CÓMO SUPERAR LA MUERTE DE UN SER QUERIDO.
Por Marta Thomen Bastardas.
Uno de los momentos más dolorosos que tenemos que afrontar en nuestra vida es la pérdida de un ser querido. Ante estas circunstancias nacen infinidad de sentimientos, pensamientos, emociones,… derivadas de la pérdida y en muchas ocasiones la persona que ha perdido a un ser querido se siente perdida, sin saber cómo afrontar la situación.
¿Cómo aceptar la muerte? ¿Cómo superar el duelo? ¿Cómo afrontar la muerte de un padre? Para ello, es importante conocer el duelo en su complejidad, comprender sus fases y reacciones normales asociadas. Frente a esta situación, queremos mostraros cómo superar la muerte de un ser querido en este artículo de Psicología-Online.
QUÉ ES EL DUELO
El propio proceso del duelo lleva implícita en la etiología de su palabra, la palabra dolor, el sufrimiento. El duelo es la consecuencia de la ruptura de un vínculo. En este artículo nos centraremos en el duelo por la pérdida de un ser querido, pero el duelo aparece ante cualquier pérdida, como una ruptura sentimental, una pérdida laboral,… que expondremos posteriormente.
Toda circunstancia que implique una separación y/o pérdida relevante para la persona es considerada un duelo. A continuación, enumeraremos sus características principales:
• Supone una pérdida que rompe con la historia de cada persona, acerca de sobre dónde venimos y hacia dónde proyectamos nuestro futuro.
• Implica un cambio importante en nuestra vida cotidiana, debido a que supone una proyección de ruptura de lo que esperábamos que fuese nuestra vida a cómo será a partir de esa pérdida.
• Conlleva un conjunto de reacciones emocionales, las cuales se manifiestan a partir de sentimientos, pensamientos, emociones y comportamientos que aparecen tras ese duelo.
• Es una respuesta saludable sobre una dolorosa realidad, donde la realidad de cada uno se ve alterada a causa de ello, requiriendo un proceso de adaptación gradual para poder regresar al equilibrio previo a la pérdida.
CUÁLES SON LOS TIPOS DE DUELO
Como hemos indicado previamente, un proceso de duelo no se vive únicamente ante el fallecimiento de un ser querido, pues un proceso de duelo puede aparecer ante cualquier pérdida en nuestras vidas.
Son varios los autores que clasifican los duelos en diversas categorías, no obstante todos contemplan la clasificación entre lo simbólico y lo tangible. En este caso nos centraremos en la clasificación de J.Tizón (2003), el cual distingue los tipos de duelos en cuatro categorías:
1. Pérdidas materiales: hacen referencia a aquellos duelos que se dan ante una pérdida tangible, como objetos con un valor simbólico importante o por ejemplo, posesiones como una mudanza o cambio de domicilio.
2. Pérdidas relacionales: el proceso de duelo dentro de esta clasificación sería ante la ruptura relacional con un ser querido, como podría ser su fallecimiento, una ruptura sentimental, un abandonamiento,…
3. Pérdida “intrapersonal”: la vivencia de duelo interpersonal hace referencia a aquellos sentimientos propios, como por ejemplo ante la pérdida de un trabajo por no ser capaces de desarrollar satisfactoriamente una habilidad que creíamos poseer, la pérdida de una extremidad corporal, el afrontamiento a enfermedades graves
4. Pérdidas evolutivas: las pérdidas evolutivas hacen referencia a las diferentes transiciones a las que nos enfrentamos en nuestras vidas, por ejemplo al entrar en el mundo laboral y dejar atrás los años universitarios, la pérdida de la niñez o durante la jubilación.
Por otro lado, es muy importante contemplar el reconocimiento de la pérdida socialmente, puesto que el soporte social es imprescindible ante una pérdida, es un factor protector muy importante. La pérdida de un ser querido es una pérdida reconocida socialmente, no obstante existen duelos desautorizados, por ejemplo la pérdida de un amante, donde la persona no puede expresar su sufrimiento ante ello. También pueden ser más complejas las pérdidas inesperadas, en edades menos habituales o por causas
CUÁLES SON LAS ETAPAS DE DUELO
Se considera que las fases o etapas del proceso de duelo son las siguientes:
1. Evitación
En esta etapa del duelo la persona no se hace a la idea de la pérdida, se encuentra en un esta de “shock” que le impide ser consciente de lo sucedido. Es importante reconocer las diferencias en la edad en esta etapa, pues la respuesta ante ello será muy distinta en un niño o en un adulto. Es frecuente en los más pequeños que tiendan a hacer como si nada hubiera sucedido, a preguntar dónde se halla esa persona, a cuestionarse cuando volverá,… y ello es un proceso muy natural.
En esta etapa es imprescindible el soporte práctico, puesto que ante la muerte de un familiar es necesaria una reorganización familiar y en muchas ocasiones, es necesario que sea una persona no tan próxima la que se ocupe de dicha reconstrucción, puesto que los familiares están dolidos por la pérdida.
La etapa de evitación tiende a ser la más intensa en muertes súbitas o muertes repentinas. Como, por ejemplo, en el caso de una enfermedad.
2. Asimilación
En esta fase del duelo la persona empieza a ser cognitivamente consciente de la pérdida y busca trabajar el cómo vivir sin dicha persona. En esta etapa pueden darse:
• Absorción gradual ante el impacto de la pérdida.
