Cuando has decidido avanzar en tu vida, cueste lo que cueste, siempre te das cuenta que tienes mucho por lo que luchar, por lo que sacar tu coraje, tu luz, y dejar atrás todo aquello que no te ayuda hacerlo, sino que te oprime el alma y obstruye tu forma y tu ser, invadiéndote de todo lo menos bello que aporta la vida.
Cuando en tu ser surgen dudas, miedos, o temores, siempre habrá la oportunidad de buscar dentro de ti esa manera de exterminarlo, enfrentándote a ello, por muy difícil que sea, por muy contrario, analizando siempre en una balanza lo que es importante y lo que no lo es, para así poder encauzar cada día el rumbo, el proyecto, y ser consecuente de lo que eres.
Cuando te conoces, cuando te quieres, cuando te respetas lo suficiente, cuando sabes lo que es el amor de verdad, la amistad, la tolerancia, y el diálogo, entonces es cuando puedes aprender, resurgir, ser y mejorar al intentarlo, pues mirarás a tu alrededor y te fijarás bien en esos detalles a los que jamás quisiste dar importancia, pero que son lo máximo para poder hacer de todo esto algo más bello de lo que es. Sentirás presión, pues serás diferente, llorarás más porque no serás valorada por aquellos que se piensan que mandan y que tienen el poder, pero aprenderás a ser tú misma, y a poder mirar de frente y a los ojos con una sonrisa, que no es poco y dice más de lo que te piensas.
Cuando miras hacia adelante, miras cómo sale el sol, miras las tormentas que van y vienen, y te hacen sentir como algo en lo que tu participas aunque no lo veas, en las que tú vas sembrando tu forma, tus pequeños avances y retrocesos, pero que ahí están, es realmente algo bello porque te sientes parte del universo en donde no existen ni razas, ni colores, ni religiones; solo existe eso que se llama amor, responsabilidad, justicia, reparto; con dudas o sin ellas, te hace sentirte como algo válido en un mundo de ciegos, en el que solo hay competitividad, reaccionismo, materialismo, y superficie, pero te das cuenta que eso solo muestra la incapacidad del ser humano para mostrar realmente lo que es en sí: un ser único y especial dotado con muchos dones sin aprovechar y sin tener su interruptor encendido hasta que le toca enfrentarse al dolor, a la adversidad, a la pérdida de lo que tienen cerca y jamás le dijeron te quiero, te aprecio, o le dieron un beso para mostrarle todo su valor y su valía.
Cuando resucitas cada día diciéndote adelante, tienes que hacerlo, aportas a los de tu alrededor un motivo, un valor incalculable en la ayuda a ser ellos mismos, a saber que siempre hay una luz, que no hay pozo tan profundo del que no se pueda salir, ni abismo tan oscuro en el que no exista un rayito de luz para guiarte y salir adelante con una sonrisa.
Cuando aprendes de la vida te realizas dentro de ti, te reanimas, porque eres tú quien vive la vida y no ella la que te vive a ti; es una forma, una filosofía, un querer ser, una existencia que te lleva a no hundirte sino que te levanta, y no solo a ti sino a los que tienes y quieres realmente de corazón, con muchas dificultades, sí, pero siempre con un aliciente nuevo, que no es superfluo, que te da coraje, fuerza y sabiduría.
Cuando sabes, cuando resurges, cuando te das la oportunidad de aprender, de ser, de formar parte de algo mayor con pequeños detalles, todo deja de ser una utopía, para ser algo real que poco a poco vas haciendo, vas construyendo, y vas mejorando, porque lo intentas, lo haces, lo mueves, y dejas las quejas absurdas, los terceros culpables, y te conviertes en el ser consecuente que debes y eres dentro de ti.
Y hoy es hoy, hoy lo hacemos, hoy lo hemos vivido, lo viviremos cada día, pues siempre habrá esa posibilidad, aun con llantos y sonrisas.
EstheR., sé feliz.
Esther Sánchez Orantos