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 QUERIDOS ABUELOS



Marzo 14, 2012, 06:52:00 am
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Desconectado Irene Zambrano

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QUERIDOS ABUELOS
« en: Marzo 14, 2012, 06:52:00 am »
QUERIDOS ABUELOS

La importancia de ser mayor y saber manejarse con los hijos y los nietos.


En nuestra sociedad, hacerse mayor conlleva, habitualmente, que nos hagan abuelos. Es bien cierto: nos hacen abuelos. Nosotros, voluntariamente, nos hacemos padres cuando nos ponemos procrear hijos, pero nos hacen abuelos cuando nuestros hijos deciden darnos nietos.

Cada vez que nace un hijo, nacen abuelos

También se dice que cada vez que nace un hijo, nacen abuelos. ¡Es ley de vida! Además, nos lo ponen en bandeja porque estamos en el lugar más propicio para envejecer, en el país por excelencia de las personas mayores y muy mayores. España ocupa el cuarto lugar en el escalafón de países envejecidos del mundo.

Para empezar, quiero relatar un hecho que a mí me impactó: la perplejidad que uno siente cuando se estrena de abuelo. Porque todo se origina con la cacareada circunstancia de que un amigo o familiar te relata, eufórico, lo que ha sentido al tener a su nieto recién nacido entre las manos. Y uno piensa en lo exagerada que puede llegar a ser la gente… hasta que, de pronto, te encuentras en esa extraordinaria tesitura.

¡Babear es poco, señores! Porque cuando tu hijo o tu hija deposita en tus manos a ese bebé recién nacido, en un santiamén rememoras y te recorre el cuerpo el estremecimiento de cuando te estrenaste en la asignatura de la paternidad, sumando ahora, claro, un nuevo y desconocido impacto, jerárquicamente de un grado superior. Vives una curiosa sensación, mezcla entre distanciamiento generacional y cercanía, con cierto grado de futura complicidad.

La riqueza de un pueblo se mide por el legado de sus ancianos

En muchas culturas el prestigio ha constituido la nota distintiva, el valor máximo y el mayor aprecio que la sociedad ha concedido a la vejez. En ese sentido, afirma un sabio proverbio africano: La riqueza de un pueblo se mide por el legado de sus ancianos.

Este prestigio de las personas mayores se basa en la presunción de una experiencia adquirida en su paso por todas las etapas de la vida. También se considera que dichas personas veteranas tienen unas opiniones desapasionadas, como consecuencia de una edad desinteresada, que no les ata a cuestiones partidistas o intereses particulares. Todo ello permite que ejerzan una autoridad de consejo que es muy bien aceptada por la comunidad.

Voy a insistir un poco más en lo prestigioso que tendría que ser el hecho de ser viejo. Porque un servidor ya está bien convencido de que la sabiduría que albergan los ancianos es imprescindible para el progreso de la civilización. Por si usted no está convencido del todo, paso a exponerle un estudio antropológico que me ha llamado la atención porque ratifica el valor social de la sabiduría de la ancianidad.

Este estudio, realizado en Estados Unidos, constata que en las sociedades primitivas en las cuales la gente mayor sobrevivió mejor, había más progreso y condiciones de vida, lo que facilitaba la longevidad de su población. Este fenómeno se conoce como longevidad prehistórica e introdujo un nuevo elemento en las sociedades tribales: como resultado de la acumulación de conocimientos por parte de la gente mayor, mejoraron las condiciones de vida y se produjo una explosión de la población, con lo que la proporción de adultos jóvenes se incrementó considerablemente, llegando, en el Paleolítico Superior, a quintuplicarse este incremento de gente mayor.

Juventud y tardía adultez

Todos conocemos a gente mayor que se resiste a envejecer. Personas que temes mirarse al espejo por la mañana y verse cada día más vieja. Viven en continua tensión y rivalidad entre dos etapas de su vida: su juventud y su tardía adultez. Cierto que no es fácil renunciar a la imagen de uno mismo en épocas pretéritas, pero hemos de tocar con los pies en el suelo.

Envejecer, en el fondo, es un proceso de individualización de interiorización del individuo. Nos desprendemos del hombre exterior, del personaje superficial que durante años presentábamos en los compromisos sociales, pura fachada que gustar y contentar a todo el mundo. Ahora, nos toca sacrificar a este personaje exterior en aras de que fructifique nuestro hombre interior, la autenticidad que llevamos dentro. Esto es lo que nos brinda el envejecimiento: redescubrirnos como somos en realidad, personalidad auténtica, sin maquillajes. Y ojalá al final de este viaje a nuestro propio interior seamos capaces de exclamar con humos: ¡Estoy encantado de haberme conocido!

La época más pletórica de nuestra vida

Aunque la edad machaca nuestras articulaciones, disminuye la agudeza sensorial, nos hace perder la memoria y nos somete a múltiples achaques cotidianos, si sabemos, disfrutaremos de la época más pletórica de nuestra vida. Los años que median entre los primeros indicios de la vejez y el momento de despedirse definitivamente de todo lo terrenal pueden constituir la verdadera cosecha de nuestras vidas.

Hay más estudios que demuestran que una buena relación de pareja es un buen antídoto ante la muerte, al menos para retrasarla un poco. Y ser soltero no le hace a uno candidato a la longevidad. En vista de estos resultados, no cabe la menor duda de que el amor no solo mueve montañas, sino que también ayuda a sobrevivir.

