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 ¿A QUÉ LE LLORAMOS CUANDO UNA RELACIÓN DE PAREJA SE TERMINA?



Enero 02, 2012, 06:28:28 am
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Desconectado luz

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A QUÉ LE LLORAMOS CUANDO UNA RELACIÓN DE PAREJA SE TERMINA.
   

Cuando una relación se termina los sentimientos que experimentamos están teñidos de contradicciones. Estamos atribulados, tristes, enojados, llenos de rabia y también de desencanto y conflictos.

Parece que nada nos calienta, y cómo dice el dicho: ni el sol.

No atinamos a darle nombre a nuestras emociones, sentimos un gran vacío y decepción. Recordamos nuestros momentos mejores vividos con la pareja, pero también los más traumáticos y violentos.

Le lloramos a nuestras ilusiones que creamos con esa pareja, a nuestros sueños compartidos y a la posibilidad de recrear una vida juntos.

Le lloramos a nuestras  expectativas no cumplidas, y a nuestros sueños no realizados.

Le lloramos a una gran pérdida de lo que la persona representa para nosotros, perdimos la ilusión, perdimos el amor, perdimos la posibilidad de tener una pareja, perdimos un proyecto de vida, perdimos el sentido de nuestras vidas… cuando la pareja se ha convertido, en nuestro propio sentido…

Le lloramos a un ideal, porque en el fondo sabemos, que en la vida real, nuestra relación estuvo llena de conflictos, pleitos, peleas y enojos estuvieron presentes todos los días…

Le lloramos a la posibilidad de encontrarnos con nosotros mismos… Y hacernos responsables de nuestra propia vida. De tomar conciencia,  de que sólo cada integrante de la pareja en lo individual, puede ser capaz de ser primero,  una persona que realice un proyecto de vida personal, para darse a otro con todo lo que uno es…

Lloramos y nos dolemos de la relación… pero jamás lloramos por nuestro dolor, por nuestro amor no correspondido, por nuestra vida hecha trizas frente a las rupturas…

Lo mejor no es llorar, sino llorar para darnos cuenta que estamos en ese lugar del dolor, del desgarre y de la desilusión. Por tanto, la revisión personal es muy importante…

Y desde ahí considerar nuestras lágrimas, lloramos por nuestros propios dolores de hoy, de ayer y de siempre… o lloramos… por ese hombre o esa mujer a la que tanto amamos y estamos dispuestos a dar la vida por ellos…

No hay más, la vida es una experiencia individual, sí en el camino decidimos compartirla con la pareja, necesitamos reconocer a qué le lloramos, de qué nos dolemos, sea una cuestión que atañe o no a la pareja…

Le lloramos a nuestro amor propio lleno de heridas y de fracturas, creemos que nada en nuestra vida va a volver a ser igual, y es verdad, no va a volver a ser igual, porque ahora estamos dolidos, enojados, tristes, indignados, con la sensación de la pérdida misma… nos conduele nuestro propio vacío, nuestra propia soledad… ese objeto de amor maravilloso, llamado pareja, ya no está, se fue, se ha ido… Y ahora, yo dónde deposito mi amor, dónde pongo mis ilusiones, mis sueños, con quién comparto mi tiempo libre, mi sexualidad, mis pleitos y enojos, ya no tengo ni con quién pelear…

Le lloramos a la posibilidad de ser queridos, amados y apreciados, pero también a los conflictos y malestares… Pero yo me pregunto: ¿Si mi relación ha sido un tormento y me ha hecho más sufrir, que gozar, a qué le lloro?

Quizá le lloramos a nuestra vida frustrada pero no entendemos las circunstancias de otra manera, tal vez creemos amar a nuestra pareja que lejos de hacernos crecer nos ha metido en el círculo de la violencia, en la inestabilidad, desasosiego y desventura.  Los integrantes de la pareja no logran asumir la responsabilidad de sus propias vidas, de mantener una vida interesante y plena llena de sentido para sí mismos.  Cuando lloramos porque nuestra ahora ya no está, y nuestras condiciones han sido desoladoras en pareja, tal vez, quiere decir que requerimos hacer un alto en el camino y replantearnos, algunas preguntas:

¿Realmente me valoro como persona?

Sí la respuesta es afirmativa, entonces seré capaz de buscar una mejor pareja, pero si por el contrario, la respuesta es no, seguramente  busco en la pareja el valor de mi persona, y entonces frente a las rupturas, me quedo sin valor, y es tal vez, a mi falta de aprecio personal a lo que le estoy llorando.

¿Cuáles son los tratos que requiero tener para sentirme amado y apreciado?

Aquí las respuestas son múltiples y variadas, cada persona en lo particular puede dar respuesta a ello, de manera que, si yo soy una persona que considera que el respeto es fundamental en la relación, entonces… ¿por qué acepto gritos, insultos, plantones, cancelaciones de citas a última hora, relaciones compartidas…?  Con esto quiero señalar que ese respeto lo voy a pedir, no sólo de mi pareja, sino de todo aquel con el que yo entable relación, como mis hermanos, amigos, jefes, compañeros de trabajo.

Y dejar de desgastarme en tratar de cambiar a mi pareja para que me respete.  Sí no lo hace, no lo hará.  Entonces… ¿por qué lloro y me duelo porque mi pareja es tan desconsiderada, cuando toda vez yo lo permito?

¿En qué momento de mi vida he perdido el control de mis sentimientos para brindárselos a alguien, por más que lo ame, que no me aprecia?

Y con esta interrogante quisiera cerrar esta reflexión, no estoy insinuando que no lloremos, por el contrario, el llorar sana el alma, las emociones y los sinsabores.  Las lágrimas son un regalo de la vida para el desahogo…

Pero una vez que se han agotado… sería importante voltear la mirada hacia nosotros mismos y construirnos una vida amable, estable, y como el futuro no es predecible, aprender a estar con nosotros mismos, apreciarnos, llenarnos de lo que amamos, hacer lo que nos gusta, y una vez, que yo puedo vivir la vida conmigo… seguramente estaré lista o listo para compartirla con alguien más, sin renunciar a mí.


(Ana Giorgana)

 

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