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 EL PODER CURATIVO DE LA ENFERMEDAD (segunda parte)



Mayo 20, 2012, 06:39:29 am
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EL PODER CURATIVO DE LA ENFERMEDAD (segunda parte)
« en: Mayo 20, 2012, 06:39:29 am »
Es tiempo de comprender que muchas pequeñas diferencias puedan acabar haciendo una gran diferencia. Tiempo de recuperar nuestros sueños y saber que todos ellos están al alcance de nuestras manos. Tiempo de comprender, e incorporar, la famosa frase de Gandhi que dice: “Nosotros debemos ser el cambio que queremos ver en el mundo“.

Todos queremos que los demás sean los primeros en cambiar. Culpamos a nuestros padres, a nuestros hijos, a los gobiernos por nuestros problemas. Culpamos a nuestros jefes, a nuestros colegas, al tráfico… por nuestro estrés.

Pero culpar a los demás es simplemente una forma muy conveniente para excusarnos a nosotros mismos. Poner la culpa de todo lo que está mal en nuestras vidas en los hombros de la otra gente, es una buena forma de caminar por la vida sin tener que demostrar coraje o enseñar nuestras debilidades.

En realidad es una forma muy cobarde de vivir que conlleva a convertirnos en seres completamente incompetentes. Culpando a los otros, lo único que hacemos es entregar nuestro propio poder a los demás.

En realidad lo que hacemos es decir “Yo no puedo influir en las circunstancias de mi vida, sólo los otros pueden”. Y pensando de esa forma entramos en una espiral descendente que sólo nos lleva a un sitio que se llama ningún lado.

Y lo que nos hace humanos, al final del día, es el poder que cada uno de nosotros tiene de elegir cómo actuar en cada circunstancia de la vida. Hay que dejar de vivir la vida pasivamente, al ritmo de los demás, para empezar a vivir la vida activamente con un diseño predeterminado.

Debemos dejar de pensar “en pequeño” para permitir que todas nuestras capacidades humanas salgan a la luz del día; como dice Robin Sharma –autor de El monje que vendió su Ferrari.

Es tiempo de dejar de “tirar pelotas fuera” y empezar a darnos cuenta de que todas las pelotas están en nuestro campo. Tiempo de dejar de ser marionetas del destino para empezar a tomar verdadera responsabilidad sobre nuestra vida, nuestra salud y nuestra felicidad. Tiempo de comprender que nuestras enfermedades son mensajes muy claros para que empecemos a actuar consecuentemente y con responsabilidad.

Éstas líneas las dedico a todas aquellas personas que en su fuero interno están escuchando una voz que les dice que Sí; que sí, es posible recuperar el poder. Que sí, es posible recuperar la salud. Que sí, es posible realizar un cambio. Que sí, es posible ser feliz. Que sí, es posible cumplir nuestros sueños.

Aprender el arte de vivir es algo que está al alcance de todo el mundo. El comprender que nuestras enfermedades no son enfermedades del cuerpo, sino enfermedades del alma, nos abre una gran puerta a la sanación.

Comprender que somos pura emoción y que, simplemente este hecho ignorado puede ser en realidad el verdadero causante de la mayoría de nuestras enfermedades, nos ayudará a caminar en la dirección que nos permitirá nuestra total recuperación.

Debemos comprender que nuestra vida entera es una acumulación de problemas emocionales por resolver.  Actuamos como si lleváramos una mochila colocada en la espalda y fuéramos echando dentro todo lo que no queremos ver, todo lo que no sabemos resolver, todo lo que no nos vemos capaces de afrontar.

En esa mochila lo metemos todo: desde pequeños problemas que vamos acumulando en nuestra vida cotidiana, hasta graves problemas que aparecen de repente en nuestra vida; situaciones difíciles de asimilar; personas a las que no podemos comprender; personas a las que no podemos perdonar…

Y así, sin darnos cuenta vamos almacenando nuestro dolor, nuestra pena, nuestra impotencia… Y al final es tanto el peso que llevamos a cuestas que un día nuestro cuerpo acaba gritando: ¡basta! Al principio nos avisa suavemente: pequeños toquecitos aquí, pequeñas sacudiditas allí.

Si no hacemos caso, nos insiste con un poco más de zarandeo. Si continuamos ignorándolo, nos sacude un poco más fuerte. Y si continuamos sin escuchar, sin reaccionar, entonces… ¡chilla! ¡Y chillará y chillará, y pataleará, hasta que le hagamos caso y si no… morirá en el intento!

Debemos entender que emociones que enterramos vivas nunca mueren. Y esas emociones,  ahí  almacenadas, nos van carcomiendo por dentro, nos van corroyendo, hasta que acaban manifestándose en nuestro cuerpo físico en forma de enfermedad.

La única forma de deshacer una desarmonía, de curar una enfermedad, es ir directamente a la causa o las causas que la han provocado, iniciar un diálogo íntimo con nuestro ser interior, con esta alma que llora… y escuchar lo que tiene que decirnos. Ella es. Ella sabe. Ella siente. Ella llora. Ella necesita… ¡Ella reclama!

Un mejor conocimiento del Ser nos permite cuidar de nuestros cinco hijos tal como ellos necesitan: a nivel físico, a nivel mental, a nivel emocional, a nivel energético y a nivel espiritual.

Un mejor conocimiento del Ser nos permite recuperar nuestra salud física, recobrar nuestra paz mental, encontrar nuestra estabilidad emocional, aumentar nuestros niveles de energía y recuperar nuestra mejor parte, nuestra parte divina, nuestro niño interior. Sólo entonces, y sólo así, podremos recuperar el poder, el poder que quedó olvidado, junto con nuestros sueños, en  algún lugar de nuestro pasado.