• Soledad, tristeza, angustia, desesperación con intensidad, sentimientos de culpa… En el siguiente artículo encontrarás cómo superar la tristeza por la pérdida de un ser querido.
• Distanciamiento con el mundo exterior, para adaptarse al propio.
• Pensamientos incisivos, malos sueños, sueños sobre el retorno de la persona perdida,…
• Alteraciones en la alimentación, la pérdida de motivación, incapacidad para concentrarse o disfrutar, ver el futuro con desesperación, nervios, dolor somático…
La persona se encuentra con una sintomatología muy parecida a la depresión, pero no debe confundirse, puesto que el proceso del duelo comparte muchos síntomas con dicho diagnóstico. Sin embargo, si el proceso de duelo no se realiza correctamente, puede dar lugar a un duelo patológico.
3. Acumulación
La persona consigue reorganizar su vida y volver a su vida cotidiana con normalidad, va hallando el equilibrio y consigue volver a prestar atención en aquello que ya tenía, en el futuro que le espera y ante sus próximos objetivos. Pueden presentarse aún sentimientos de tristeza, pero la persona ya puede hablar sobre sus emociones, mantiene un mejor manejo emocional y se esfuerza para volver a la cotidianidad.
4. Proceso
Tras meses posteriores de la pérdida, aún aparecen esporádicos sentimientos de tristeza o leves consecuencias, que no implican una marcada disrupción en el funcionamiento cotidiano de la persona.
CÓMO SUPERAR LA MUERTE DE UN SER QUERIDO
La superación de la muerte de un ser querido empieza por la integración de la pérdida en nuestra consciencia y posteriormente, una reconstrucción de significados sobre lo que era nuestra vida y lo que será tras dicha pérdida. Frente a ello, Therese Rando expone el Modelo de las 6 “R” que responde a la pregunta "cómo superar la muerte de un ser querido".
• Reconocimiento de la pérdida: si no hay el reconocimiento ante la pérdida, no habrá proceso del duelo. Este factor implica aceptar la realidad de la pérdida, comprenderla y darle alguna explicación, es importante darle una explicación a la pérdida que tenga un sentido para uno mismo, aunque esta no sea la más adecuada.
• Reaccionar ante la separación: una de las fases para su superación más relevante es la reacción emocional de la persona. Es muy importante que aprenda a identificar, etiquetar y diferenciar sus experiencias afectivas, es importante que experimente el dolor, que se permita sentir e identificar sus propias reacciones y llorar las pérdidas secundarias que supone la pérdida principal.
• Recordar la persona fallecida y su relación: debe trabajarse el miedo de perder la conexión con la persona fallecida. En esta fase deben revivirse los sentimientos de la relación, tanto los buenos como los más dolorosos o negativos, debe recordarse la relación con la persona en su totalidad.
• Renunciar (abandonar): en esta fase del duelo se debe renunciar a los antiguos vínculos con el difunto, aceptar que la vida no será como era hasta día de hoy y que las propias creencias sobre el funcionamiento de mi realidad van a ser distintas, como las emociones, pensamientos, recuerdos, comportamientos, patrones de interacción,…
• Reajustar: significa avanzar de forma adaptativa a un nuevo mundo, sin que ello implique el olvido de lo anterior: debemos construir una ideación de cómo será la vida a partir de ahora, sin dejar de mantener una relación simbólica con la persona fallecida. Este proceso conlleva dos criterios que deben aparecer de forma simultánea: reconocer la realidad de la muerte y comprender sus consecuencias, así como adaptarse a la nueva realidad.
• Reinvertir: finalmente es importante volver a recrear momentos de gratificación, establecer nuevos roles, relaciones, proyectos, nuevas ideas o creencias.
REFLEXIONES POR LA PÉRDIDA DE UN SER QUERIDO
El ciclo de la vida lleva implícito nacer y morir, pero que la vida llegue a un final parece una cuestión difícil de asimilar. Es difícil contemplar la posibilidad de que llegue un día que ese ser querido no esté y, cuando sucede, observamos que esta condición humana se escapa de lo que deseamos o esperamos. A continuación, unas reflexiones por la pérdida de un ser querido:
• Nunca se está preparado para perder a una persona importante para uno mismo y no debemos vivir esperando dicho momento o recordándonos que llegará, pero la realidad es que una vez esa persona ha fallecido nos nacen infinidad de pensamientos tales cómo: por qué no pasé más momentos con esa persona, por qué no aprendí más de ella, por qué no disfruté más los momentos con él o ella…
• No podemos evitar un proceso natural como la muerte, pero sí que podemos dar respuesta a estos interrogantes en vida. Por ello, sabiendo que estos pensamientos invadirán nuestra mente cuando eso suceda, procuremos que sean los mínimos, procuremos disfrutar de cada momento con esa persona, procuremos situarnos en el presente y vivir cada instante como si fuera el último.
• Una vez llegue el momento, si hemos vivido con plenitud con esa persona, no habrá cuestiones pendientes, no habrá culpabilidad o remordimiento.
• Por otro lado, debemos ser conscientes de que uno de los hechos más dolorosos a aceptar es que no vamos a poder volver a vivir momentos con esta persona, sin embargo nuestros recuerdos serán nuestro mayor tesoro, puesto que una persona no muere hasta que no es olvidada.
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