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 ¿QUÉ PASA CUANDO SE PELEAN LOS PADRES DELANTE DE LOS HIJOS?



Junio 06, 2024, 06:57:55 am
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¿QUÉ PASA CUANDO SE PELEAN LOS PADRES DELANTE DE LOS HIJOS?
Manuela Díaz

Un decálogo de buenas prácticas anima a debatir sin llegar a los gritos,y en el caso que aumenten los decibelios, hacer las paces delante de ellos. De lo contrario, los daños emocionales y psicológicos pueden afectar a su vida adulta

Aunque intenten controlarse o hacerlo en privado, en ocasiones los padres y madres discuten delante de sus hijos. Un estudio de la Escuela Steinhardt de Cultura, Educación y Desarrollo Humano de la Universidad de Nueva York deja claro que pelearse en presencia de nuestros hijos altera sus facultades para identificar y controlar sus emociones.
Cuando las discusiones se producen, pero la pareja mantiene signos de amor, el menor o acaba entendiendo que la gente puede amarse y reñir como hace él con sus hermanos y compañeros. Pero si el clima se degrada puede temer por su propio futuro y reaccionar con síntomas como miedos, sentimientos de culpa, baja autoestima, problemas de sueño e incluso desequilibrios en las hormonas relacionadas con el estrés
Lo más importante es tener claro que se educa con el ejemplo. Los padres y madres son las figuras de referencia de sus hijos. Por ello, ver que no se respetan puede provocarles inseguridad tanto en el ámbito familiar como personal, baja autoestima y otros problemas como falta de concentración, fracaso escolar, dificultad para controlar sus propias emociones y facilidad para frustrarse ante cualquier inconveniente.
Pero si la furia de la pelea estalla, podemos aprovechar la disputa para darle la vuelta y remarcar ciertos valores como el perdón, la reconciliación, además de recalcar que no es necesario acabar a gritos cada vez que se debata o discuta por algo. Bien llevadas, estas discusiones se convierten en una oportunidad pedagógica; en caso contrario pueden ocasionar daños emocionales y psicológicos que afectarán a su vida adulta.
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CONSECUENCIAS

Tati Cortés, psicopedagoga y experta en autoestima de adultos y niños, da ciertas claves para entender mejor cómo afectan a los niños las discusiones de pareja delante de ellos:

-Miedo e incertidumbre. Los niños no entienden ni saben de dónde parte la discusión ni cómo va a acabar. Es una incertidumbre que, a menudo, se convierte en baja autoestima para el propio hijo y también en una disminución de su confianza hacia los padres. Además, en ocasiones también les puede producir ansiedad.
-Sentimiento de culpabilidad: Al no saber por qué discuten los adultos, los niños tienden a pensar que es por ellos. No obstante, en muchas ocasiones, los hijos suelen tener una actitud mediadora para que el conflicto desaparezca, y suele tener un efecto de freno en los padres y facilita su reconciliación. Pero conforme la relación se deteriora y aumenta la frecuencia de las discusiones, llega un punto en que los hijos ya no son capaces de frenarlas, y eso puede producirles una sensación de culpa e indefensión.
-Trastornos emocionales: Un ensayo realizado por los profesores Gordon Harold y Ruth Sellers, de la Universidad de Sussex (Reino Unido), sostiene que los menores expuestos al conflicto pueden experimentar problemas de sueño, una mayor frecuencia cardíaca y tener desequilibrios en las hormonas relacionadas con el estrés desde una edad tan temprana como los seis meses. Y lo peligroso aquí es que no hace falta que el conflicto sea fuerte. Si los niños viven peleas menos intensas pero por un periodo continuado, pueden desarrollar los mismos problemas Imitarán este comportamiento en un futuro.
-Traumas psicológicos: En casos extremos, necesitaran ayuda para ordenar, digerir y aceptar muchas de las actitudes negativas que han tenido los padres en su presencia.
-No aprenden a comunicarse: Los niños que ven a sus padres discutir, difícilmente puedan llevar a cabo una discusión con otra persona de manera civilizada y sin gritar.
-Afecta a su inteligencia emocional: Supondrá tener que trabajar sus emociones y su inteligencia emocional basada en la comprensión y en la escucha hacia nuevas emociones.
-Afecta a su desarrollo personal y emocional: Falta de concentración en clase, mal humor constante y contestaciones agresivas hacia sus compañeros y profesorado.

ESTRATEGIAS PARA EVITAR DISCUSIONES

Silvia Álava, especialista en Psicología Educativa y Familia, y Juan de Haro, psicólogo clínico y terapeuta familiar, han elaborado un decálogo de buenas prácticas que debería ocupar un espacio destacado en todos los hogares.

1.Hay determinados temas que es mejor hablarlos sin los niños delante. Ellos pueden ver si los padres no están de acuerdo en pequeños temas de la vida cotidiana, pero no en aquello que afecte a su educación o cuando sean asuntos más complejos de pareja.

2. No desautorizar nunca al otro progenitor, porque eso le da al hijo un poder que no ayuda en su educación. Las desavenencias han de aclararse en privado. Si, por ejemplo, el niño ha tirado la leche en la mesa y el padre, que estaba irritado, le castiga un mes sin ver la tele, la madre no debe desautorizarle sino hablar con él a solas y decirle «te has pasado». Entonces debe de ser la misma figura paterna, y no la madre, la que rectifique ante el hijo.

3. Si a pesar de todo, los padres discuten delante de ellos, es importante que se reconcilien explícitamente delante de los hijos, que tengan un gesto de cariño y de respeto. Así no se daña la autoestima del menor y este aprende que si sus padres se equivocan, él también puede hacerlo, y sobre todo aprender del error.

4. No generalizar: hablar del hecho concreto y evitar caer en el error de «es que siempre…»

5. Expresar los sentimientos y las emociones que nos ha causado el comportamiento de la otra persona, o lo que ha hecho, sin gritar ni elevar el tono de voz.

6. Intentar mantener un punto de vista constructivo entre los dos. No buscar el culpable, sino tratar de ver cómo podemos solventar el conflicto.

7. Evitar el silencio. Las cosas no se arreglan solas, y callarse no suele ser una buena solución porque el malestar no desaparece. Eso sí, hay que elegir el momento adecuado para hablar. Es mejor no hacerlo cuando estamos atrapados en una emoción muy intensa y creemos que podríamos decir algo de lo que nos podemos arrepentir.

8. Comunicarse de forma asertiva, reconociendo que la otra persona puede tener un punto de vista y unas emociones diferentes, y respetarlas. Utilizar la empatía, ponerse en lugar del otro.

9. Establecer una línea roja que no vamos a traspasar. Por ejemplo: la del respeto mutuo, que siempre ha de estar ahí.

10. Es importante que cada día haya un momento familiar, por ejemplo, durante la cena, en el que el objetivo sea simplemente comunicar «tú me importas». Un momento de diálogo y de escucha sin juicios de valor, en el que se acoge lo que cada uno dice.

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