PAREJAS QUE PERMANECEN JUNTAS POR LOS HIJOS, UN ERROR.
Son muchas las parejas que aguantan juntas lo indecible, a pesar de no quererse, solo por los hijos. Los niños son conscientes de esa infelicidad y sufren el impacto de un ambiente habitado por el rencor, los reproches y la frustración.
Son muchas las parejas que permanecen juntas por los hijos. En sus mentes, prevalece aún la caduca idea de que los buenos padres son aquellos que están presentes por igual en la vida diaria de los niños. Sin importar que en el ambiente solo se respire rencor, frustración y malas palabras. Sin pensar que sus decisiones se contradicen y que los pequeños son testigos de una batalla campal continuada.
En estas personas pervive la idea de que en toda buena familia tradicional lo mejor es que los pequeños crezcan junto a los dos progenitores en el mismo hogar, sea cuales sean sus circunstancias. Porque lo primero son los hijos y por ellos cualquier esfuerzo está justificado. Como bien podemos imaginar la mera presencia de dos personas que ya no se quieren, siempre tienen un serio impacto en el cerebro infantil.
Son muchos los expertos que nos recuerdan algo sobre esta situación. Los malos hábitos, las conductas agresivas y las emociones negativas que se aprecian en estos entornos modelan de manera directa a los niños. El día de mañana es muy probable que ellos integren esas malas habilidades en materia de relaciones afectivas y de crianza.
Algunos niños pueden quedar descuidados en un hogar cuyos padres están a veces más concentrados en sus propios problemas y desavenencias en la relación de pareja.
PAREJAS QUE PERMANECEN JUNTAS POR LOS HIJOS: ¿POR QUÉ NO ES LO MÁS ACERTADO?
Cuando el amor se desintegra y el afecto cae en pedazos, la ceniza rara vez reaviva una relación. Lo más consecuente en estos casos es dejar atrás a esa persona y reiniciar nuestras vidas por separado. En esto estará sin duda de acuerdo todo el mundo. Todos, excepto algunas parejas con hijos que optan por aguantar un poco más por estos últimos.
Es cierto que toda separación o divorcio afecta a los más pequeños. Es evidente también que durante un tiempo sufrirán por ver cómo cambian sus hábitos y por su puesto la propia vida al tener que dividirla con ambos progenitores por separado. Ahora bien, por llamativo que nos parezca, hay dimensiones mucho más lesivas para el bienestar psicológico de un niño que la separación de los padres.
Es importante considerar a qué extremos puede llevar el seguir manteniendo una relación cuando ya no hay afecto ni cariño. Compartir un mismo techo y tener que ver cada día a una persona a la que ya no se quiere hace que aparezca la infidelidad. En los casos más extremos, aparecerán las malas palabras y hasta el maltrato psicológico. Todo ello tienen serias consecuencias.
¿QUÉ EFECTOS PUEDE TENER SOBRE LOS HIJOS EL QUE LOS PADRES PERMANEZCAN JUNTOS?
Las parejas que permanecen juntas por los hijos no siempre son conscientes de los efectos que esto puede suponer en los más pequeños. Si bien la fenomenología asociada a estos hechos es diversa, por término medio podemos apreciar las siguientes realidades:
• Desatención. En ocasiones, los padres están más pendientes de sus propias desavenencias y en algún momento pueden descuidar a los hijos.
• Contradicciones educacionales. Cuando no hay armonía en una pareja es común que se den órdenes contradictorias y que cada uno decida una cosa en la crianza de los hijos.
• A medida que la convivencia se va desintegrando y volviendo más dificultosa, es muy probable que aparezca una mayor ansiedad, malestar, sensaciones de angustia y desesperación… Un padre o una madre infeliz y con un estado mental afectado no puede desempeñar sus tareas de crianza y educación con la misma sensibilidad y calidad.
• Proyección de la culpa en los hijos. Si una pareja que no se quiere permanece en un mismo hogar por los hijos, es muy probable que en algún momento, cuando la convivencia se degrade, vean a los niños como culpables de esa situación.
• Asimismo, un clima familiar definido por los reproches, las discusiones, los gritos, la desafección e incluso el desprecio acaba afectando al cerebro del niño. Crecer en un entorno infeliz siempre deja secuelas.
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HACER VIDA POR SEPARADO CUESTA, PERO ES LO MEJOR PARA LOS HIJOS CUANDO NO EXISTE AFECTO
Los tiempos cambian. En la generación de nuestros abuelos —o incluso nuestros padres— sí era común aguantar lo indecible en una relación antes de proceder a la ruptura. En la actualidad, las rupturas, las separaciones y divorcios son mucho más comunes. A pesar de ello, aún hay parejas que permanecen juntas por los hijos.
La literatura científica existente es clara. Estudios como los realizados en las Universidades de Los Angeles, Chicago y Princenton nos indican que todos los discursos sociales encaminados a promover la estabilidad relacional a toda costa por el bienestar psicológico de los niños están equivocados. Crecer en un hogar en el que los progenitores no se aman es contraproducente.
Lo más decisivo en todos los casos es ayudar a los hijos a transitar por ese cambio. Si bien es cierto que toda separación es dolorosa y que cada situación es única y particular, debemos facilitar que los niños o adolescentes manejen de forma adecuada sus emociones actitudes, pensamientos.
Si bien es cierto que crecer en un hogar en el cual, la pareja se ama es lo más deseable para los hijos, la investigación muestra que cuando el divorcio se maneja bien, puede ser la opción más saludable para los niños.
¿CÓMO AYUDAR A LOS NIÑOS A LIDIAR POR ESA RUPTURA EN LA RELACIÓN?
Si hay algo que deben entender los padres y las madres es que si bien es verdad que toda separación o divorcio nos focaliza en el propio dolor por ese evento, no podemos descuidar a los hijos.
• Es importante asegurar que se sientan seguros y queridos en todo momento.
• Debemos explicarles la verdad de la situación. La sinceridad es clave.
• Procuremos no buscar culpables. Evitemos poner a los niños en contra del otro cónyuge o pareja.
• Facilitemos el diálogo, respondamos todas sus preguntas y ayudémosles a lidiar con sus emociones.
• Procuremos que tengan siempre unas rutinas claras.
Para concluir, a pesar de la dureza y complejidad de estas situaciones, lo cierto es que si manejamos bien todos estos puntos, padres e hijos encuentran la estabilidad al cabo de los meses. Comprometernos en el bienestar de los más pequeños es lo más decisivo.
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