YO SOY IMPORTANTE
(y tú también)
Cada día estoy más convencido de mi teoría: la mayoría de los problemas que padecemos provienen de una deficiente Autoestima.
Se disfrazan de otras cosas, y parecen no tener nada que ver con ella, pero en cuanto escarbas un poco, cuando llegas un poquito más al fondo, el problema queda claramente desenmascarado. Deja de ser lo que aparenta, y muestra su verdadera cara.
Soy una persona comprensiva.
Muy comprensiva.
Soy capaz de entender cualquier acción o pensamiento en cualquier Ser Humano… excepto cuando alguien no se quiere a sí mismo, o no se acepta.
No lo entiendo.
No entiendo, o tal vez no quiero entender, esa rigidez para con Uno Mismo, esa crueldad, esa atrocidad, esa violencia que cometen algunos de no amarse –sean quienes sean, sean como sean-, de menospreciarse o despreciarse, de no ser capaces de tener una convivencia cuanto menos agradable.
No entiendo, o puede ser que no quiero entender, que sean capaces de amar a otras personas y en cambio no sean capaces de dejar para sí mismos ni siquiera las migajas –aunque se merecen la misma porción que entregan-.
“Yo soy un hijo de Dios”, “soy un Ser Humano”, “soy una persona”, “soy…” cualquiera de estos argumentos son más que suficientes para darse cuenta de que uno, o una, es importante.
Importante para sí mismo e importante para las personas que le rodean, las que se han visto beneficiadas alguna vez por una de sus sonrisas, por alguna palabra suya, por un gesto o detalle.
O sea: importante para sí mismo y para el resto de la Humanidad.
Importante para Dios y Su Plan Divino.
Importante como hijo suyo porque cada uno es Su creación.
Y si en este mundo no saben apreciar mi valía no importa: Dios sabe quién soy, y conoce mis limitaciones y mis circunstancias, mi voluntad y mi intención.
Soy importante para mí, sin necesidad de compararme con nadie, sin necesidad de haber alcanzado metas o logros, sin precisar tener o no un currículum impresionante.
Soy importante porque Soy.
Soy importante porque soy único.
No hay en todo el mundo nadie como yo, ni volverá a haber otro que sea como yo.
No entiendo, o quizás es que no quiero entender,pero creo que el pecado más grande que uno pueda cometer, el acto más imperdonable, la atrocidad más reprochable es la de no amarse a Sí Mismo.
Y considero que cualquier esfuerzo que ello requiera, la dedicación que haya que emplear, el tesón y el amor que haya que dedicar a amarse, es justamente compensado por una relación consigo mismo que va más allá del soportarse porque no hay más remedio y de no ser capaz de mirarse en un espejo con ojos de enamorado.
