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 QUERIDO MIEDO:



Julio 09, 2012, 06:29:47 am
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QUERIDO MIEDO:
« en: Julio 09, 2012, 06:29:47 am »
 
Querido miedo:

Aquí estoy;  hola;  por fin te veo; sé que estas ahí. Juegas fuerte, hijo de tu madre. No has parado hasta que te he visto, y más vale que te reconozca ahora, antes de que me juegues un órdago final, que ya veo cómo te las gastas.

Aun así, has estado a punto de perder también esta ronda. “Not to panic” era mi intención. Y con esa intención te oculté una vez más. Y sin embargo, ¿por qué esa tristeza infinita? ¿Por qué esa emoción a flor de piel que me hacía llorar cada vez que alguien me daba un mensaje de ánimo? ¿por qué ese llorar a ratos, sin un motivo aparente? Podía mantener alto el ánimo, pero a costa de un agotamiento absoluto. Hoy te he reconocido: por fin te veo, miedo. Ahora sé que estás aquí. Me alegro de verte, porque no me gusta jugar al escondite con las emociones.

Te doy las gracias, miedo, porque aunque yo no te lo haya reconocido, me has cuidado toda la vida. Has estado siempre ahí, más o menos oculto. Y aunque en muchas épocas tuviste mucho poder sobre mí, en otras muchas tuve que enterrarte para poder sobrevivir. Pero tú seguías vivo, y yo tuve que fabricarme protecciones raras para calmarte.

Te agradezco que me hayas protegido, pero ahora necesito que desaparezcas, porque juegas en mi contra. No quiero enterrarte; quiero que te vayas. Te agradezco tu misión, pero necesito que te marches, igual que se fueron la culpa, el dolor, la rabia… Y tú estabas debajo de todo eso que he estado limpiando. Con la casa casi limpia, apareciste tú, en forma de cáncer.

¿Eres el origen de todo? ¿Eres simplemente el suelo que se escondía debajo de todo? No lo sé; no me hagas que le dé la razón a Nieves en todo-todo, que luego se me pone muy tonta.

Ahí estás, miedo; te he visto; te agradezco tu misión y te pido por favor que desaparezcas: “Not to panic”, recuerda. Mis células, tratadas con amor, sanarán mejor. Lo he intentado: tratarlas con amor; con agradecimiento. Lo he conseguido, pero a costa de mucho cansancio. Y es que estás ahí presente y pones las cosas más difíciles.

He seguido un proceso de limpieza que se ha ido desarrollando como siguiendo un programa prestablecido: todo ha sido perfecto y la vida me ha ido poniendo en bandeja en cada fase lo que tenía que sanar, y me ha dado también todos los medios. Esta etapa no es un fallo en el proceso: no puede haber fallos. Esto es una fase más. Una fase sin duda muy avanzada; no me cabe duda, y así la acojo, la acepto y la agradezco.

(Mi calle se cayó hace año y medio, simbolizando la caída de todas mis creencias. Cuando he salido hoy de casa he visto que la piqueta estaba tirando abajo lo que quedaba en pie justo delante de mi puerta. No cabe duda que estamos tocando fondo).

Entonces, agradezco este episodio de cáncer como una fase más en el proceso de sanación. Creo que está ahí para trabajarte: para trabajar el miedo.
¿Miedo a qué? No sé si seré una inconsciente, pero de momento no tengo miedo a morir; ni siquiera a pasar por enormes sufrimientos por la enfermedad o por los tratamientos. Tengo miedos que me parecen un poco tontos, pero que intento reconocer como tales, para poder sanarlos:
-     Tengo miedo de no poder ir a Colombia a ver a mis hijos.
-     Tengo miedo de que ellos, en la distancia, sufran o tengan miedo por mí.
-     Tengo miedo de la reacción de mi padre, que es muy mayor y ya ha perdido a dos hijos. Tengo miedo de su miedo.
-     Tengo miedo de tener en mi mano soluciones alternativas y no tener el tiempo suficiente para probarlas antes de que entre en juego la medicina convencional.
-     Tengo miedo de tener que optar; tengo miedo de no poder optar; tengo miedo de equivocarme en la opción y de que los que me quieren me lo reprochen toda su vida.
Esos son hoy mis miedos. Pero si durante todo el proceso he aprendido que todo sucede como debe ser y cuando debe ser, bien puedo dejar todas esas variables en manos de quien todo lo combina a la perfección. Igual que no me inquieto si pierdo el autobús o si algo falla. Porque he aprendido que no hay fallos, y en esto tampoco puede haberlos. Así que dejo todo en manos del “gran solucionador de puzzles” del “gran hacedor de sudokus”, y confío.

Acabo de pedir hora con el cirujano, que me verá mañana y hablaremos, entre otras cosas, de fechas.

Lo primero que me dijeron fue: “si hubieras sido más rigurosa con las revisiones”. Es cierto. No las he hecho a rajatabla. Pero como sé que no hay fallos, pienso que a lo mejor ese retraso me ha proporcionado unas herramientas que antes no tenía y que me van a permitir enfrentarme a este tema de otra manera.

Así que ahora que ya me he recolocado por dentro; que me siento prácticamente como siempre y que me baila en la cabeza esa canción de “con tu puedo y mi quiero”; ahora sí puedo pediros esa ayudita a distancia que tan bien sabemos hacer: energía para que todo fluya como tiene que fluir.

Os quiero en el alma, amigos.


(Ulipia)

 

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