Hay un tercero estilo que profundiza más en la indiferencia, que es la esencia misma de la indiferencia. Lo que se opone al amor no es el odio, porque el odio también atrae; atrae para destruir, pero atrae; lo que se opone al amor es la indiferencia y este tercer estilo yo lo llamo el amor desvinculado o el estilo ermitaño. Estas son personas que simplemente se encierran, se aíslan en su territorio, hacen un culto a la autonomía y, simplemente, no es "tú vales menos" o "eres un objeto", es "tú no existes". Lo borran del mapa. No proceso tus emociones. Eso se llama en psicología alexitimia. Significa la incapacidad de leer y procesar las emociones del otro. Entonces, lo que hace el esquizoide es aislarse y cada vez más en su territorio. La pareja la tiene simplemente porque necesita estar insertado en la cuestión social. Entonces, el esquizoide lo que hace es desconocer totalmente al otro.
También los esquizoides son más hombres que mujeres; los narcisistas son más hombres que mujeres, los antisociales son más hombres que mujeres aunque las mujeres antisociales buscan a los hombres antisociales también; ya será una especie de sociedad para delinquir, pues los antisociales delinquen permanentemente, violan reglas. En la historia van a encontrar muchas parejas de esas, pero, entonces, el esquizoide lo que hace es ser como un agujero negro. Si usted tiene un esquizoide en su vida, lo chupa, pero, usted, ¿por qué sigue con este hombre esquizoide? "Es que mi amor lo va a curar"; su amor lo va a curar. El esquizoide no tiene cura. Es un amor locura.
Rocío Ramos-Paúl
Pero no me voy a dar por vencido, pero cada vez hay un costo de la autoestima que baja. Cada vez me quiero menos. Entonces, ya me acostumbro. Yo tengo una paciente que casi 14 años que está saliendo con un hombre y ha ido una sola vez al apartamento; no sabe cuánto gana; ha hecho el amor una vez en 14 años; en fin, tienen una relación absolutamente distante, pero frente a la gente se muestra ella como la novia de él, es inabordable. La creencia que tenemos nosotros de que el amor puede producir como una especie de milagro en las relaciones afectivas adultas, pero yo no lo veo así. Es decir, yo pienso que cuando alguien no te quiere, cuando alguien afecta tu autorrealización personal vital, "yo quería ser pianista o bailarina, pero la condición que me puso el piano o yo, y yo elegí ella".
Si afecta a tu autorrealización o tu dignidad y a tus principios, cualquiera de las tres razones para decir que el amor no alcanza. ¿Por qué? Porque están violando mis derechos fundamentales. Estamos diciendo que ese amor no es ético, que es amor no es democrático, que ese amor no es justo. Nosotros pensamos que el amor es todo poderoso, que el amor todo, todo lo puede. Bajémoslo un poquito. Pongamos el amor en la tierra. Nosotros, a no ser que haya algún santo aquí, que no creo, pero el amor que cuando nosotros establecemos relaciones afectivas tenemos que exigir reciprocidad, si yo soy fiel espero que mi pareja sea fiel. Ustedes no esperan nada a cambio; eso es para el amor universal, eso es para la madre Teresa de Calcuta, Jesús, Buda, pero no para nosotros. Si yo soy fiel, espero fidelidad; si doy ternura, espero ternura; si doy sexo, espero sexo. De la reciprocidad, no milimétrica, pero la reciprocidad vital sí es un elemento importante en el amor.
Se rompe esa reciprocidad en los tres estilos que he dicho. Hay otros estilos. Por ejemplo, hay estilos que se dirigen a controlar a la otra persona. Uno es el paranoide, o sea el amor desconfiado. El paranoide pone al otro en la lupa, o le sube al estrado. El paranoide es el celoso; el paranoide es el que piensa que el mundo está en mi contra y yo necesito defenderme permanentemente. Pienso que mi pareja es culpable hasta que no demuestre lo contrario. Inclusive llegan al extremo de tener celos retrospectivos. Es decir, "cuando tenías 16 años tenías un novio", "sí, pero ya tengo 38; estoy casada contigo hace 8 años", "sí pero, a los 16 años tuviste un novio, y ¿qué hacías con ese novio?", "pero, cómo, qué hacía mi amor; nada", "¿cómo que nada? ¿Lo besaste alguna vez o no lo besaste?", "bueno, sí, le di un beso", "¿cómo fue el beso?" Y empiezan a indaga y, entonces, la mujer, para tranquilizarlo, le va contando todo y cada vez que le cuenta es como echarle gasolina a una fogata, y se encienda más y se encienda más. Entonces, quieren tener una franquicia de hace 30 años para acá, eso es como un golpe de estado, entonces, es imposible.
El paranoide lo que hace es no entregarse nunca afectivamente porque si se entregan va a mostrar sus debilidades y va a creer que le van a molestar o engañar. El paranoide funciona muy bien en algunas cuestiones; si trabajan en la CIA son perfectos; un paranoide en la CIA creo que es perfecto, pues tiene que ser desconfiado.
