DIOS
Sé que andas por mis adentros.
Aún busco tu rostro con la barba blanca.
Aún hoy, a pesar de que lo sé hace tiempo,
no te identifico con ese silencio que, a veces, hay en mí,
con ese cosquilleo que remueve todos mis sentimientos,
con esa lágrima que me brota como ofrenda a Ti,
con el sentir indiscriminado, con la luz, con la VIDA.
No sé por qué no te hablo a todas horas,
como si solo estuvieras en mí cuando yo quiero estar en Ti.
Sé que me sigues como sombra eterna a mis vidas
a los errores-experiencias, a las alegrías-consciencias,
y que te callas y te muerdes la lengua
cuando ves que voy a hundirme en dos dedos de mierda.
Gracias por no contestar a mis insultos y mis impaciencias.
Gracias por no esconderte cuando te reclamo con urgencia.
Gracias por estar siempre de guardia.
Gracias, Dios, Padre, Hermano, Compañero.
No me prives nunca de tus escalofríos,
de tu compañía serena, de tu luz y tu esencia,
de tu Creación, de tu despertar cada día tras el horizonte,
de Ti.
No me prives Dios, Padre, Hermano, Compañero,
de ser un día luz de tu Luz,
una microparte, una minúscula nota en tu cadencia,
o el eco que te acompañe por los infinitos.
Y no te hartes de mí, no me abandones, espera.
Francisco de Sales