Debemos comprender que todos los recursos para sanar los llevamos dentro. Y que de la misma forma que el Ser es capaz de enfermar, también lo es de sanar. Que nuestra mente es sumamente poderosa, y que con nuestros pensamientos negativos y destructivos podemos acabar literalmente matando nuestro cuerpo.

Que sentimientos de pena, impotencia, envidia, celos, etc. generan sustancias químicas perjudiciales en nuestro cuerpo que acaban intoxicando nuestra sangre, nuestros músculos, nuestros órganos, nuestra piel, y finalmente provocando una enfermedad.

Mientras que sentimientos positivos de amor, perdón, compasión, solidaridad, empatía, etc. liberan endorfinas positivas, deshaciendo nuestras enfermedades, sin importar la gravedad de las mismas. Los Lamas budistas avanzados de hace 2500 años decían: “Sólo que haya una célula sana en el cuerpo se puede regenerar todo éste”.

Ahora la ciencia moderna ha descubierto exactamente lo mismo: “Una célula madre puede regenerar todo un órgano, y cualquier célula puede convertirse en célula madre”.  Por lo que nunca es tarde para deshacer el proceso evolutivo de nuestra enfermedad.

Además cuando dejamos de agredir nuestro Ser –y lo agredimos continuamente, día y noche, a todos los niveles- la única función que tiene nuestro cuerpo es sanar. Las veinticuatro horas del día su mandato es: ¡sanar, sanar, sanar! Las células se reproducen continuamente, sin descanso… los siete días de la semana… los treinta días del mes… los trescientos sesenta y cinco días del año.

Y las células tienen memoria. Las células son holográficas respecto al ser. En cada célula se encuentra almacenada toda la historia de nuestra vida, y con cada división de éstas, las nuevas células vuelven a contener toda la información completa.

Es como si un mini-Ser estuviera viviendo en cada una de las células de nuestro cuerpo. Si pensamos positivo y somos optimistas, el cerebro de cada una de estas células piensa en positivo y es optimista; y cuando éstas se dividen en nuevas células, los cerebros de estas nuevas células también automáticamente piensan en positivo y son optimistas.

Pero lo mismo puede pasar al contrario: si pensamos en negativo, si somos pesimistas, nuestras nuevas células, nacidas de esa división, reciben esta herencia negativa, y adoptan ese negativo patrón de conducta.

Ahora, lo importante es saber y comprender que un pensamiento se puede cambiar. Que podemos cambiar nuestros patrones de conducta y reprogramar la memoria de nuestras células, de forma que a medida que se van dividiendo, tengan ya desde su origen un único y positivo mensaje: Soy un ser sano y completo, soy un individuo fuerte y capaz, estoy lleno de confianza y poder… estoy cada vez mejor y mejor.

Debemos poder descubrir que cuando le damos a los “cinco hijos” lo que necesitan,  o simplemente cuando dejamos de agredirlos, y  tratamos al Ser como se merece, entonces aquello que ha tardado meses, o quizá años en estropearse, lo podemos reparar en tan solo unos días o unas pocas semanas.  Pues si todo el esfuerzo que utilizan las células de nuestro cuerpo para apagar fuegos -los que encendemos nosotros continuamente-, lo utilizan solamente para reconstruir, es evidente que la sanación llegará en muy poco tiempo.

Podéis preguntaros “¿Si fuera tan fácil por qué no hay más gente que se cura?”. Pues porque lo más difícil en todo este proceso, cuando todavía caminamos como zombis por la vida, es creer precisamente que todo esto sea tan fácil. “¿Creer en milagros?” decimos. “¡Ja! ¡Milagros no existen!” Y nos quedamos tan anchos sin darnos ni siquiera la más mínima oportunidad.

¿Que este mundo es un mundo mágico? Ya no me cabe ninguna duda. ¿Que todos podemos ser magos?  Desde luego. ¿Que aprender la magia de la vida es fácil? Os lo puedo asegurar. A mí no me costó demasiado aprenderla, y luego solo se trata de ponerla en práctica cada día.

Tú puedes decidir ser uno de estos zombis obcecados que se niegan la oportunidad de antemano, cerrando las puertas  a ese tesoro que tenemos dentro porque crees que nada de eso existe. Ó por el contrario, puedes ser de los que quieren darse una oportunidad diciendo: “¿Por qué no? ¿Por qué no probarlo? ¡No tengo nada que perder y quizá mucho que ganar!”.

Para los primeros: Los dejo tranquilos para que sigan su existencia jugando al pito pito colorito donde vas tú tan bonito… pim pom fuera! Y si van fuera, también está bien. No importa. No importa porque no hay fuera… pero eso ya lo descubrirán cuando llegue el momento.

Para los segundos: Para los curiosos, para los que están cansados de vivir esa existencia mediocre, enfermos, enfadados, débiles, inestables, inseguros, pero recordando todavía los sueños que en su momento tuvieron sin haber perdido la esperanza de vivir una vida mejor; para aquellos que una voz interior les susurra “¿Y si fuera verdad que es tan fácil? ¿Por qué no probarlo?” Para esos, es para los que les digo. “¡Ánimos. Si yo he podido, tú también puedes!”. Sólo se trata de aprender cómo hacerlo.

Agradezco el regalo que me envió el Universo en forma de enfermedad, pues ésta me ha ayudado a realizar mi Despertar. Esa fue la forma en que se me concedió a mí recuperar el poder que nos pertenece por el simple hecho de ser humanos. Aprendiendo al mismo tiempo que todos los recursos para sanar los llevamos dentro.


(Lola Feliu)
Centro Nilaya

 

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