DATOS CURIOSOS SOBRE LA HISTORIA Y TRADICIONES DE LA NAVIDAD
Pepe Rodríguez
JESÚS NACIÓ OTRO DÍA, OTRO AÑO Y EN OTRO LUGAR.
En los Evangelios no se aporta información alguna acerca de cuándo, dónde y cómo nació Jesús. Todos los datos que los cristianos dan por históricos son invenciones tardías e interesadas.
El año del natalicio del judío Jesús no fue el 1 de nuestra época, sino el 7 o 6 a.C.
Durante el siglo III se propuso datar el natalicio en fechas como el 6 y 10 de enero, el 25 de marzo, el 15 y 20 de abril, el 20 y 25 de mayo y algunas otras.
El papa Fabián (236-250) calificó de sacrílegos a quienes intentaron determinar la fecha del nacimiento de Jesús.
Las Iglesias cristianas orientales siguen celebrando el natalicio de Jesús en el 6 u 8 de enero.
Entre los años 354 y 360, el papa Liberio (352-366) fijó como fecha inmutable la de la noche del 24 al 25 de diciembre, día en que los romanos celebraban el nacimiento del Sol Invencible.
El lugar más probable del nacimiento de Jesús pudo ser Nazaret o, mejor Cafarnaún, pero nunca Belén.
Supuesto enclave, en la iglesia de Belén, del pesebre de Jesús
El relato actual de la Navidad procede del evangelio apócrifo Pseudo-Mateo (declarado falso por la propia Iglesia católica).
La escena del buey y el asno se inventó al mezclar un texto de Isaías manipulado con uno de Habacuc absolutamente mal traducido.
En la Antigüedad precristiana fue un hecho absolutamente común, aceptado y extendido, que todos los grandes personajes, ya fuesen reyes -desde Mesopotamia y Egipto a China y Japón-, fundadores de grandes filosofías y religiones -Buda, Krisna, Confucio, Lao-Tsé-, o pensadores -Pitágoras, Platón, etc.-, gozasen del privilegio de ser considerados hijos de una madre virgen y de Dios.
La leyenda de la estrella de Belén, según propuso Kepler ya en 1606, pudo basarse en el efecto de la rara triple conjunción de la Tierra con los planetas Júpiter y Saturno, estando el Sol pasando por Piscis, que se dio en el año 7 a.C.
LA MAGIA DE UNOS REYES DE LOS QUE JAMÁS SE SUPO NADA
De quienes hoy conocemos como «Reyes Magos» sólo habló el texto de Mateo, pero es tan poco lo que se dice de ellos que las tradiciones posteriores tuvieron que inventarlo absolutamente todo.
Hasta el siglo IV los Magos fueron dos, cuatro, seis, doce o sesenta, según fuera la tradición.
Hacia el primer cuarto del siglo III Orígenes afirmó taxativamente que los magos habían sido sólo tres, una postura que acabó prevaleciendo desde el siglo siguiente.
Entrado ya el siglo III, Tertuliano, para evitar la mala fama que tenían los magos persas, transformó a los Magos en «reyes de Oriente».
En un mosaico bizantino de mediados del siglo VI, en San Apollinare Nuovo (Rávena, Italia), aparecen por primera vez sus nombres actuales, pero los tres magos aún iban ataviados a la usanza persa.
En el siglo XV, Petrus de Natalibus fijó que Melchor tenía sesenta años, Gaspar cuarenta y Baltasar veinte. Una descripción física que discrepaba mucho de todas las anteriores.
Baltasar fue blanco hasta el siglo XVI, época a partir de la cual se le representó como de raza negra por necesidades estratégicas de la Iglesia.
En Occidente no comenzó a celebrarse la adoración de los magos hasta el siglo V.
Los Reyes Magos no empezaron a traer juguetes a los niños hasta mediados del siglo XIX.
La actualmente imprescindible «carta a los Reyes» comenzó a popularizarse durante el primer cuarto del siglo XIX.
Papá Noél, el mito más moderno de la Navidad
Es el personaje más entrañable de la Navidad. Pero Papá Noél, o Santa Claus, es una figura muy reciente, hija de la imaginación de dos escritores neoyorquinos, nieta de la devoción de holandeses errantes, y real gracias a un dibujante satírico y a la publicidad de la Coca-Cola.
La figura de Santa Claus se construyó sobre la de san Nicolás, obispo turco del siglo IV cuyo mito y culto se expandió por toda la Europa medieval.
Desde mediados del siglo XIII el día de san Nicolás se centró en los obsequios a los niños.
La tradición de san Nicolás llegó a New York en 1621 con los emigrantes holandeses.
Washington Irving, en 1809, escribió una sátira -Historia de New York- en la que deformó al santo patrón holandés -Sinter Klaas- hasta transformarlo en el precedente de Santa Claus (pronunciación que los angloparlantes le dieron al nombre holandés).
El éxito popular del personaje de Irving se completó con un poema de Clement C. Moore, publicado en 1823, que acabó de inventar el mito del generoso y alegre personaje navideño.
Un dibujante satírico, Thomas Nast, entre 1863 y 1886, creó progresivamente la imagen básica de Santa Claus a través de sus ilustraciones publicadas en la revista Harper’s.