El obsesivo es otro estilo controlador. El obsesivo es el amor perfeccionista. Insisto, no piensen esto que están en el hospital mental; entre nosotros, cualquiera de nosotros puede tener rasgos de estas personas; yo mismo; cualquiera, aunque no los tengan exagerados. El amor perfeccionista es poner al otro bajo control, porque parto de que es ineficiente y de que el único que puede aquí ser responsable y eficiente soy yo. Entonces, genero en mi pareja miedo todo el tiempo a equivocarse. Como tiene miedo a equivocarse, se equivoca; y como se equivoca demuestro que no sirve para nada. Entonces, hago un golpe de estado; tomo el poder y el poder consiste en que yo tomo todas las decisiones, porque sos una inútil. Entonces el obsesivo sistematiza el amor, lo organiza; está todo el día alrededor de lo meticuloso. ¿Se acuerdan aquella película Dormir con el enemigo? Aquel tipo medía las toallas, el largo de las toallas; es exactamente eso. ¿Qué hacen las parejas de los obsesivos? Se transforman al obsesivismo; es decir, se vuelven obsesivas, para poder sobrevivir con un obsesivo. Entonces, ustedes, les ven después de cuatro o cinco años y van a ver que los dos limpian igual, los dos están midiendo las cosas, los dos se hacen como un rito al obsesivismo. Con el paranoide pasa lo mismo. Usted ¿por qué sigue con este hombre? Es que él tiene razón; la gente es mala. Ya la convenció, y ella anda con el radar al lado de él, buscando toda la gente mala del mundo.
Hay un tercer tipo de controladores, que son las personalidades histriónicas, que aquí son más mujeres que hombres, pero por poco, porque ya la cultura del histerismo. La personalidad histriónica son teatrales, llamadores de atención, seductoras, les gusta la cirugía estética, les gusta ser el centro de la vida del otro. "Tú vida no puede tener sentido sin mí". El amor hostigante surge de una subcultura que yo llamo "histeriquismo". Ustedes si van a una discoteca de moda, van a ver que en esa discoteca de moda hay tantos hombres como mujeres cortejándose, pero los lindos con las lindas. Es el club del exhibicionismo, del pavoneo, del cortejo, de los hombres de piel tostada, la mujer de minifalda. Eso está bien, pero cuando ya se vuelve una subcultura en la cual se mira y se no toca, se molesta y prefiero tener un fan a tener alguien que me ame cuando yo ya creo que valgo por lo que muestro, cuando mi autoestima empieza a depender por mi capacidad de seducción.
Para terminar los estilos, hay dos tipos de estilo que son ambivalentes, que son absolutamente enloquecedores. Los dos son más comunes en las mujeres. Todos son enloquecedores. Uno es el pasivo agresivo, o el amor subversivo. El amor subversivo parte de la siguiente concepción: voy a tratar de explicarla lo mejor que pueda. Bueno, es como vivir con Gandhi en la casa, con un movimiento de desobediencia civil, las 24 horas. Son personas que tienen un problema con la autoridad desde chiquitos y empiezan a ver control por todas partes, donde no lo hay. Entonces, empiezan a percibir a la pareja como si fuera un dictador o una dictadora; entonces, empiezan a oponerse. "Me opongo a la dictadura de mi pareja pero no soy capaz de dejarla". Entonces, cuando estoy cerca de ella me siento protegido, pero añoro la libertad; entonces, no quiero estar contigo; entonces, me voy para la libertad y quiero ser autónomo y empiezo a estar autónomo y como estoy libre, extraño la protección de la pareja; entonces, ni una cosa ni la otra, ni contigo ni sin ti; entonces, empiezan a tener conductas inmaduras de protesta contra la supuesta autoridad del otro; entonces empiezan el sabotaje, el llegar tarde; "pero, mi amor, no pagaste la factura; se nos fue la luz, pero no importa; tú siempre tan controladora"; "mira, te olvidaste de ir a buscar a los niños, ¿y qué problema hay? ¿Acaso les va a pasar algo?" "Vamos ya, ve tú"; "voy yo más tarde, no importa", "¡cómo te gusta mandar siempre!" Entonces, ¿a quién le puede gustar un pasivo agresivo? Como tiene un lado de inmaduro, a las personas proteccionistas, a las mujeres maternalistas o a los hombres paternalistas.
Vieron que hay mujeres que les fascinan los hombres en desgracia. Yo no sé por qué es eso. Cuando ven un hombre en desgracia, les atrae. Entonces, no se casan; lo adoptan; entonces, después, claro, ¿cómo van a dejar un hombre adoptado, un hijo adoptado? Eso se llama codependencia, que no solamente es femenina, también es masculina. Entonces, el pasivo agresivo, porque hagan lo que hagan siempre le van a faltan cinco centavos para el peso.
