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 MÁS ALLÁ DE LA MENTE ESTÁ EL SER (segunda parte)



Julio 04, 2012, 06:24:17 am
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Desconectado Francisco de Sales

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MÁS ALLÁ DE LA MENTE ESTÁ EL SER (segunda parte)
« en: Julio 04, 2012, 06:24:17 am »

¿Te das cuenta que todo lo que crees saber con respecto al mundo, lo que experimentas y percibes como tal, proviene de tu mente?

¿Deseas saber dónde se encuentra el origen de la dualidad?… Te lo acabo de responder.

Todo está en tu mente, ¿Lo puedes creer?... Ciertamente que no… Nunca lo habías visto de esta forma… Es imposible... Te escucho decirlo, pero es así… ¿Es tan difícil de creer?... Vives en una prisión creada por la mente, ella se ha encargado de que parezca muy real, no tienes referencias, ni experiencias o percepciones que sostengan lo contrario. Solo conoces una cara de la moneda.

Este software abarca otro aspecto inquietante... Si nadie lo detiene, ¿hasta dónde puede llegar su poder, hasta donde se puede extender su capacidad creadora o destructiva?

Y todavía hay mas en que pensar… Si se trata de un programa, también es susceptible de ser infectado por toda clase de virus mentales. ¿Qué sucede en estos casos?… ¿Quiere una respuesta? … Te daré un par de ejemplo: “Mira a tu mundo y te verás a ti.”

Ahora sabes que navegar por esta realidad no te garantiza bienestar y seguridad alguna si te mantienes en un estado de inconsciencia con respecto a tu origen. Eres un puerto abierto y como tal, presa fácil de todo tipo de disfunciones y anomalías mentales presentes en tu medio.

No es de extrañarse que la propagación de un virus pueda entenderse en cuestión de minutos para sumergir a una sociedad completa en un inframundo lleno de impotencia y temor.

Tampoco es de sorprenderse que vivas dentro de una red infectada en donde las anomalías se han convertido en la norma a seguir. Formas parte de un mundo disfuncional. Estas totalmente identificado con él y no sabes lo que estar fuera de este estanque.



Seguramente te has de preguntar:

¿Cómo pudo ser posible que se llegara a esta situación, si la mente tan solo es una herramienta, un vehículo, un medio o estructura para la consecución de un fin?

La mente ciertamente es una herramienta y el ego su producto, pero a falta de consciencia se puede convertir en una necesidad personal y social adictiva que te provee de falsas identidades que te esclavizan y alejan de la verdad de tu ser. Cierta moral basada en las diferencias, el temor y los castigos es un ejemplo de ello, implica proveerte de una identidad (ego) que te permita encajar y desenvolverte en una sociedad, aunque una parte de tu ser te diga que todo eso encierra mentiras y ausencia de amor.

Un fanático religioso que en nombre de su dios se siente superior, miente, persigue, mata, encubre y desea controlar, es un producto de la mente disfuncional. Es un ego lleno de confusión y temor.

Toda tu vida te has formado una idea de lo que debes ser en base a lo que te transmiten los demás. Si te fijas bien, tienes pocas experiencias que se puedan reconocer como tuyas por su originalidad e independencia del saber o pensar de otros... ¿Hay algo malo en ello?

Pocas veces te atreves alterar un orden establecido o romper una norma social arraigada.
Dime en lo que crees y te preguntaré - ¿Qué tanto le puedes desafiar sin sentirte mal?

Te daré un ejemplo sencillo: Serías capaz de salir a la que calle y pedir comida fiada, soportarías la vergüenza de tu ego, es decir no te afectaría lo que pensaran de ti ya que se trata de una persona exitosa, responsable, madura, independiente y solvente?

Aquí tienes un excelente ejercicio para percibir, reconocer y medir tu condicionamiento real, tu dependencia o adicción a la identidad egótica que te gobierne.

¿Sabías que cuando dejas de juzgar y valorarte por alguna situación o proceder, estás dentro de los albores de la verdadera iluminación?

Tu vida suele alimentarse de toda clase de energías externas, porque es de ahí donde alimentas tu identidad. Pocas veces volteas a buscar en tu interior. Te dices a menudo, no hay nada, no hay nadie a quien escuchar, que cosa buena puedo hallar. Piensas, todo lo verdadero existe fuera de mí. Comenzando por dios, la religión, tu esposa e hijos, tu familia, la profesión, el carro, etc. Todo lo que le da sentido a tu vida se encuentra fuera de ti. A otros les corresponde darle forma a tu centro. A tu moral, a tu identidad, a tu estilo de vida y creencias.

Eres un ser desconectado de su identidad real. No sabes que tienes tu verdadero centro, y que este no es asunto de los demás. Es una experiencia que no conoces. Sin embargo es algo con lo que ya naces. Siempre te acompaña. Nadie la puede separar de ti, pero si ocultar. Has perdido la consciencia de “Tu Verdad”.



Entonces nos enfrentamos a la siguiente cuestión: Te hablo de que tienes dos centros…

Uno con el que naces, que te es dado por el ser mismo, por el espíritu, por el origen, por tu fuente, pero de la cual permaneces desconectado.