La vestimenta roja del personaje nació a finales del XIX como consecuencia del desarrollo de las técnicas de impresión en color.
El ya popular Santa Claus pasó a Gran Bretaña a mediados del siglo XIX y de allí a Francia, donde se fundió con el Bonhomme Noël, origen de nuestro Papá Noél.
La imagen actual de Santa Claus/Papá Noél se la debemos a la Coca-Cola que en 1931 le encargó al pintor Habdon Sundblom que remodelara al personaje de Nast para hacerlo más humano, atractivo y creíble.
El aspecto de un vendedor jubilado llamado Lou Prentice sirvió de base a Sundblom para crear -en sus óleos pintados entre 1931 y 1966- la figura moderna de Santa Claus, popularizada por la publicidad navideña de Coca-Cola y por el cine norteamericano. El pintor retrató a sus propios hijos y nietos en los anuncios y, a la muerte de Prentice, añadió al rostro de Santa Claus sus propios rasgos nórdicos.
NO HAY NADA SIN HISTORIA NI SIGNIFICADO
Todo lo que llena nuestros sentidos y hogares durante la Navidad nació en algún momento determinado y significa algo. Veamos:
El concepto del belén actual se lo debemos a san Francisco de Asís, que, en la Navidad de 1223, celebró la misa dentro de una cueva de Greccio en la que había instalado un pesebre con una imagen en piedra del Niño Jesús y un buey y un asno vivos.
La escenificación del belén llegó por primera vez a España en el siglo XVIII, cuando el rey Carlos III hizo traer esa tradición italiana desde Nápoles.
Los villancicos proceden de unas composiciones españolas del siglo XV-XVI que eran cortesanas y versaban sobre temas amorosos. Durante los siglos XVII y XVIII se transformaron en lujosas cantas religiosas y posteriormente aparecieron las tonadillas populares.
El árbol de Navidad se originó en la tradición ancestral del culto a los espíritus de la Naturaleza; simboliza la fecundidad y la inmortalidad y fue cristianizado en la Germania de mediados del siglo VIII.
Los adornos y bolas que se cuelgan actualmente del árbol fueron creadas en el siglo XVIII por los sopladores de vidrio de Bohemia.
Tras la Guerra de los Treinta Años (1618-1648) la tradición del árbol fue reintroducida por los suecos en Alemania. En la primera mitad del siglo XIX el árbol penetró en Austria, Gran Bretaña y Francia. A partir del primer cuarto del siglo XX comenzó a llegar a España.
El muérdago está considerado como un talismán que da suerte y felicidad desde la Antigüedad. La tradición navideña del «ramo de la suerte» se extendió por toda España a partir de finales del primer cuarto del siglo XX.
El tió o tronco de Navidad es la tradición más antigua que se conserva en relación a los rituales propiciatorios del solsticio de invierno.
Las velas representan un elemento propiciatorio capaz de purificar, iluminar y fecundar ilusiones y esperanzas.
A la herradura se le atribuye el poder de proteger y dar suerte.
Las piñas, símbolo de inmortalidad, representan un canto a la esperanza en el futuro.
Las estrellas, en su forma más habitual -H- representan un emblema protector contra el mal y sirven para atraer la felicidad doméstica.
Las campanas tienen una función purificadora y protectora y expresan el júbilo navideño.
Las manzanas representan un elemento mágico dotado de capacidad propiciatoria para lograr la abundancia de todo lo indispensable.
¿SABÍAS QUE…?
El primer pavo asado le fue servido a Enrique VIII de Inglaterra. Este ave se impuso en las mesas nobles españolas en el siglo XVIII gracias al mecenazgo de los Austria. Hasta bien entrado el siglo XX no se generalizó su consumo entre todas las clases sociales.
Los turrones se incorporaron a la mesa de Navidad alrededor del siglo XVI.
El roscón de Reyes, con haba de la suerte incluida, se originó en la Edad Media.
El champaña no es un invento francés. Los nobles ingleses del siglo XVII ya lo bebían.
El primer cava español fue elaborado por Codorníu en 1872.
El aguinaldo, paga extra y lote navideño derivan de las strenae romanas.
La cesta de Navidad se implantó en el siglo XX sobre el modelo de la sportula romana.
La primera felicitación navideña de la que se tiene constancia fue una décima que los repartidores del Diario de Barcelona enviaron a sus clientes en 1831.
El primer crisma navideño lo mandó imprimir sir Henry Cole en el año 1843.
La Lotería llegó oficialmente a España de la mano de Carlos III, que la importó de Nápoles; su primer sorteo se celebró el 10 de diciembre de 1763.
La Lotería Moderna se creó en Cádiz, en 1811, para aportar fondos a una Hacienda pública esquilmada por la guerra de la Independencia.
El primer sorteo extraordinario de Navidad tuvo lugar en Cádiz el 18 de diciembre de 1812.
El sorteo de el Niño se instituyó en 1941.
Hasta el siglo XVI el día de Año Nuevo fue el 25 de marzo. Desde 1582 pasó a ser el 1 de enero. Antes lo había sido también el 1 de marzo y el 25 de diciembre.
El revellón de Nochevieja fue implantado por algunos restaurantes franceses a principios del presente siglo.
Las doce uvas de la suerte son una costumbre muy reciente, nacida en el primer tercio del siglo XX.