COMIENZA BIEN EL DIA
¿Eres de esas personas que saltan mecánicamente de la cama en cuanto suena el despertador, van directas a la ducha rezongando, y beben un café sin ni siquiera sentarse? Si esa es tu manera de empezar el día, es muy probable que el estrés se haya acomodado en tu territorio personal, boicoteando todo lo que haces.
Tendemos a pensar que nuestro estado de ánimo depende de factores externos, y esa creencia condiciona nuestra manera de funcionar. Pero está en nuestra mano la forma en que queremos afrontar cada día. ¿Cómo sentar las bases para tener una buena jornada? Al igual que un músico dedica un tiempo a afinar su instrumento antes de empezar un concierto, también conviene reservar un espacio a afinar la mañana para que nuestra forma de encarar el día sea lo más positiva y creativa posible.
MADRUGA PARA ESTAR EN FORMA
Parece que regular el despertador con el tiempo mínimo para asearnos, tal vez concedernos un amago de desayuno y poca cosa más, nos permite dormir esa última media horita que tan rica sabe. Sin embargo, ponerse en los raíles del día con ese apresuramiento tiene efectos secundarios negativos: puede que a lo largo de la jornada las situaciones nos crispen con facilidad y notemos una presión continua como música de fondo.
Con el cuerpo y nuestra mente en esas condiciones, lo más probable es que las cosas se tuerzan con más frecuencia de lo que quisiéramos y encima no comprendamos por qué sucede así.
Si quieres empezar bien el día, anota en tu agenda: “A primera hora de la mañana, reunión conmigo mismo para enfocar el día de forma positiva”. Y pon el despertador de 15 minutos a 30 minutos antes para que puedas llevar a cabo tu compromiso.
DESPEREZATE LENTAMENTE
Desperézate exageradamente, como si fueras un gato, y muévete despacio, escuchando cómo responde el cuerpo a los estiramientos, permitiendo que tome la iniciativa, desentumeciendo musculatura y articulaciones con suavidad, incluso soltando suspiros. Repasa mentalmente toda tu geografía corporal, desde la punta de los dedos de los pies hasta la punta de los cabellos, como para darle los buenos días.
Una vez desperezado el cuerpo, estírate boca arriba para sentir su peso sobre el colchón. Observa con tu mente tu silueta con todo detalle, como si dibujaras su perfil sobre la sábana. Y luego entra en contacto con la superficie de la piel, como si la mente pudiera acariciarla toda, despertando su capacidad para sentir.
RESPIRA CONSCIENTEMENTE
Tumbado boca arriba, se trata de observar cómo entra y sale el aire por las fosas nasales, de sentir cómo penetra por todo el organismo, oxigenando todas las células, y exhalar sintiendo que el aliento que sale arrastra fuera del cuerpo todas las impurezas y lo limpia por dentro.
Con un poco de atención, puedes sentir la diferencia entre la frescura del aire que inhalas y la calidad algo húmeda y cálida del que exhalas. Deja que la respiración tome la cadencia de una ola que se toma su tiempo para besar la arena y luego retirarse mar adentro.
SONRIE CON TU CUERPO
Observa cómo te sientes: relajado, tranquilo, o quizás detectas cierta inquietud ante lo que te espera en las próximas horas. Acepta lo que hay, pero concéntrate en generar una sonrisa interior. Para ello, empieza por dibujar una sonrisa en la boca, siéntela a continuación en los ojos, y trasládala también a la zona del centro del pecho. Poco a poco, esa sonrisa que has generado desde la musculatura de la boca parece deslizarse hacia tu espacio emocional, y puedes empezar a sentir realmente cómo un bienestar te invade suave y agradablemente. También puedes imaginar, recrear o recordar un momento especialmente placentero para que esa sonrisa nazca con mayor profundidad.
