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 EL CAMINO DE LA AUTO-DEPENDENCIA - 2ª parte (Bucay)



Septiembre 01, 2012, 08:35:58 am
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EL CAMINO DE LA AUTO-DEPENDENCIA - 2ª parte (Bucay)
« en: Septiembre 01, 2012, 08:35:58 am »

El autoconocimiento consiste en ocuparme de trabajar sobre mí para llegar a descubrir (más que construir) quién soy, tener claro cuáles son mis fortalezas y debilidades, qué es lo que me gusta y no me gusta, qué es lo que quiero y no quiero. Tomar conciencia de quien soy es para mí el resultado de una desprejuiciada mirada activamente dirigida hacia adentro para poder reconocerme. Es la convicción de saber que uno es como es. Implica mucho trabajo personal con uno mismo.

Implica que yo me anime a mostrarme tal como soy, sin esconderme, sin personajes, sin turbiedades, sin engaños, y que participe del feedback generado por haberte mostrado lo que soy. Nunca dependiendo de la palabra de los otros, pero siempre escuchándola. Nunca obedeciendo el consejo de los demás, pero siempre teniéndolo en cuenta. Nunca pendiente de la opinión del afuera, pero siempre registrándola con claridad. Estoy convencido de que solamente si me conozco, voy a poder transitar el espacio de aportarte a vos lo mejor que tengo.

Entonces, los cambios son, paradójicamente, más posibles.

Nadie hace un cambio desde la exigencia, nadie se modifica de verdad por el miedo, nadie crece desde la represión.

Ya que estoy conmigo desde el principio y nadie sabe más de mí que yo (ni siquiera mi terapeuta), qué bueno sería ser un buen amigo de mí mismo, estar al lado mío haciendo y pensando en lo mejor para mí.

Un recurso es toda herramienta de la cual uno es capaz de valerse para hacer otra cosa; para enfrentar, allanar o resolver contingencias que se nos puedan presentar.

Hay que aprender a pedir ayuda sin depender y hay que aprender a recibir ayuda sin creer que uno está dependiendo.

Cuidado: recibir ayuda no es lo mismo que depender.

Asertividad: Después del darse cuenta de uno mismo, para mí el recurso más importante es la capacidad de defender el lugar que ocupo y la persona que soy, la fuerza que me permite no dejar de ser el que soy para complacer a otros. La capacidad de afirmarme en mis decisiones, tener criterio propio y cuidar mis espacios de invasores y depredadores. La capacidad para poner límites, valorar la intuición y validar la propia percepción de las cosas.

No vivir temblando ante la fantasía de ser rechazado por aquellos con los cuales no acuerdo. El coraje de ser quien soy.

Emociones: Uno conoce y ama al mismo tiempo, y cuanto más conoce más ama, y cuanto más ama más puede conocer.

El amor es entonces una herramienta privilegiada para conectarme con el deseo de seguir el curso. Las emociones se sienten más allá de que a uno le guste o no sentirlas, con más o menos fuerza, más allá de la propia decisión.

No puedo ser dueño de mis sentimientos, pero sí puedo ser dueño de lo que hago con mis sentimientos.

Aceptación: Conformar quiere decir adaptarse a una nueva forma y también adoptar una cosa la forma de otra. La manera positiva del conformarse se llama aceptación y la manera negativa se llama resignación. La aceptación es un camino deseable, la resignación no lo es.

Autonomía: Autónomo es aquel capaz de administrar, sistematizar y decidir sus propias normas, reglas y costumbres. Y si quiero ser autodependiente, primero voy a tener que animarme a ser autónomo. De hecho, puedo revisar las normas y encontrarlas muy adaptables a mí, a lo que pienso y creo, y aun así es importante que goce de esta posibilidad de cuestionar, corregir y remplazar.

Puedo imponer mis reglas a mi vida, pero eso nada tiene que ver con imponerte mis normas a vos.

Libertad: La libertad de pensar es muy importante, pero no ganamos nada si no somos capaces de hacer algo con lo que pensamos, si no podemos convertirla en acción, aunque sea una pequeña acción para nosotros mismos. “La libertad de uno termina donde empieza la libertad de los demás”, me parece encantador y nostálgico pero creo que la libertad no funciona de este modo.

Si la libertad es hacer lo que uno quiere dentro de ciertos límites y éstos los van a determinar los demás, la libertad personal termina dependiendo de lo que el otro me autorice a hacer.

La frase “yo puedo, pero no debo”. En realidad, yo puedo… y si lo hiciera, esto diría algo de mí. Y más aún: Si sabiendo que “puedo” hacer algo decidiera no hacerlo porque te daña, esto también diría algo de mí.

Mi historia personal puede condicionar mi elección, pero no me quita la posibilidad de elegir.

Más allá de los demás y de mis propios condicionamientos hay cosas que no podemos hacer, tenemos limitaciones concretas.

Y siguiendo el cuestionamiento sobre la libertad, esto nos lleva a la confusión.

