LA COBARDÍA ES RENDIRSE SIN LUCHAR.
En mi opinión, hay una cobardía -que tal vez sea solo humanidad- que nos impide afrontar con decisión y valentía algunos de los conflictos que la vida y el mundo nos presentan.
No es fácil esto de vivir. Y nada fácil en ocasiones. Aquí nos han soltado, nos han dado unas lecciones demasiado básicas de comportamiento y supervivencia, y nos han dejado a merced de los vaivenes de esto que llamamos vida, de las relaciones que no sabemos cómo llevar bien y sí cómo destruirlas, de una mente que se subleva cada día y nos hace creer en su poderío y su mando.
Los asuntos cotidianos los convertimos en problemas o en súper problemas. Llamamos dificultades a lo que solamente es una de las formas de la realidad. Nos complicamos innecesariamente. Vemos inconvenientes hasta en el más llano y despejado de los caminos. Sufrir es un mal hábito al que no renunciamos.
Algo –o mucho- estamos haciendo mal cuando complicamos tanto esto de estar cuatro días y medio en este mundo. No controlamos nuestros actos, desconocemos nuestra realidad, no sabemos qué queremos, derrochamos los días como si fuesen a ser eternos.
No controlamos los sufrimientos y nos dedicamos solamente a padecerlos. Muchas veces lloramos sin lágrimas y sin motivos reales para hacerlo. Nos quejamos pero no vamos más allá de la queja. Aplazamos esas decisiones que deberían ser inaplazables. Vamos viviendo de roto en roto y de remiendo en remiendo. Mal.
La cobardía es rendirse sin luchar, dice el título. Lo que nos ponga la vida por delante hay que afrontarlo. Guste o no guste, hay que resolverlo. Tenemos la obligación ineludible de tomar decisiones para resolver aquello que se interpone y dificulta la normalidad. Y siempre tenemos que estar ahí y dar la cara, porque nuestros asuntos los tenemos que resolver nosotros. Hay que sacar la valentía y la decisión de donde sea y hacerlo. De nada sirve la irresponsabilidad del aplazamiento ni la pataleta infantil de quien no quiere reconocer una realidad que no es sagradable.
VOLUNTAD, esta es la palabra y la actitud: “facultad de decidir y ordenar la propia conducta, sobreponiéndose a querer obtener un beneficio o satisfacción inmediata; la intención, ánimo o resolución de hacer algo”. A veces hay que hacer cosas que ahora son incómodas o dolorosas pero a cambio nos proporcionarán paz o satisfacciones más adelante.
PERSEVERANCIA, mantenerse constante en la prosecución de lo comenzado, en una actitud o en una opinión. Parece que nada es gratis ni tremendamente fácil. Algunas cosas requieren un esfuerzo extra. Y hay que hacerlo.
FIRMEZA, que es “entereza, constancia, fuerza moral de quien no se deja dominar ni abatir”. ¿Rendirse sin luchar? Nunca. La cobardía nunca ha de ser bienvenida. El miedo que sea para los otros. La flaqueza no es admisible. El abandono no está contemplado.
Ante las dificultades, decisión. Por honor, por dignidad, por honestidad, por el bien propio, no hay que rendirse sin luchar.
Te dejo con tus reflexiones…