Me impresiona la gran capacidad que tiene la mente para enterrarnos o hacernos volar.
No dejo de sorprenderme cuando veo jóvenes con un potencial enorme, que, por falta de confianza en sí mismos, no se animan a jugársela por nada y siguen temerosos el rumbo de vida que la masa propone.
De la misma forma, me quedo pasmado cuando veo a un joven por el que nunca daba un peso, sacando adelante proyectos copados, tomando decisiones riesgosas y trascendentes, y dándole a la vida ese toque de magia y sabor.
Y cada vez que trato de sacar una conclusión con respecto a dónde está lo que hace “dormir” a uno y “despertar” al otro, llego siempre a un mismo punto fundamental: El poder de creer.
Señores y señoras, les presento aquí lo que miles de veces escuchamos pero muy pocas veces asumimos: ¡Nada está dicho! ¿Quién te dijo que no podés lograr eso que querés? Aunque las probabilidades fueran pocas, con esas pocas se fue Colón a navegar, con esas pocas enfrentó David a Goliat, con esas pocas hombres y mujeres hicieron historia, SU historia…
Pero el creer del que hablo no es un acto pasivo del pensamiento… es un acto aguerrido de la persona toda. Tomar consciencia de que podemos es el primer paso, pero agarrar la guitarra y no soltarla hasta que FA suene como FA, eso es creer de verdad… crear creyendo, porque como dicen por ahí: “Creer es Crear“.
Creer es crear nuevas posibilidades, es abrir fronteras y derribar barreras, es ampliar la visión y también es saber esperar… esperar con esperanza, con fe y con paciencia. Cuando una persona cree en algo, esa fuerza de la fe es más fuerte que cualquier barrera.
Imagínense entonces la fuerza que tendrá una creencia verdadera que la viva toda una comunidad.
Claro… me van a decir que por culpa justamente de muchas creencias, ya sean religiosas, políticas o sociales, se han hecho cientos de barbaridades. Sí… es verdad… pero justamente porque se pueden hacer miles de barbaridades es que también con una fe positiva, por ejemplo, “Argentina puede ser un país donde la honestidad es el pan de cada día”… puede ayudar a un cambio desde lo más básico de la sociedad.
Por eso no se trata de creer en cualquier pavada ni creer a ciegas. Creer con consciencia, eso me parece fundamental, pero también agregándole un poco de “irracionalidad”, o “riesgo”… a lo que me refiero es a esto que una vez dijo George Bernard Shaw: “El hombre razonable se adapta al mundo; el irrazonable insiste en tratar de adaptar el mundo a él. Por lo tanto, todo el progreso depende del hombre irrazonable.”
El mundo cambia gracias a los que creen.
Dentro de este selecto grupo de “creedores” están los inconformistas que patalean y miran el horizonte, apuntando hacia la evolución. Los que amplían su visión y no se dejan comprar por ninguna ideología sino que abiertos a la vida se dejan interpelar por ella y crecen… con dolor y soledad quizás… pero crecen y creen en algo mejor que vendrá. Por eso no confundamos este tipo de creedores de los que hablo con los fundamentalistas. Parto de la base de que lo que hoy se cree mañana puede ser mejorado por una creencia superior. Un profesor de filosofía una vez me dijo: “No compren ningún filósofo, tomen de ellos lo mejor, pero siempre anímense a dar un paso más”
El poder podrá parecer que hoy está en los políticos y los grandes potentados, y me duele que el capitalismo haya permitido tal fenómeno social… pero no tengo dudas de que hasta eso se puede cambiar si creemos. Si creemos con consciencia y nos la jugamos por la libertad, la justicia y la equidad.
Pero el primero desafío empieza por casa, por la propia alma. Ahí se debate en estos tiempos la pelea fundamental, ¿Creo en mi mismo? ¿Creo en que puedo? ¿Estoy viviendo de lo que quiero vivir o sigo el rumbo que me toca porque no queda otra? A la hora de tomar decisiones arriesgadas… ¿me achico porque siento que no soy capaz, o tomando consciencia de mi debilidad igualmente me arriesgo?
Hasta incluso creo que sería interesante poder responderse con sinceridad esta pregunta…
¿Qué tiene más poder sobre mis decisiones?
a) Lo que creen los demás de mí.
b) Lo que creo yo sobre mí.
CREER ES UN PODER, Y COMO TODO PODER HAY QUE APRENDER A UTILIZARLO.
http://www.jpvillani.com.ar/2009/08/el-verdadero-poder/