1. Inhibir la expresión de sentimientos y obligar a la persona/s que han sufrido la pérdida a comportarse de una manera determinada.
2. Salir huyendo ante la mínima expresión de sentimientos dolorosos.
3. Decirle a la persona que ha sufrido la pérdida lo que tiene que hacer, sin darnos cuenta que el dolor que cada uno siente es propio y no es comparable con el que nosotros sentimos.
4. El decir "llámame si me necesitas", puesto que cuando uno se siente mal normalmente no suele llamar, hemos de estar ahí sin que nos lo digan. A veces simplemente acompañando, no hay que decir nada más.
5. Decir "el tiempo lo cura todo", las experiencias alegres hacen que el tiempo se pase mucho más deprisa, ahora el tiempo que trascurre con dolor, corre mucho más despacio.
6. Querer que la persona supere rápidamente el dolor. Cada cual tiene su proceso y este no se puede alterar. Además que el proceso de elaboración del duelo lleva su tiempo y es necesario.
7. Dejar de llamar y de ayudar a la persona en duelo, puesto que éste es largo y a veces parece, incluso que retrocede. El duelo tiene momentos de avance rápido y ver que uno se siente mejor, pero también, con una fecha señalada o algún acontecimiento se vuelve a reabrir la herida de la pérdida. Eso si, con el tiempo la intensidad es menor.
8. Rechazar ayuda de grupos que hayan pasado por situaciones similares. Las personas que han pasado por situaciones similares, son de gran ayuda, con un dirigente terapéutico, para ayudar a las personas que están elaborando un duelo.
9. Tratar a la persona que ha sufrido la pérdida como inútil o incapaz de tomar sus propias decisiones; es decir, sobreprotegerla.
10. Decirle al afectado que con el tiempo llegará a olvidar lo sucedido; con el tiempo se aprende a vivir con ello pero olvidar nunca se olvida.
(de
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