LA ATENCIÓN ES NECESARIA PARA MEJORAR LA AUTOESTIMA
En mi opinión, no se consigue mejorar la Autoestima solamente con el deseo. No es suficiente con pensarlo un día y esperar que se vaya arreglando ello solo. De poco sirve rogarlo en una oración y confiar ciegamente en que uno se despertará un día siendo otra persona diferente. “A Dios rogando, pero con el mazo dando”, dice el refrán.
Está bien pedir iluminación para el proceso, y perseverancia, y cualquier tipo de ayuda, pero… de nada sirve pedir que el camino se ande solo. Esta es una tarea en la que sólo uno puede sembrar y en la que será uno quien recoja el beneficio de la cosecha.
Desde el momento en que se ha tomado la firme decisión –porque ha de ser muy firme-, se requiere una atención exclusiva y permanente. Esa atención ha de cumplir varias funciones.
La primera, recordar continuamente que se está en un Proceso por el que se trata de averiguar cuáles son las razones que han hecho que la Autoestima esté por debajo del nivel correcto y adecuado.
La segunda, hacerse observar y observarse en todo momento. Observar el Proceso, las dificultades, las trampas, el dominio que acapara el inconsciente; observarse en las reacciones, en las creencias equivocadas, en la falta de fe en uno mismo, en las creencias antiguas y las rendiciones sin oposición a la desgana y a la rendición.
Así que hay que fomentar la atención del modo que sea más adecuado para cada uno: si hace falta pueden ponerse letreros por todos los sitios por donde uno pase cada día, para recordarse que este proceso es por libre decisión y deseo; ponerse un aviso en el teléfono móvil o en el despertador y que suene cada cinco minutos para recordarlo; grabarse el mensaje en la mente para que cada vez que ésta se ponga en marcha, sea esto lo primero en lo que piense.
De esa repetición continua de que es un asunto prioritario y trascendental, se va formando en una costumbre que, sobre todo al principio, es de gran importancia. Cuando la Autoestima esté en el nivel adecuado, ya se podrá bajar la guardia y relajarse, pero ahora es necesario tener muy claro y aceptado que esto es prioritario, y que la calidad de vida, en el presente y en el futuro, depende de que se consolide la base en la que se está trabajando.
La atención va a aportar una conciencia más clara y abierta, en la que uno se dará cuenta de cosas en las que, quizás, nunca se había reparado; desde un acto de sinceridad, se pueden ver las cosas tal como son y se dejará de verlas del modo rutinario y desatento. Eso permitirá darse cuenta del valor correcto de lo que habitualmente pasa desapercibido.
Es imprescindible “darse cuenta”. Sin atención, las cosas pasan a nuestro lado pero no las vemos, no sentimos su influencia, no notamos la señal que nos dejan, no las disfrutamos con toda su intensidad…el aprecio por las situaciones, por las emociones, por lo que nos aportan los demás, ocasiona una valía especial a las cosas, porque las valoramos con más intensidad desde la vigilancia considerada y galante que requiere y se merece todo lo que tenga que ver con nuestra vida, y todo lo que lleve de algún modo a valorar y fortalecer nuestra Autoestima.
Y esa atención debe ser hacia todos nuestros estados y situaciones. No es bueno regodearse en los aspectos malos, ni obviar o menospreciar los buenos. Ni viceversa.
La atención nos lleva a poder emitir un juicio general: a descubrir lo bueno, para valorarlo y potenciarlo, para que sumemos puntos a nuestro autoconcepto, para corroborar que en nuestra vida también hay cosas buenas, y también nos lleva a reconocer lo que no nos gusta, para poder corregirlo o desintegrarlo.
La atención es la luz imprescindible para ver, y su tarea es necesaria para tener una visión exacta, amplia e impecable, de nuestra realidad actual y poder saber con claridad lo que se tiene que hacer.
Atención, atención, atención.
La vida y el aprendizaje no son lo mismo sin atención.
