CÓMO HACER FRENTE A LA SENSACIÓN DE PERDER EL TIEMPO (CUANDO, ADEMÁS, NO ES VERDAD)
Creer que no hemos sido suficientemente productivas y, al mismo tiempo, sentir que nos faltan horas en el día es una realidad. Hablamos de ello con dos psicólogas
POR ANA MORALES
Últimamente me pasa esto con demasiada frecuencia. Cada vez me levanto antes y cada vez salgo más tarde de casa con la sensación de haber perdido el tiempo, pero pensando al mismo tiempo otra frase muy manida últimamente: “Me faltan horas en el día para hacer todo lo que tengo que hacer”. Curiosa contradicción: creer que perdemos el tiempo en la era del 'no llego a todo'. A juzgar por los memes que inundan las redes sociales, me consuela saber que no soy la única que siente algo parecido, que no soy la única que se plantea hacer demasiadas cosas, que no llega a hacerlas y que se siente mal por ello.
En la era en la que pensamos que tenemos que ser productivas las 24 horas del día, esta extraña sensación es un mal casi universal. Así me lo confirma Marta Calderero, psicóloga y profesora de estudios de Psicología y Educación de UOC (Universitat Oberta de Catalunya). “Muchas veces nos sentimos culpables cuando tenemos un ratito libre. Solemos pensar: ‘¿Cómo me va a sobrar tiempo? ¡Con la de cosas que tengo pendientes! Podía aprovechar para hacer esto o aquello’. Cuando aparecen estos pensamientos nos invade la culpa asociada a la productividad. Nos sentimos mal porque creemos que deberíamos estar haciendo más; porque no hemos dedicado cada minuto del día a algo productivo. Esto nos sucede porque asociamos fuertemente nuestro rendimiento y productividad con nuestra autoestima. Si no hacemos todas estas cosas, no seremos buenas trabajadoras, compañeras, madres…”, afirma la experta. Podríamos hablar por tanto del mito de la productividad, de esta exigencia a veces autoimpuesta, de tener que ser personas productivas TODO EL RATO. Y no, no se trata de eso.
Pero al margen de la productividad autoimpuesta, hay otros motivos que explican esa sensación. Pilar Conde, directora técnica de Clínicas Origen, también achaca esta sensación al hecho de que “la mayor parte de nuestro tiempo estamos en lo que se llama piloto automático y que lleva a que las demandas del día vayan viniendo y vamos respondiendo de manera automática, sin ser plenamente conscientes. Esto nos lleva a no poner atención para dar prioridad, para elegir”, explica la experta. De hecho, Viviane Gamerro, coach, psicóloga y fundadora del proyecto de desarrollo personal Inner World, apunta estos datos: “Es muy habitual tener esta sensación ya que, por un lado, el 47% del tiempo nuestra mente suele estar dispersa y/o atrapada en preocupaciones que no están ocurriendo aquí y ahora, sino que ocurrieron en el pasado o creemos que ocurrirán en un futuro, por lo tanto, no prestamos atención a lo que estamos haciendo en cada momento, teniendo la sensación de que el tiempo se nos va porque no estamos dando foco a lo que tenemos o queremos hacer. Y por otro lado, destinamos poco tiempo y recursos a lo que verdaderamente es importante para cada uno de nosotros, por lo que siempre tenemos la sensación de que nos falta tiempo para algo”, explica la experta. Por tanto, entramos en una cadena de hechos peligrosa para nuestro bienestar: dispersión mental/productividad autoimpuesta/mente estresada pensando en todo lo que queda por hacer.
Por otra parte, Mónica García, coach de liderazgo personal y fundadora de El Factor Humano, habla de la bulicia del hacer, hacer, hacer. “Nos pasamos el día haciendo y tenemos la desfachatez de acabar el día diciendo ‘no he hecho nada’. Podemos empezar a ser más justos con nosotros mismos y ver lo que sí, en vez de estar pensando en lo siguiente. Esto es interminable y nos llevará a vivir siempre con la sensación de insatisfacción”.
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Aunque este artículo va de recomendaciones prácticas para intentar organizar mejor nuestro tiempo sin ansiedad, lo primero de todo es asumir que “no siempre vamos a llegar a todo. En la jornada surgen imprevistos y siempre tenemos la oportunidad de volver a organizarnos”, apunta Viviane Gamerro. “Querer mejorar es algo bueno, pero pensar que debemos hacerlo como si tuviésemos tiempo infinito, energías infinitas y recursos infinitos, es un error”, afirma Calderero, que sugiere que ese deseo de perfección constante no es práctico ni deseable para nuestro bienestar.
Perder el tiempo también es productivo
Es uno de los recordatorios que nos hace Marta Calderero. “Paradójicamente los estudios muestran que somos más productivas cuando nos relajamos, cuando nos tomamos un descanso, porque es cuando de manera inconsciente reflexionamos, organizamos nuestra mente, conectamos los puntos. El tiempo que sobra para nada se desperdicia”, apunta.
Llena tu día de ratos libres
Es otra de las recomendaciones de Marta Calderero: “Puedes dedicar tres momentos al día, de unos 15 minutos, a no hacer nada. Verás como te llega la inspiración y la creatividad”, apunta.
Aprende a decir NO
Puede costar al principio, pero es importante para tu bienestar y para organizar tu tiempo “aprender a decir que no a aquellas actividades o peticiones que, aunque nos sabe mal no asistir o no realizar, hay que priorizar en base de nuestros intereses y valores personales", apunta Pilar Conde.