Por otra parte estás acostumbrado a otro centro que te es brindado por la sociedad donde te encuentras insertado, te resulta familiar pero encierra un gran inconveniente, te hace muy vulnerable y dependiente, altamente reactivo y adicto a los estímulos. Te frustra con frecuencia. Te mantiene tenso y con temores por perder algo. Te hace irritable siempre que no suceden las cosas como lo deseas. A este conjunto y más situaciones le puedo llamar “los frutos del ego sustituto o tu identidad falsa.”

Notaste que no es fácil percibir de un engomado en donde comienza la unión de lo que cubre. Pareciera una sola a golpe de vista, no se nota la separación. Sin embargo cuando comienzas a frotar con la yema de los dedos, puedes percibir la ligera presencia de algo más. Si sigues concentrando tu atención, comienza a desprenderse la película de la superficie para permite percibir con más claridad lo que se encuentra en el fondo. Algo similar sucede con tu verdadero centro, siempre ha estado ahí, pero no lo has notado. Te invito a remover la cubierta de la identidad falsa.

¿Has notado como a través de tu ego actual se cuelan toda clase de desdichas?

El falso ego no puede hacerte feliz; sólo puede hacerte desdichado. Te cautiva con sus promesas de un futuro mejor, al final de cierta etapa te defrauda. Suele distorsiona la realidad. El ego se puede convertir en un infierno. Cada vez que sufras, trata de observarte, descubrirás que en algún punto, tus ideas con respecto a un tema son la causa del sufrimiento. Son tus interpretaciones e identificación con creencias falsas. El ego siempre encuentra razones para hacerte sufrir. Te brinda excelentes argumentos. Se especializa en retratarte como una víctima que padece de las injusticias.

El ego te roba la libertad y el poder que te corresponden en tu verdadero centro. Siempre que quieras reconocer su presencia, bastará con que percibas sus intentos de sacarte del presente. Tiene infinidad de medios, recursos y artimañas que parecen legítimas para envolverte y distraerte del presente. Una de sus preferidas consiste en decirte lo siguiente:

“El día que tengas esto o seas aquello podrás ser feliz.” – “El día que se aparte de tu vida la sombra del pasado, estarás en paz.”

Las víctimas suelen sentirse impotentes para poder actuar, no ven posibilidades, ni elecciones, solo saben reaccionar. Se ven atrapadas frecuentemente en situaciones injustas que les rebasan y ahogan. Se enferman y maldicen. Viven enojadas y con resentimientos. Su paz depende de lo que otros hagan y como les favorezca.

Es así como te han enseñado a existir. Sobreviviendo cada día a situaciones que no puedes apartar de tu vida. Arrastras una profunda esclavitud. Te has convertido en codependiente emocional de otros.
Sólo cuando comprendas que puedes elegir, te apartarás del ego que te llena de desdicha, por vez primera te reconocerás como amo de tus experiencias, dejarás de ser un esclavo de una mente disfuncional y su producto.

¿Esperabas algo y no sucedió? - ¿Tu ego está destrozado porque no sabes vivir sin el aprecio y reconocimiento de los que te rodean? - ¿Te sientes desdichado por tu mala fortuna? – Obsérvate - siempre lamentándote y decepcionado de la vida - Entra en contacto con tu reactividad mental y emocional.

¿No comprendes porque reaccionas ante ciertos eventos de forma inconsciente?

Comienza por buscar el ego disfuncional en tu persona, reconoce sus diversas caras, deja de pensar en el ego de los demás (esto no es asunto tuyo).

Cuando te sientas desdichado, para de sufrir, cierra los ojos, respira profundo e intenta percibir la presencia que se te oculta.

Enfoca tu atención en el presente, toma algo entre tus manos y comienza a frotarlo vigorosamente, las cosas no suelen ser lo que parecen, sigue frotando hasta retirar la capa superficial del ego. Te darás cuenta que donde creías estar solo existen dos presencias. Una de ellas es falsa. Tomar consciencia de ello, es el principio de tu liberación.

Ver tu propio ego. Mirarlo al desnudo, te hace consciente de su presencia.

No te apresures en tratar de abandonarlo; sólo obsérvalo. Cuanto más lo observes, más consciente te harás... De repente, un día, descubrirás que ya no te identificas con él, le has abandonado. “Cuando cae por sí mismo, sólo entonces cae.” - No hay otra forma de que esto suceda. Tú no puedes abandonarlo prematuramente. No puedes presionarle o forzarle a salir de ti. - Cae al igual que una hoja seca de un árbol, no necesitas hacer nada, excepto ser consciente de su presencia para que esta se debilite y marchite.

Cuando dejas de identificarte con lo que consideras inapropiado, cuando dejas de valorarte y depender del mérito. Cuando tan solo percibes lo que sucede a tu alrededor como aire pasajero, sabrás que las hojas secas se las lleva el viento y que todo por su propio peso caerá.
Cuando maduras a través del poder de la consciencia, obtienes la comprensión que te permite reconocer que el ego es la causa de todas tus desdichas. Sabrás que el ego muere cuando dejas de alimentarlo.
Cuando tomas consciencia de tu presencia, la mente y su producto dejan de gobernarte, se convierten en súbditos al servicio de tu consciencia. Tu presencia, ese verdadero centro le puede llamar como quieras; Alma, el Yo Soy, Dios, la verdad, el Espíritu, el Ser. Todos los nombres vienen bien. Lo que importa es la experiencia. La Presencia del Ser, supone no mente, no hay ego, no hay identificación con alguna identidad. Solo consciencia y sentimiento en el presente.

 

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