenta cuando hacemos las cosas bien, la autocompasión se refiere a cómo nos tratamos cuando las cosas no van bien.
Partiendo de Gilbert, (2009) proponemos estos pasos para desarrollar la compasión:
Para llegar a la compasión hemos entender al otro, es decir, tener empatía; sentir con el otro, sentir simpatía y actuar

1.   Gilbert nos dice que para desarrollar la compasión es necesario practicar la atención hacia el sufrimiento de los demás.
2.   Desarrollamos luego la empatía hacia él. La empatía consiste en realizar un esfuerzo para entender el sufrimiento de esa persona. No se trata de justificarla, sino de entender intelectualmente su comportamiento.
3.   Un paso más allá es sentir simpatía.
4.   Finalmente, se potencia la compasión llevando a cabo conductas para paliar el sufrimiento percibido. Son conductas que pueden ir dirigidas a fomentar la oxitocina, por ejemplo, el contacto físico o trasmitiendo el mensaje de que nos importa, sufrimos con ellos y queremos eliminar su sufrimiento. Como en todas las emociones, el componente emocional de la compasión se incrementa al realizar la conducta a la que impulsa.

LA AUTOCOMPASIÓN

La autocompasión se refiere a cómo nos tratamos nosotros cuando las cosas no nos salen bien.
Podemos destacar tres clases de compasión la que dirigimos hacia otros, la que recibimos de otros y la que orientamos hacia nosotros mismos. La compasión hacia nosotros mismos es la autocompasión; parte de la emoción que nos lleva a neutralizar o superar nuestro propio sufrimiento. La compasión hacia los demás incluye la misma emoción que está involucrada en la autocompasión y, por ello, si el sufrimiento ajeno nos deja impasibles, podemos ser también implacables con el nuestro y viceversa. El sentimiento es el mismo y ser compasivos con otros puede ayudarnos a serlo con nosotros mismos y si somos críticos con los demás probablemente lo seremos con nosotros mismos.
Otra definición de la autocompasión la da Neff (2003, p. 224): “estar abierto y movido por nuestro propio sufrimiento, experimentando sentimientos de cariño, de bondad hacia uno mismo, tomando una actitud de entendimiento hacia los fallos y las incompetencias propias que no juzga y reconociendo que nuestra experiencia es parte de la experiencia de toda la humanidad”.
Esta autora (Neff, 2003) propone tres elementos primarios en la autocompasión: cariño hacia nosotros mismos, darnos cuenta de que somos parte de la humanidad y la conciencia plena (mindfulness).
La conciencia plena nos permite percibir nuestro sufrimiento, acercarnos a él y aceptarlo. Ser conscientes que participamos de las virtudes y debilidades de cualquier ser humano nos permite poner en perspectiva nuestro sufrimiento y considerar la parte de responsabilidad que tenemos en él, que es la misma que cualquier otro tendría en nuestro caso. Finalmente, el cariño hacia nosotros mismos, que no es egoísmo, nos permite tratarnos con el mismo cariño que podemos sentir hacia una persona querida.

EFECTOS DE LA COMPASIÓN


La compasión y la autocompasión nos producen calma y alegría.
La compasión y la autocompasión activan el sistema de bienestar. Nos producen alegría y calma. Nos ayudan a afrontar nuestros fallos, a tomar riesgos, a practicar y manejar nuestros fallos desde la competencia, a manejar las críticas y los conflictos, a crear mejores y más armoniosas relaciones. Puede llegar a ser el centro de nuestra identidad, si encontramos en ella el sentido de nuestra vida.
La compasión puede poner en marcha de nuevo el sistema de vínculo que puede haberse cerrado debido a conflictos emocionales, por haber sido abandonado o por haber sufrido abuso. Entonces se reactiva el sistema y aparecen las memorias emocionales relativas a los sucesos que provocaron el cierre pudiendo provocar miedo a sentir la compasión (Gilbert, 2009).

CONSTRUIR LA COMPASIÓN

La compasión surge del equilibrio entre los tres sistemas que regulan la emoción, labor que realiza el sistema de bienestar (Gilbert 2009, página 178)
para ejercitar la compasión hemos de percibir el sufrimiento, evaluarlo, sentir compasión, y actuar
La compasión incluye una emoción que tiene aspectos negativos, porque supone entrar en contacto con el sufrimiento y eso nos hace sufrir. Aunque el sufrimiento está presente en todo momento en la vida del hombre, nuestra sociedad nos aísla de él, porque es desagradable y no queremos verlo ni sentirlo cerca. La percepción del sufrimiento es una condición previa para sentir compasión. En este sentido, Atkins y Parker (2012) proponen varios pasos para fomentar la compasión:
1.   Percibir el sufrimiento. Para ser capaces de ponernos en contacto con el sufrimiento hemos de estar abiertos a sentirlo. El entrenamiento en mindfuness implica estar abiertos a la experiencia de lo que ocurre a nuestro alredor y a darnos cuenta de lo que les pasa a los demás con amplitud de mente y curiosidad. y elegir con más libertad nuestra actuación en esos momentos.
2.   Evaluarlo. La evaluación que hagamos de quien sufre influye de forma básica en que se dispare o no nuestra emoción. Cuando nuestra mente entra en funcionamiento, se producen dos tipos de evaluaciones: la de la situación externa y la de nuestra capacidad para afrontarla (Lazarus y Folkman, 1986). Si valoramos de forma negativa a aquel que sufre, la compasión no surgirá. Por ejemplo, si pensamos que se merece el sufrimiento porque no ha sido previsor o por cualquier otra causa, inhibiremos la emoción y justificaremos nuestra inacción. También valoramos nuestra posibilidad de ayudar, si no apreciamos que tengamos capacidad de ayudar, tampoco nos dejaremos llevar por nuestros sentimientos compasivos.
3.   Sentir la compasión. Hemos de tener capacidad de vivir plenamente los sentimientos y pensamientos negativos que surgen al entrar en contacto con el sufrimiento, propio o ajeno. Dejarnos llevar por la compasión puede implicar involucrarnos en el dolor ajeno por encima de las reacciones lógicas de protegernos.
4.   Actuar. De esa forma podemos dejarnos llevar por la compasión y, de acuerdo con el valor general, comprometernos en la ayuda del que sufre (Atkins y Parker, 2012). La flexibilidad psicológica que estos procesos psicológicos proporciona nos permite ser compasivos con mayor libertad.



 

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