SINTONIZA CON LO COTIDIANO
Ahora ya puedes levantarte de la cama, pero sin dejar de sonreír y respirar conscientemente. Realiza todos los gestos cotidianos con precisión, fijándote bien en lo que haces en cada momento, enfocando tu mente hacia el aroma del jabón, el placer del agua resbalando sobre tu piel, el contacto de la ropa sobre tu cuerpo, los sabores del desayuno…
Contemplar todo cuanto haces como si lo descubrieras por primera vez e impregnarlo con tu sonrisa es como marcar el inicio de la jornada con un sello compuesto por la falta de apresuramiento y el bienestar. Te hace sintonizar con un ritmo vital grato que puedes tratar de cultivar a lo largo del día.
CÁRGATE CON BUENAS ENERGÍAS
Y una vez de pie, todavía puede seguir acumulando experiencias gratas. Piensa que, como si fuera una batería, esa energía positiva almacenada se irá descargando poco a poco a lo largo de toda tu jornada. Así que ponte a cargarla por tus medios.
Toma un buen desayuno. Lo dicen los expertos y lo ratifica tu organismo: un buen desayuno es lo mejor que puedes hacer por ti al comienzo del día. Te aportará la energía inmediata que necesita tu cuerpo y tu mente para arrancar y ponerse a trabajar. Si no quieres estar todo el día con la reserva encendida, toma una pieza de fruta o zumo natural, algún producto lácteo (leche, yogur, queso), un puñado de cereales integrales o una rebanada de pan, también integral, con miel o mermelada. Y para combatir los bajones de media mañana, lleva contigo una pieza de fruta, un yogur o una barrita de cereales. Verás tu energía y ánimo totalmente renovados.
Déjate llevar por la música. Tu primer gesto matinal puede hacer sonar una banda sonora elegida cuidadosamente, mejor preparada la noche anterior. Opta por aquella que eleve tu espíritu, te ayude a sonreír y te dinamice. Pon música que active al máximo tus pilas.
VISUALIZA TU DIA
Si a los deportistas de élite les entrenan en el arte de visualizarse en su óptimo rendimiento para que a la hora de la verdad el resultado sea lo mejor posible, ¿por qué no aplicar ese método en nuestra vivencia cotidiana?
1. Tiéndete en la cama o en el suelo y cierra los ojos. Haz unas respiraciones profundas, soltando todo tu cuerpo. Cuando el ritmo de tu respiración te haya conducido a un estado de relajación intenso, haz aparecer ante tus ojos un paisaje que atractivo y que te aporte paz.
2. Adéntrate en el paisaje y elige un lugar para tumbarte sobre la tierra, la hierba fresca o la arena. Acomódate y posa tu mirada interior sobre el cielo.
3. Como si de una gran pantalla se tratara, proyecta sobre el cielo la película de cosas que tienes previstas para el día. Permítete verte fluyendo sin obstáculos, resolviendo las escenas escogidas.
4. Cuando des por terminada la visualización, disuelve el cuadro que has compuesto envolviéndolo en una bola de luz rosa y haz que se vaya volando. Antes de abrir los ojos, entra en contacto consciente con tu cuerpo, recupera tu movilidad y enderézate.
DECIDE TENER UN BUEN DIA.
Tener un día bueno o malo depende esencialmente de ti, al margen de los acontecimientos que se produzcan durante esas 24 horas.
ANTES DE PONERTE EN MARCHA:
• Pon un poco antes el despertador. Las prisas son perjudiciales para tu ánimo.
• ¡Estírate como si fueras un gato!
• Canta bajo la ducha y disfruta del agua sobre tu piel.
• Ponte ropa con colores que te hagan sentir bien: el rojo es estimulante, el naranja revitaliza la energía, el amarillo activa el cerebro, el verde favorece la armonía, el azul da tranquilidad y el violeta calma los nervios.
Contra el bajón de media mañana.
• Concédete unos minutos para estirarte y comer algo. Evita los pinchos y las calorías vacías.
• Acércate a una ventana abierta y respira profundamente.
Al volver a casa.
• Date un masaje con aceites aromáticos, insistiendo en los pies. ¡Te quedarás como nuevo!
• Pon música que te llene de buenas vibraciones y túmbate en el sofá durante unos minutos.
(de la Revista Psicología Práctica)