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 ENTENDER EL APEGO - 2ª parte



Octubre 23, 2012, 06:20:11 am
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ENTENDER EL APEGO - 2ª parte
« en: Octubre 23, 2012, 06:20:11 am »
5. El apego y la estabilidad

Niños que crecen en entornos en los que suceden acontecimientos estresantes o inesperados puede ver alterado su tipo de apego a lo largo de su desarrollo.

Los cambios en el ciclo de vida: nacimiento de un hermano, fallecimiento de una figura de apego también pueden provocar modificaciones fruto del estrés generado por el acontecimiento en cuestión.

En términos generales, el apego seguro es el que tiene una mayor tendencia a la estabilidad, así como se observa esa misma tendencia en familias de clase media por encima de aquellas con bajos niveles de ingresos (Cantón y Cortés, 2008).

Es muy probable que la estabilidad del apego no dependa en exclusividad de la existencia o no de hechos estresantes sino también de la combinación de estos con las características de los padres (o figuras de apego), así como la presencia o no de otras figuras y/o redes de apoyo.

La pregunta sería entonces, más que si los acontecimientos vitales generan inestabilidad en el apego, si los padres tienen la capacidad (a pesar de estos) de mantener relaciones estables y positivas con sus hijos.

6. ¿Por qué es tan importante el apego?

6.1 Aspectos personales

Llegados a este punto, podemos preguntarnos, pues, ¿por qué el apego es tan importante? Bien, la respuesta expresada de un modo muy general sería el hecho de que la relación primaria de apego madre-hijo sirve de prototipo para las relaciones afectuosas posteriores, son las representaciones mentales de las experiencias de apego construidas en los primeros años de vida los que explican esta continuidad (basado en un estudio de Waters et al., 1995 en Cantón y Cortés, 2008).

Si las circunstancias de la crianza del niño facilita suficientes cuidados sensibles para estimular el desarrollo de relaciones de apego seguras durante el primer año, también puede continuar siendo adecuado en momentos posteriores y así estructurar el apego seguro durante las dos primeras décadas de la vida (Cantón y Cortés, 2008).

Bowlby afirmó (1982 en Cantón y Cortés, 2008) que las conductas de apego que se activan instintivamente al principio, posteriormente son guiadas a nivel cognitivo por representaciones internas o modelos internos de trabajo del apego. Esto llevó a darse cuenta de que cuando los adultos se convierten en padres desarrollan representaciones sobre el niño y su crianza.

Alguna de las hipótesis que han ido surgiendo es que la representación mental que tienen los padres sobre sus experiencias de apego durante la infancia influye en gran medida en la calidad del apego del hijo.

Se puede transmitir de generación en generación un modelo interno de trabajo de las relaciones de apego (Cantón y Cortés, 2008). Sin embargo ello no significa que no se pueda modificar un modelo interno sobre uno mismo y de relación con los demás. Hay padres o cuidadores que rompen ciclos negativos, o bien porque han experimentado otros modelos positivos de apego o porque han aceptado esa historia negativa y los afectos que –de mantenerse- podría tener en ellos.

6.2 Repercusiones sociales

Entendemos por competencias no solo cuestiones referidas a las habilidades sociales, sino también a la resolución satisfactoria de tareas propias del momento evolutivo, en las que se asientan las bases de afrontamiento de las tareas propias de la fase siguiente.

La competencia durante los dos primeros años de vida se define por la calidad de las relaciones establecidas con la figura de apego o cuidador. El apego establece la organización inicial de la personalidad que guía el posterior funcionamiento a nivel social y personal de diversas formas: influyendo en el desarrollo de las relaciones con los iguales a través de la experiencia adquirida con su cuidador o figura de apego. Asimismo, el niño a prende a dar, recibir y conductas empáticas mediante la interacción de un cuidador sensible (y así será capaz de dar respuestas empáticas en otros contextos o situaciones). También el niño tenderá en mayor medida a tener nuevas experiencias si cuenta con una base segura facilitada por la figura de apego.

6.3 A largo plazo…

Aunque la intensidad de la conducta de apego disminuye con la edad, el vínculo de apego a la madre o cuidador principal se mantiene.

Contar con una base segura favorece la exploración del ambiente, incluyendo el mundo de los iguales, promoviendo así la práctica de habilidades sociales con ellos. También los niños con un apego de tipo seguro tienen creencias más positivas sobre los demás y sobre las relaciones. Su estilo de interacción es más cooperativo (Putallaz y Haflin, 1990; Youngblade y Belsky, 1992 en Cantón y Cortés, 2008).

Cuando estos niños lleguen a la adolescencia, efectivamente se dará una disminución en las interacciones con los padres pero basándonos en la perspectiva del ciclo vital de Bowlby (Cantón y Cortés, 2008) tendremos en cuenta la importancia del apego o vinculación con los padres durante este período. Ya no es tan necesaria la proximidad física pero sí la conciencia de disponibilidad de esa figura de apego.

Algunos estudios han puesto de manifiesto el hecho de que aquellas personas que percibían una mayor disponibilidad de sus progenitores y que en momentos de estrés buscaban más su ayuda mantenían mejor sus relaciones de amistad (Cantón y Cortés, 2008).

7. Conclusiones

Según Bowlby, la organización del apego se va haciendo cada vez más estable y más resistente al cambio. Este patrón inicial organiza sus experiencias de apego en un modelo interno de trabajo que filtra y canaliza las nuevas experiencias. Por lo tanto, tenderá ese patrón a mantenerse estable a lo largo de su vida (Cantón y Cortés, 2008). Pero también es posible que se produzca una reorganización del apego en base a experiencias positivas (Bowlby, 1998 en Cantón y Cortés, 2008).

En resumen: la representación del apego se forma a partir de sus experiencias tempranas, pero también influyen sus relaciones posteriores.

A pesar de todo ello y sin cuestionar en ningún caso el papel determinante de la figura de apego en la relación con el niño, no podemos dejar de tener en cuenta que todo ello recibe otras múltiples influencias. Entre otros factores podríamos señalar: la relación de pareja de los padres, el nivel cultural, la situación económica y la existencia o no de apoyo de la familia extensa o apoyos sociales, entre otros (Palacios, Marchesi y Coll, 2006).

A modo de conclusión señalaremos tres ideas que consideramos fundamentales tras la exposición previa:

El establecimiento de una base segura con la figura de apego contribuye a un mejor desarrollo personal y social, que se verá reflejado en las interacciones a lo largo de la vida.

El estilo de apego adoptado durante el desarrollo de un bebé podrá influenciar no solo esas relaciones futuras (desde la misma niñez), sino también su ejercicio parental llegado el caso.

Nada de lo anterior es determinante. Aun habiendo tenido un desarrollo en base a un apego no seguro, la experiencia posterior puede ser transformadora y generarse otro tipo de apego que contribuirá positivamente no solo al bienestar individual sino también en las interacciones con los demás.



 

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