No todo es problema de organización
Tal y como apunta Mónica García, “nuestro mayor enemigo es nuestra inhabilidad para mantener la atención de nuestra mente en lo que me he propuesto. Por una parte por la multitud de estímulos externos que llaman nuestra atención (redes sociales, WhatsApp) y por otro lado peticiones hechas por otras personas”. Por tanto, tanto reducir las distracciones limitando el uso de moviles a momentos concretos, como intentar ejercitar nuestra atención con mindfulness pueden ser buenas alternativas.
Clasifica así tus tareas
Evidentemente, conseguir no tener esa sensación de perder el tiempo que nos causa ansiedad, no pasa solo por la autojustificación. También es importante tomar ciertas medidas prácticas que de verdad nos ayuden a economizar nuestro tiempo. La directora de Clínicas Origen recomienda clasificar nuestras tareas en “prioritarias, importantes y secundarias, de manera que asignemos dichas actividades o tareas en base a esta escala y agendemos primero y demos espacio a las prioritarias, después las importantes y, por último, las secundarias”.
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Planifica una agenda realista
Esto implica poner en práctica el 'menos es más', es decir, establecer objetivos que de verdad puedas cumplir. "En primer lugar, te aconsejo que observes a qué dedicas el tiempo. Puedes anotar en un horario semanal el tiempo que dedicas tanto a tus obligaciones como a tus rutinas. Sin querer olvidamos anotar el tiempo que nos llevan las tareas de nuestro día a día. Haz la prueba, piensa en un día cualquiera del mes que viene, el espacio en tu agenda aún está vacío, sin embargo, si antes escribes en un papel las horas que tienes ya ocupadas, verás como apenas te queda tiempo. No quiero con ello desmoralizarte, sino hacerte ver que disponemos de un tiempo limitado, y que es vital que lo dediques a las cosas que para ti son realmente importantes”, aconseja Marta Calderero. Obviamente, en esta planificación tiene que haber tiempos de descanso o ocio. Solo así podremos sentirnos mejor y ser más felices.
Cierra tareas
Es recomendable que tengas una agenda para programar tu día a día y tachar de tu lista las tareas hechas. Y hazlo siendo práctica. “Abandona la perfección, dedica solo el tiempo asignado inicialmente. Cuando lo hayas agotado, considera si es apto y si es así cierra este punto y pasa a la siguiente tarea”, apunta Calderero.
Evita la falacia de la planificación
Aprende a gestionar bien tu tiempo y a no creer que te va a dar tiempo a todo. Eso implica hacer, tal y como sugiere Marta Calderero, hacer un ejercicio de comprobación “pues tendemos a sobreestimar el tiempo que nos llevarán las tareas cortas y a subestimar los proyectos que nos llevaran más tiempo. Este error de atribución se conoce con el nombre de falacia de planificación”, afirma la experta. Obviamente, todas estas planificaciones son susceptibles de ir adaptándose a las necesidades y preferencias que tengas.
Trabaja en serie
Es otra de las recomendaciones de Mónica García. “Aunque nos pueda parecer que al hacer dos cosas a la vez avanzamos más rápidamente, lo opuesto suele ser la realidad. Al hacer dos cosas a la vez nuestra atención está dividida y no solo la calidad del trabajo que hacemos es menor, si no que además reducimos la eficiencia, necesitando más tiempo para hacer lo mismo. Trabajar en línea, es decir, hacer una cosa y no empezar otra hasta que acabe la anterior, nos va a proporcionar la sensación de avance y progreso que nos mantiene motivados a lo largo del día”.
Olvida el 'por si me da tiempo'
No añadas a tu lista tareas 'por si te da tiempo'. Tal y como apunta Mónica García, se quedarán sin hacer y te dará la impresión de que no lo has hecho todo, aunque fueran adicionales.
Descansa (pero descansa bien)
Es una de las recomendaciones del psicólogo Xavier Savín. “El descanso, al igual que cualquier otra tarea, debe estar limitada en el tiempo para producirnos bienestar. Podemos descansar e incluso no hacer nada, pero hay que hacerlo bien. Eso implica que decidiré a qué hora empezaré a descansar, durante cuánto tiempo y prestaré atención a las sensaciones que el descanso me está aportando. Si en lugar de eso paso la tarde 'tirado' en el sofá pensando acerca de todo lo que tengo pendiente de hacer… ni descanso, ni soy productivo, y es entonces cuando viene el arrepentimiento”.
Toma conciencia de la Ley de Parkinson
Esta ley, tal y como explica Savin, “sostiene que el trabajo se expande hasta ocupar todo el tiempo disponible”. Esto explica que cuando disponemos de más tiempo, nuestra productividad baje". No significa que podamos estirar el tiempo hasta el infinito, pero es interesante asignar un tiempo a cada tarea para aprovecharlo.
Recompensa tus esfuerzos
Piénsalo: ¿Recompensas de alguna manera tus esfuerzos diarios? Puede que no. Pero, tal y como sugiere la experta de la UOC, es importante hacerlo, aunque sea con detalles tan pequeños y especiales como comer tu plato favorito o leer la revista que te gusta. Al fin y al cabo, de lo que se trata es de sentirse bien y ser más F-E-L-I-Z.
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