Y para terminar, está el estilo limítrofe. El estilo limítrofe, en un 75%, es más común en las mujeres. Si el esquizoide era un agujero negro, el estilo limítrofe es como una supernova. Es como una estrella en los últimos días que explota. Es supremamente atractivo lo que uno ve en esa estrella, pero hay explosiones de emociones permanentes. La persona limítrofe o caótica fluctúa entre el amor y el odio. No es ni contigo ni sin ti; es "te amo", y a los dos minutos "te odio". Tiene miedo al abandono, pero no sabe cómo es ser dependiente. A veces, no se encuentra a sí misma porque tiene problemas de identidad. Entonces, esa fluctuación, esa explosión, esa inestabilidad constante, hace que las personas que estén con ellas, pues, tenga que funcionar al ritmo de la persona limítrofe. Pero cuando están bien, son absolutamente encantadoras. Se han encontrando problemas bioquímicos, pero hay muchas cosas. Quizás es el trastorno más estudiado.
Yo le doy un pronóstico bastante aceptable al histriónico, al obsesivo y al límite. Los otros estilos son muy difíciles de manejar; entonces, si ustedes ya quisieran profundizar estos estilos, encontrarían muchos ejemplos, pero, en el fondo, lo que uno trata de hacer en la terapia con estas personas es mostrarles que carecen de unos valores especiales. Hay una terapia orientada a valores, para que estas personas puedan modificar el antivalor que tienen alrededor del amor. Por ejemplo, a la persona histriónica le falta el valor de la sencillez; a la persona narcisista le falta la humildad; a la persona paranoia le falta la confianza básica. ¿Qué es la confianza básica? La certeza de que nunca me vas a hacer daño intencionalmente. Es lo mínimo que se le puede pedir a una relación. La única certeza que podemos tener, entonces, a cada una de estas personas les faltan valores que hoy en día las terapias se están orientando a eso.
Entonces, fíjense, hay vulnerabilidades que hacen que estos estilos nos gusten; hay muchos estilos porque yo estoy diciendo un 20% de acuerdo a los datos estadísticos mundiales, pero hay personas que tienen rasgos que no alcanzan a tener estilo; tienen rasgos. Uno puede leer el libro y decir "tengo esta parte narcisista; yo soy narcisista y no me ha dado cuenta; entonces tengo rasgos narcisistas". Entonces, yo pienso que sufrir por amor no tiene mucho sentido. Entre el aguante extremo de algunas personas -el extremo; yo digo que las abuelitas tenían que saber aguantar a los abuelitos; habían abuelitos que eran insoportables-, entonces, entre ese extremo y el extremo de hoy -la postmodernidad, donde está la cultura del desechable, las separaciones son antes de los tres años-, tiene que haber un punto medio, y ese punto medio lo da la razón, la inteligencia en el amor, saber elegir, saber hasta dónde estoy dispuesto a jugar por esto.
Saber elegir. La gente, como dije, se equivoca más casándose que comprando apartamento o piso, porque cuando uno compra un piso ¿en qué se fija? Si la burbuja me va a agarrar, el sol si entra, el vecino, el impuesto,... Pero cuando uno se va a casar o va a establecer una relación, no piensa; es el corazón el que decide y es cuando más tenemos que pensar. ¿Qué vamos a pensar? Llega la señora y dice "doctor, ayúdeme a desenamorarme". Es que yo no la puedo ayudar a desenamorarse. Sería como La naranja mecánica; lo que le puede ayudar es a que deje esa relación; "pero es que yo lo amo; pero, entonces, lo que quiero es separarme sin sufrir". Esta persona adicta, con un hombre X, ¿en qué se le puede ayudar? Le puedo ayudar a que deje esa relación queriéndole, como cuando uno deja la droga, cuando uno deja la gente; que deje el crack, o deja la cocaína, deja la cocaína gustándole la cocaína. Nadie dice "ayúdeme que no me gusta la cocaína". No. Entonces, si elegimos bien, si pensamos el amor, al menos al principio, cuando el amor nos deja tenemos un tiempo en el que pensar es más difícil. Pero pongamos que la mujer sale la primera vez con el hombre y el hombre en la primera salida; supongamos que se parezca a Brad Pitt, una mezcla de Brad Pitt y Tom Cruise; algo absolutamente indescriptible. El tipo sale con ella y lo que hace es estar mirando mujeres. Se toma tres botellas de whisky, hace un escándalo,... Entonces, "¿le gustó salir con este hombre?" "No". "¿Por qué?" "Porque es mujeriego y a mí no me gustan los hombres mujeriegos"; "porque no me gustan los hombres alcohólicos". Entonces, "¿por qué va a volver a salir con él?" "Porque, de pronto, él puede cambiar"; "¡ay! eros todavía no la flechó"; "todavía puede pensar", Lo que debería pensar es "no me conviene; no le viene bien a mi vida". Entonces, lo que se propone en este libro y lo que estamos estudiando cada vez más es la idea de que hay ciertos estilos afectivos que son peligrosos y ciertas maneras de amar que son irracionales; que es mejor evitarlas y conocerlas.
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