Uno de los recursos más importantes es la capacidad de entrar en la confusión. Es lo único que puede dar lugar a nuevas verdades.

Si uno no puede entrar en confusión respecto a los viejos sistemas de creencias, no puede descubrir nuevas cosas.

Tiene que ver con explorar, con sorprenderse, y esto implica confundirse.

El desvío proviene de confundir libertad con omnipotencia. Y no somos omnipotentes, hay limitaciones físicas para poder hacer un montón de cosas que uno desea (no puedo volar, no puedo evitar morir algún día, no puedo detener el tiempo, no puedo cientos de cosas, y no dejo de ser libre por eso).

La libertad consiste en mi capacidad para elegir dentro de lo factiblemente posible.

Primera condición: La elección debe ser posible en los hechos. Las cosas valen en la medida en la que uno pueda elegir, porque ¿Qué mérito tiene que yo haga lo único que podría hacer? Esto no es meritorio, no implica ningún valor, ninguna responsabilidad. Que uno haga lo que se espera de uno es también una elección, y tiene su mérito, nunca es un hecho automático.

Segunda condición: Las opciones deben ser dos o más. (Lo que realmente uno no puede elegir es el sentimiento y es muy pernicioso tratar de hacerlo. Porque es muy perjudicial tratar de empujarnos a sentir cosas que no sentimos, o actuar como si las sintiéramos. Porque los sentimientos no se eligen, suceden). Toda vez que yo pueda decir sí o no, soy libre. Mientras tenga opción, hay libertad, porque hay más de un camino y entonces puedo elegir.

El crecimiento conlleva un aumento de la sensación de libertad. Yo no aumento mi libertad cuando crezco, pero aumento mis posibilidades y entonces me siento más libre.

Tercera condición: La responsabilidad. Soy responsable de lo que elijo, justamente porque podría haber elegido otra cosa.

Responsabilidad no es obligación, es responder por lo que uno hizo.

La libertad no es liviana, a veces pesa. Porque si soy responsable, puedo llegar a sentirme culpable por lo que elegí, y puede pesarme tener que responder por esa elección. Ustedes están eligiendo en cada momento su accionar. Y si no quieren aceptar esto es porque no quieren aceptar la responsabilidad que significa ser libres. Las autolimitaciones son elecciones. Sólo podremos dejar de ser imbéciles morales cuando recuperemos nuestra propia moral, cuando dejemos de creer que otros tienen que decidir o prohibir por nosotros.

La libertad consiste en ser capaz de elegir entre lo que es posible para mí y hacerme responsable de mi elección. Puede ser que no nos demos cuenta, pero la vida que construimos todos los días es la casa donde vivimos. Cuidemos bien cómo la vamos armando, cuánta energía, cuánto interés, cuánto cuidado, cuánta cautela pusimos hasta acá en construir nuestra vida.

Octavio Paz decía: La libertad no es una idea política ni un pensamiento filosófico ni un movimiento social, es el instante mágico que media en la decisión de elegir entre dos monosílabos: sí y no.

Es mi responsabilidad apartarme de lo que me daña. Es mi responsabilidad defenderme de los que me hacen daño. Es mi responsabilidad hacerme cargo de lo que me pasa y saber mi cuota de participación en los hechos.

Yo no puedo controlar la actitud de todos a mi alrededor, pero puedo controlar la mía. Puedo actuar libremente con lo que hago. Tendré que ser libre, aunque a vos no te guste. Y si no vas a quererme así como soy, cerrá la puerta. Si ésa es tu decisión, cerrá la puerta.

Si sos autodependiente de verdad, si no vas a dejarte manejar ni siquiera un poquito, es probable que algunas de las personas que están a tu lado se vayan.

Bueno, habrá que pagar ese precio también, y prepararse para festejar la llegada de otros. Cuando uno toma decisiones para hacer cosas con el otro, tiene que darse cuenta que son decisiones voluntarias, tomadas para hacer al lado del otro, pero no “por” el otro, sino “con” el otro. Que no hago cosas por vos y que por eso no te debo nada. Que no haces cosas por mí y por eso no te debo nada. Que en todo caso, hacemos cosas juntos y estamos alegres por eso. Entonces, no me quedaré dependiendo de vos y no trataré de que dependas de mí. Y no intentaré más que me necesites, me conformaré con que me quieras o no. Y si en todo caso vos no me querés, no te angusties por mí, siempre habrá alguien capaz de quererme.

Habrá que aceptar el desafío de ser autodependiente: Darme más y más derecho a tomar mis propias decisiones, más espacios de desacondicionamiento, más desapego a la manía juzgadora y manipuladora del afuera, más lugares de salud.

Voy a tener que construirlos yo mismo o descubrirlos en mí, primero pagar los precios y soportar con valor las heridas, para después recién animarme a gritar mi decisión por habitarlos.

No para morir por defenderlos, sino para vivir y compartirlos.

(http://www.pasoalternativo.com/p/libros.html)

 

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