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 CONSECUENCIAS DE LA CARGA MENTAL.



Febrero 15, 2024, 06:18:30 pm
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CONSECUENCIAS DE LA CARGA MENTAL.
« en: Febrero 15, 2024, 06:18:30 pm »
CONSECUENCIAS DE LA CARGA MENTAL.

La carga mental es el peso invisible que soportan las personas responsables de que todo funcione adecuadamente en casa.

Se trata de un esfuerzo mental constante y deliberado. La planificación, organización y coordinación de las diferentes tareas que conllevan los cuidados domésticos y familiares; requiere manejar una gran cantidad de información, en la que participan diferentes procesos y recursos cognitivos como: la atención, la memoria o la concentración, entre otros; lo que supone un gran esfuerzo psicológico para la persona que lleva a cabo esa labor.
Aunque hoy en día la realización de las tareas está mejor repartida y compartida entre hombres y mujeres, el rol organizativo del hogar sigue recayendo mayoritariamente en ellas; ya que se considera socialmente, debido a los mandatos de género, una obligación para las mujeres, con los consiguientes costes para la salud y el bienestar.
Emma Clit, define la carga mental como: «la preocupación constante por la vida doméstica y la vida familiar, una preocupación que ocupa un espacio mental en la cabeza de las mujeres y no les deja tiempo para dedicárselo a otras cosas».

Cuando todas esas tareas que debemos planificar y realizar al volver a casa del trabajo, y que tendrían que realizar dos personas en igualdad de condiciones, solo las realiza una, la frustración aumenta exponencialmente.

Para las mujeres la jornada transcurre entre malabarismos, cada movimiento incluye la previsión de otro; siempre con varias cosas en mente, y en un constante estado de alerta.
Los pensamientos para la planificación, organización y coordinación laboral, personal y familiar son continuos; y eso, naturalmente, agota a cualquiera.
La carga mental que acarreamos las mujeres no solo conlleva agotamiento crónico y estrés sino que puede llegar a producir una gran insatisfacción, fruto de una intensa autoexigencia por querer llegar a todo y no poder.
La sensación de tener que estar en todo, se convierte, con frecuencia, en una fuente de frustraciones, porque obviamente, no podemos estar en todo; especialmente si tenemos que hacerlo solas. Lo que hace que aumenten el estrés, la ansiedad e incluso podría llegar a derivar en una depresión; especialmente en aquellos momentos donde la carga es mayor, por ejemplo, con el nacimiento de un hijo o estar al cuidado de una persona enferma.

La carga mental puede considerarse un factor de riesgo para la salud, sobre todo si se mantiene en el tiempo y no se gestiona adecuadamente.

Un primer paso muy importante es aprender a reconocerla; es necesario que escuchemos a nuestro cuerpo e identifiquemos esas primeras señales de aviso.
Muchas veces, estamos tan metidas en la vorágine del día a día, que no nos damos permiso para parar y ver que nos está pasando; o creemos que lo que nos ocurre es lo “normal” y nos resignamos a vivir con ello, pensando que «ya pasará».
Entre las principales consecuencias de la carga mental, destaca la fatiga mental, que se refleja en una disminución de la atención, de la capacidad de concentración o una mayor lentitud en el procesamiento de la información.
A nivel emocional se incrementan las reacciones desagradables y síntomas de malestar como irritabilidad, nerviosismo, frustración, tristeza o ansiedad. Aparece el sentimiento de culpa, y como consecuencia, la falta de priorización de una misma frente a las necesidades de los demás.
Es muy importante ser conscientes de que las consecuencias de la carga mental dependen de la percepción de cada persona de los estresores, y de los recursos de los que disponga para afrontarlos.

ALGUNAS ESTRATEGIAS QUE NOS PUEDEN AYUDAR A GESTIONAR Y A HACER FRENTE A LAS CONSECUENCIAS DE LA CARGA MENTAL SON:


1.- Reflexionar sobre las normas y roles de género que incorporamos como propias y que guían nuestras metas, expectativas y modos de hacer.
Se trata de hacer una revisión sobre nuestras creencias, y plantearnos en qué medida podemos hacer un cambio, por ejemplo, podríamos distribuir las responsabilidades de una manera diferente, buscando un mayor equilibrio entre todos los miembros de la familia.

2.- Identificar las estrategias de afrontamiento que utilizamos ante los problemas más habituales; y cambiarlas si no son las adecuadas.
Es importante revisar la forma en la que solemos afrontar los problemas y hacer los cambios que consideremos oportunos; las estrategias que combinan la regulación emocional y un afrontamiento activo de las situaciones conflictivas son las más eficaces para reducir el malestar.

3.- Identificar y cambiar creencias que nos estén perjudicando.
En ocasiones, asumimos responsabilidades que no nos corresponden y que no dependen de nosotras; esto puede generar sentimientos de culpa, enfado, tristeza o ansiedad, e iniciar un bucle de pensamientos negativos y repetitivos, que incrementan nuestro malestar emocional.

4.- Utilizar la comunicación asertiva.

Una adecuada comunicación, con asertividad y empatía, será fundamental para solicitar la participación en la gestión de tareas del hogar, la petición de cambios o la expresión de sentimientos; también para negociar y consensuar con nuestra pareja, hijos e hijas, aquellos aspectos que nos estén generando sobrecarga mental.

Es fundamental identificar y reconocer, por parte de todas las personas implicadas, que hay un problema, y que se debe participar activamente en la solución.

La colaboración y el consenso para gestionar las necesidades y responsabilidades en el hogar, así como el cuidado de las relaciones y vínculos afectivos, nos permitirá, por una parte, alcanzar unas relaciones más satisfactorias y, por otra, contribuirá al desarrollo personal de los miembros de la familia.
Sin embargo como todo proceso de cambio requiere tiempo; y más cuando estamos inmersos en una sociedad que no reconoce ni valora los cuidados domésticos, a pesar de ser un pilar fundamental de la economía.
Mientras estos cambios se producen, recuerda que a pesar de la exigencia social, no tenemos que estar en todo, todo el tiempo. Es necesario encontrar un equilibrio entre nuestros diferentes roles, y hacer de nuestro cuidado una prioridad. Es verdad, que muchas veces esto resulta difícil por la complejidad de las circunstancias y del momento personal en el que nos hallamos; en este caso, sería beneficioso contar con un apoyo profesional para salir del agotamiento que produce la carga mental.

https://albamarpsicologia.com/consecuencias-de-la-carga-mental/


 

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