Para Crecer hay que salir, de la apatía o de la desesperación, y enfrentarse al espejo de la realidad.
Hay que mirarse a los ojos del corazón, con una mirada sincera y capaz de acoger en sus abrazos al que somos -desvalido o inseguro- y firmar este compromiso: PROMETO NO ABANDONARME NUNCA MÁS.
A partir de ahí comienza el Camino de retorno al Ser o de ascenso al propio Cielo.