BAJA AUTOESTIMA EN ADOLESCENTES
A veces los padres olvidamos cuán intensos e importantes fueron nuestros tiempos de adolescentes y cómo, de una manera profunda, marcaron todas las etapas que vinieron después en nuestra vida.
Es en este momento de la vida de tus hijos cuando, de un modo dramático, la autoestima se desarrollará plenamente, o, lamentablemente, quedará marchita, cual semilla muerta que nunca alcanza a ver la luz del sol. Y de ti, mamá y papá, depende, esencialmente, el final de esta historia. De ti depende la aumentar la autoestima de tu hijo adolescente
¡Sí! Por mucho que cueste creerlo, los padres (genéricamente hablando), tenemos más influencia de la que creemos en nuestros hijos.
Imagínate cuán influyente eres, que incluso cuando actuamos con desinterés para con ellos, estamos creando una marca tan profunda que abrirá la puerta a una rebeldía que puede producir consecuencias desastrosas en tus hijos y también en tu familia.
Del mismo modo en cuanto a las grandes consecuencias, y cualitativamente diferente en cuanto a los resultados en la vida de tus niños y chicos, un padre o una madre que demuestran interés y preocupación por ellos (no es otra cosa que demostrarles y darles amor, incluso cuando los reprendemos y corregimos) están dándoles a los hijos lo que más necesitan y requieren y están construyendo las bases sólidas de individuos seguros de sí, con una alta autoestima y un porvenir que estará, posiblemente, más lleno de éxitos que de fracasos.
Existen diferentes maneras de ir acompañando a nuestros hijos en este proceso tan complejo (algunos expertos señalan que lo vivido en la adolescencia, gracias a las presiones sociales de padres, maestros, compañeros/as y la cultura dominante, es lo segundo más difícil que tendrán que enfrentar las personas en la vida (lo más difícil es nacer, salir por el canal de parto de nuestras madres).
Y como, precisamente, no es algo que aparece por generación espontánea, tanto la alta como la baja autoestima se van construyendo por acción u omisión, sobre todo, de los padres (o sus remplazantes). Y todo esto, teniendo en cuenta la edad y situación particulares de nuestros hijos, claro está!
Por ejemplo, siempre cuento ejemplos en los talleres que doy para padres adolescentes, que los chicos, sobre todo a partir de los 11 ó 12 años, tienen muchas presiones en cuanto a su aspecto físico (la denominada auto-imagen). Es quizás este ítem uno de los que más afecta la vida de los adolescentes, la confianza en sí mismos y los niveles de su autoestima. Sabías, por ejemplo, que una baja autoestima en un adolescente puede afectar seriamente el rendimiento de sus estudios o su integración social y puede terminar siendo un círculo vicioso, del cual tu hijo no podrá salir sin tu ayuda o la de un especialista? Y que los chicos que no se aceptan tan cuál son, que no "se quieren porque están gordos o flacos, son altos o bajos, o cabezones o narigones" por decir algunas de las frases que utilizan, son quienes más sufren de complejos de inseguridad y baja autoestima?
El secreto, en estos casos, es ayudarles a cambiar la óptica de la cual se mira "el problema". Recuerda que, para ellos, este es "su gran problema" y que, en muchos casos, puede tratarse de algo real (todos tenemos defectos, no sólo físicos, y debemos aprender a convivir con ellos, ¿no?).
Un error que muchos padres suelen cometer es negarlo todo, diciéndoles "que no es cierto". Gran equivocación! No sólo estás faltando a la verdad, y los chicos no son ciegos (no te creerán), sino que, de alguna forma, acabas de regalar parte de tu credibilidad, y, posiblemente, no vuelvan a creerte cosas que les digas en el futuro, aun cuando esta vez sí sean verdad.
Pablo Ciccone