El cuidado de los nietos

Un proverbio galés dice que el amor perfecto, en ocasiones, no viene hasta que se tiene el primer nieto. Y muchas madres trabajadoras reconocen que el papel de las abuelas es fundamental para poder compatibilizar sus responsabilidades laborales y personales. También algunos abuelos colaboran en el cuidado de los nietos, supliendo así la escasa oferta de servicios públicos y dado los poco racionales horario de trabajo de los padres.

Siete de cada diez mujeres mayores de 65 años aseguran que cuidan o han cuidado a sus nietos, según una encuesta del Centro de Investigaciones Sociológicas. La situación más común es el cuidado de tarde y/noche, particularmente después del colegio y esperando a que los padres terminen sus jornadas laborales. Y el lugar privilegiado para estas actividades de cuidado es la vivienda de los abuelos, lo cual puede facilitar la tarea y al mismo tiempo reforzar el simbolismo de este hogar como lugar de la memoria y de la reunión de generaciones.

A menudo, en casos de familias desorganizadas con problemas serios e hijos adolescentes, me toca –como psicólogo de familia– echar mano de los abuelos como colaboradores en el proceso de mejoría. Son mis agentes terapéuticos.

Y si hablamos de familias rotas por un divorcio, hay estudios que dicen que casi un 40% de los hombres regresa al hogar paterno, mientras que sólo un 20% de las mujeres recurre al refugio afectivo o económico de los padres. Pero este regreso a casa de papá y mamá de un adulto casado cuyo matrimonio ha fracasado no suele se un volver a empezar constructivo y positivo, sino una auténtica regresión. Así, el adulto que ya se había ejercitado como padre o madre vuelve a convertirse en un niño que se deja dirigir por sus propios progenitores.

Cuando los padres se separan, los niños suelen perder a dos abuelos, generalmente, los paternos, ya que la custodia suele concederse a la madre cundo los niños son pequeños. Y la cosa se complica cuando el progenitor custodio vuelve a rehacer su vida sentimental. Hay que recordar, sin embargo, que sea la circunstancia que sea, los abuelos siempre serán los abuelos.

“¿Qué has hecho hoy?”

El adolescente necesita abuelos entrañables, que le hagamos sentirse a gusto en nuestra casa. Nuestro afecto le anima y le da seguridad, y para nosotros será un consuelo que nos hace felices. Para manifestar nuestro afecto y mejorar siempre la comunicación con un nieto, pero en especial si es adolescente, es necesario mostrar interés por sus actividades escolares y deportivas, felicitarle, si es el caso, y animarle si no salió tan bien como esperaba. La seguridad del adolescente mejorará si le elogiamos y le comprendemos todo lo que nos sea posible. Los abuelos podemos cultivar nuestra paciencia aceptando escucharles… cuando ellos quieren hablar y estar siempre muy disponibles para escucharles.

Pero, hay que reconocer que en ocasiones es difícil entablar conversación con un adolescente. Ante la pregunta: “¿Qué has hecho hoy?”, la respuesta es muy probable que sea: “Nada”, pues es celoso de su intimidad y piensa que no seremos capaces de entenderle. Sin embargo, puede iniciarse una conversación con anécdotas de su infancia o de la vida de sus padres a su edad. Hablarle de lo que hemos vivido lo interpretará como una muestra de confianza en su inicial madurez humana. También así podrá valorar los esfuerzos de sus padres para educarle y sacar adelante a la familia. De este modo conocerá y valorará las tradiciones familiares. Sin embargo, en otras ocasiones tendrá ganas de hablar y hemos de ser pacientes para escuchar sin interrumpirle y sólo aconsejarle si lo pide. Dialogando con el adolescente le demostramos que le queremos y nos enriquecemos mutuamente, pues nos dará a conocer enfoques de la realidad actual sobre los que, si es conveniente, podremos darle un criterio de valoración moral.

Importancia e influencia

En otras épocas históricas la importancia e influencia de los mayores en la sociedad de su tiempo llegó a ser de gran importancia. En nuestra sociedad, entonces, según todo lo expuesto anteriormente, y por motivos distintos vuelven a tener un protagonismo del que no se debe hacer dejación. En primer lugar, y por suponer un numeroso colectivo, al ser sujetos con derecho a voto tienen la obligación de aportar a la sociedad su experiencia y sabiduría colaborando en los cambios de la sociedad. En segundo lugar, y debido a la temprana edad de jubilación, al aumento en la prolongación de la vida, a la situación de pluriempleo de los hijos y a la experiencia y sabiduría acumulada, los abuelos de esta generación estamos llamados a prestar un gran servicio a nuestros hijos y por tanto a esta sociedad, a través de la educación de nuestros nietos. Porque la influencia de los abuelos en la familia no se agota con nuestra colaboración en la educación de los nietos, sino que llega más allá.

Y seguro, seguro, seguro que si un día los abuelos iniciaran una huelga de brazos caídos, se colapsaría el planeta.


(Paulino Castells)

QUERIDOS ABUELOS
La importancia de ser mayor y saber manejarse con los hijos y los nietos.
Ediciones CEAC, grupo Planeta, 2010.


 

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