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 NO TENEMOS QUE CAMBIAR NADA



Junio 07, 2012, 04:59:54 am
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Desconectado Francisco de Sales

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NO TENEMOS QUE CAMBIAR NADA
« en: Junio 07, 2012, 04:59:54 am »
NO TENEMOS QUE CAMBIAR NADA


Partimos de un error de concepto cuando de pronto, por desesperación o en un acto de “iluminación”, decidimos que queremos cambiar.

“Cambiar”, tal como lo entendemos habitualmente, se refiere a dejar de ser el modelo que estamos siendo para ser otro modelo que aparenta ser perfecto o, por lo menos, bastante mejor.

Pero no nos estamos proponiendo ser nosotros mismos, sino ese Yo Ideal que representa ser la excelencia, la perfección, lo correcto, lo que estaría bien visto y socialmente aceptado, o lo que creemos que nos haría sentirnos bien.

Pero vuelve a ser otro error.
Si, por ejemplo, una persona es un poco desordenada, y le llaman la atención por eso, puede sentir que tiene que ser muy ordenada, para que los otros la aprecien o, simplemente, porque piensa que puede estar equivocada con su sentido del orden y acepta el dictamen de los otros.
Entonces se propone ser muy ordenada.
Tan ordenada que puede caer en un fanatismo exagerado, obsesivo, que llegará a molestar a los otros –los mismos que querían que cambiase-, y ella no se sentirá cómoda con ese orden en el que no se siente bien.
Lógicamente, este cambio se volverá contra ella y tendrá que empezar a arreglar su “nuevo problema”.
Ha buscado, equivocadamente, ser lo exageradamente opuesto a lo que estaba siendo, y no un poco más o un poco mejor, que sería más adecuado.


Cuando una persona se propone “cambiar”, en realidad en lo que piensa es en dejar de ser como está siendo, y no está pensando en ser ella misma.

Muy  pocas personas son “ellas mismas” ya que, generalmente, somos el resultado de la educación y enseñanzas que nos dieron, y nos aproximamos bastante a quienes nos dijeron que teníamos que ser. Que, por supuesto, no somos nosotros mismos.

No hay que cambiar: hay que dejar de ser quien se está siendo, y buscar y encontrar el que realmente se es.

(Supongo que la diferencia la conoces: quien uno ES, lo es en esencia, y, por lo tanto, es natural y puro; quien uno ESTÁ SIENDO es el que se manifiesta, al que añadieron un personaje y se muestra y actúa como tal.)


En realidad, no se trata de cambiar, sino de quitar.

De deshacerse de todo lo que uno lleva encima de quien realmente es.

De renunciar a lo que no somos de verdad.

Cuando se quitan los miedos, las pre-ocupaciones, los traumas, las mentiras, las apariencias, el ego, el maquillaje social, el personaje que transmuta en función de con quién esté… sólo queda quien uno es en realidad.

Al ser criaturas de Dios, puros, y no tener entre los ingredientes originarios la maldad ni los miedos, ni la necesidad de aparentar ni el afán de perjudicar a los otros, todo lo que queda después de deshacernos de esos añadidos es la nobleza y la bondad.

Porque así hemos sido creados, o con esa naturaleza nacemos: desprovistos de malignidad, inocentes como niños, hermanos del resto de la Humanidad, sin pecado…


Uno de los modos de averiguar en qué o cuándo no somos nosotros mismos, consiste en estar atento (El Yo Observador vigilante…) y preguntarnos conscientemente: ¿Por qué he hecho esto?, ¿Por qué procedo así?, ¿Quién decide dentro de mí?, ¿Procedo por libre voluntad y deseo, o sigo unas pautas cuyo origen desconozco?

Si no encontramos una respuesta plenamente satisfactoria en la que comprobamos que es nuestra propia y consciente decisión, veremos que estamos actuando siguiendo un modelo que nos han inculcado sin haberlo revisado por nuestra parte.

No hay que cambiar nada: hay que dejar de tener una reacción ante cada acción sin revisarla previamente –porque puede no ser la adecuada al momento o la circunstancia, por que puede estar ya caducada, por que puede ser la respuesta de otro y no la propia-; hay que decidir por uno mismo; hay que revisar los modos y comprobar el modelo que seguimos por inercia o costumbre, deshacernos de él, y descubrir quiénes somos realmente.


Una vez hecho esto, sólo queda batallar un poco con la incomprensión de los otros –a los que les costará aceptar que no somos como ellos esperan sino que somos nosotros mismos- y empezar a vivir en la tranquilidad serena que aporta el estar en paz con la propia conciencia tras haber aceptado quienes somos de verdad y mostrarnos como el que de verdad somos y siempre debiéramos haber sido.


¿Cómo se descubre quién soy?
Sencillo: observarse, preguntarse directamente y responderse con sinceridad.



 

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